Capítulo 9

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Desperté con la respiración acelerada y lágrimas rodando por mis mejillas.
Otra pesadilla que no me permitió descansar durante la noche. Desde el secuestro, me es casi imposible dormir más de tres horas. Todo se repetía una y otra vez, torturándome en el proceso.

Me obligué a levantarme y comencé la misma rutina de todas las mañanas. Cuando estaba terminando de recoger mi cabello una notificación de un número desconocido llegó a mi celular.

*Veamonos en el café Toplanti. Puedo ayudarte a conseguir la información que quieres. No le digas a nadie, tienes que guardar el secreto Mavi*

Mavi. Así me llamó el chico del secuestro. Mis manos comenzaron a temblar de los nervios.

Ese chico tiene mi número. Probablemente sabe dónde vivo.
De seguro también conoce el lugar donde trabajo.

La sensación de opresión en mi pecho me hace sentir un poco mareada. Mis pensamientos comienzan a divagar entre los recuerdos de aquella noche.

Las lágrimas involuntarias brotan de mis ojos mientras intento controlar la avalancha de emociones que me invaden.

Me aferró a mi pecho, tratando de calmar las palpitaciones aceleradas de mi corazón. Cierro los ojos con fuerza, pero las imágenes siguen reproduciéndose en mi mente, una tras otra, sin poder detenerlas.

Inhalo profundo, contando hasta cuatro y exhalo lentamente, tratando de recuperar el control de mi propio cuerpo.
Poco a poco, la velocidad de mi ritmo cardíaco va cediendo, dejando mi cuerpo exhausto.

Solté el teléfono en el escritorio y me pasé las manos por el rostro para secar las lágrimas.
No voy a romperme ahora.

Me puse de pie dando una última mirada al espejo para verificar mi aspecto. Tomé mi bolso y mi móvil antes de salir de mi habitación.

No había rastro de mi madre así que le dejé una pequeña nota informándole que saldría a resolver algunas cosas.

Tomé un taxi hacia aquel café que visité hace una semana con Savhana.
Mentiría si digo que no estoy nerviosa pero tengo demasiadas dudas y ninguna respuesta.

Cuando el vehículo se detuvo frente al lugar, le pagué al chofer y bajé del auto.
Una vez estube dentro del local recorrí con la mirada las mesas hasta que reconocí aquella cabellera oscura llena de rulos.

Me acerque dudosa a la mesa mientras lo analizaba mejor. Vestía de manera casual. Pantalón de mezclilla, pulover blanco y un abrigo de color azul claro. Llevaba lentes y miraba su celular con desinterés.
Sin preguntar, tomé asiento frente a él. Cuando notó mi presencia una sonrisa juguetona se formó en sus labios.

-Por un momento creí que me dejarías plantado en nuestra cita.

-Nada de juegos. Me dijiste que me darías respuestas y es lo único que me interesa escuchar de tí.

-Pero que agresiva. No voy a hacerte nada. Por eso te dije de vernos en un lugar público, para que entres en confianza.

En ningún momento desapareció esa sonrisita de su rostro.

-Primero que nada ¿Cual es tú nombre?

-Que descortés de mi parte. Soy Ethan. Es un placer hablar contigo Reichel.

-¿Por qué yo? Nunca te he visto en mi vida.

-Hay muchas cosas que no sabes de tu vida.

-¿De que hablas?

Su sonrisa desapareció, y sus ojos grisáceos recorrieron mi rostro para después dirigir su vista hacia el mostrador.

-Mira, realmente yo no sé muchos detalles. Pero si sé que corres peligro. Tienes que confiar en mi. Admito que no tuvimos el mejor comienzo pero no quiero hacerte daño.

Cada vez entendía menos.
¿A que se refiere con que corro peligro?

-Escucha, no podemos estar aquí por mucho tiempo y no hables de esto con nadie . El "accidente" que tuviste hace una semana no fue algo casual. Hay alguien que te quiere hacer sufrir y ese alguien es justo la persona que nosotros queremos destruir. Podemos protegerte pero tienes que dejar atrás todo lo que conoces ahora. Tendrás que renunciar a la vida que has tenido hasta este momento si realmente quieres respuestas.

Ahora tengo más dudas que al inicio. No entiendo nada. Parece que mi expresión le mostró lo confundida que estaba porque la suya se suavizó. Me dedicó una sonrisa comprensiva.

-Se que esto será difícil para tí pero también se que eres alguien fuerte.

De los bolsillos de su abrigo sacó una agenda. Me la entregó y se puso de pie.

-Esa agenda perteneció a tu padre. En ella apuntaba muchas cosas. Encontrarás algunas respuestas ahí.

Sin más, se alejó. Mis ojos se posaron sobre la agenda en mis manos. Otra vez tenía sentimientos encontrados.
Pasé mis manos sobre la portada. Tenía las letras R . N grabadas en dorado. Comencé a hojear las páginas con cuidado. Y un recuerdo llegó a mi mente.

Cuando papá se sentaba a escribir en su escritorio yo me sentaba en su regazo porque me daba mucha calma verlo escribir. Su letra era bonita.

Una pequeña sonrisa nostálgica se instaló en mis labios. Mencioné en un susurro:

-Un diario de papá.

Volví a cerrar la agenda y respiré disfrutando del aroma a café y galletas.
Me quedé unos minutos más admirando a las personas a mi alrededor. Definitivamente este es un buen lugar para pasar el tiempo.

Guardé la agenda en mi bolso y me levanté para irme al apartamento. Cuanto antes llegue a casa y empiece a leer más rápido encontraré las respuestas que busco.

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