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Oscar

Tener que dejar Australia e ir a vivir solo en Inglaterra fue uno de los mayores retos de mi vida. Luego estaba lo de ganar una beca y tercero, estudiar Ingeniería Mecánica.
Los retos más difíciles que me pasó a lo largo de mi vida, uno de los tres que recuerdo.
Tuve que adaptarme a un nuevo país muy rápido.
Había llegado a Inglaterra tres días antes de empezar en la nueva universidad, los primeros dos días me sirvieron para poder recorrer un poco la ciudad y también poner en orden mis pertenencias y algo para llevarme bien con la gente que estaba alrededor mío.
El tercer día lo utilicé para conocer la universidad y resolver el papeleo restante sobre mi ingreso.
Debo mencionar lo nervioso que estaba para poder ingresar en el aula, tuve que meditar primero las palabras que diría para luego tocar la puerta e ingresar y actuar como una persona muy confiada.
Me recibieron muy bien, más de lo que yo había imaginado, estaba sorprendido y de paso feliz. Si podía llamarlo de esa manera.
Y también estaba Lando. Él fue quien más bien se portó conmigo, era muy tranquilo para mí, tan diferente a mis amigos de mi país natal con quienes yo era de la misma forma, si Lando era así de tranquilo debía de ser así porque suponía que las personas con quien él se amigaba eran así de tranquilas como él.
Y debía admitir que, en sus ojos verdes y abundantes pestañas había algo atrapante, que desde un momento en el que ingresé al salón fueron los primeros pares de ojos en llamar mi atención, igual si él se encontrara a seis escalones arriba.
Me sentía bien al pasar el resto del día con él, y pronto supe que llegaríamos a ser buenos amigos. No me había contado casi nada sobre su vida, sólo lo necesario, en cambio, yo le había contado hasta anécdotas de niño en donde dejé salir mi verdadero yo y él se dio cuenta.
-No eres la persona que aparentas ser- hizo una breve pausa, en donde yo sólo podía mirar sus ojos verdes y luego su labio se curvó en una pequeña sonrisa -No debes aparentar-
No dije nada, sólo asentí brevemente y luego sonreí.
Lo que restaba del día fue simple, me la pasé con él y estuvimos hablando en algunos casos y otros nos quedamos en silencio, disfrutando de la compañía del otro.
Disfrutaba mucho de su compañía.
Y debía de admitir también que escucharlo hablar se sentía como una dulce melodía, que poco a poco calaba dentro tuyo hasta volverse adictiva.
Sabía que él aún se guardaba muchas cosas para contar y claro, no lo iba a presionar a nada porque no era lo adecuado, en otras circunstancias si nos conocíamos de años lo haría pero, este no era el caso.
Me sorprendí bastante cuando pidió acompañarme y ante eso me hice rápidamente unos planes para enseñarle mi piso y si se podía pasar un poco el día con él. Esos planes se vieron interrumpidos cuando de pronto soltó que debía ir a ver a su amigo, quien había faltado a causa de su alergia y por un momento todo rastro de entusiasmo se esfumó de mi cuerpo.
Si su amigo había faltado hoy, eso significaba que probablemente él iría de nuevo mañana y suponía que se sentaría a un lado suyo, por supuesto que me tomó por sorpresa la noticia.
¿Dónde me metería mañana para sentarme?.
Todos mis pensamientos quedaron en vilo cuando una vez más él me invitó para ir con él en la casa de su amigo, acepté, más bien porque quería pasar más tiempo con alguien y de paso, por la curiosidad que tenía de saber cómo era su amigo.
Tranquilo o todo lo contrario a él.
Bien, George era totalmente diferente a él por lo que podía ver. En cuanto habíamos ingresado apenas al piso ya me sorprendió oír que había llamado "su pareja" a Lando.
Eso me dejó totalmente descolocado y el rostro del otro inglés no ayudaba en nada pero ellos parecían ser verdaderamente cercanos, demasiado.
Primero; Lando tenía la llave del piso de George ¿para qué? No lo sabía, claramente. Segundo; tenían una relación un tanto rara y sumándole que Lando dejaba un par de ropa en el piso del más alto. Eso era... interesante.
Los ingleses eran algo raros.
George se presentó luego de que Lando desapareciera hacia uno de los pasillos, hice lo mismo, él empezó tirando muchas preguntas.
-Y dime Oscar... ¿Tienes novia? ¿Novio?- inquirió curioso, sus pupilas se dilataban conforme preguntaba y daba escalofríos.
Sus ojos eran igual o peores que los de Lando, parecían que contenían más poder sobre una persona común como lo era yo. Hacen que te pierdas. Y lo último pero no menos importante, la abundancia de pestañas, eran increíbles, dejaban ver a sus ojos muy atractivos, contrastaban de alguna manera.
-Tengo novia- afirmé después de un rato, aprentando levemente los labios.
Él siguió con sus preguntas hasta que el tema llevó a Lando.
-¿Él habló primero o fuiste tú?-
-Fui yo-
-Eso suena más creíble- puso un rostro pensativo y murmuró un par de palabras tan rápidamente que no tuve tiempo de entenderlas -bueno, en algunos casos él tiende a ser un poco arisco, créeme, he visto todas sus facetas. Aunque pensé que te ignoraria porque suele hacer eso, él es taaan antisocial-
Reí suavemente ante lo que dijo.
-¿De verdad?-
-Ajá- se veía tan metido en dejar en mal posición a Lando pero estaba yo para defenderlo porque había actuado totalmente diferente a como George lo describía.
-Pues se comporta muy bien conmigo- dije finalmente.
Sonreí cuando de reojo pude ver la figura de Lando a un lado y George seguía sin creer y continuó diciendo que algo más debió pasarle al otro para actuar de esa manera.
Tan rápido como llegamos volvimos a salir, Lando parecía fastidiado con la actitud de George pero a mí me agradaba, no tuve el tiempo necesario para poder despedirme o siquiera pasarle mi número de teléfono.
Al volver a la calle y caminar por la acera Lando se disculpó por la actitud de George.
-Él... tiende a ser muy pero muy sofocante en ciertos casos, como estos, por supuesto hablaré en privado con él sobre esto-
Volví a reír y le dije que no importaba, de igual forma ambos ya me caían muy bien. Nos llevaríamos bien.
Llegamos al edificio del de rulos, él fue el que se despidió y antes que de ingresara por completo lo paré para pedirle su número, mis manos sudaron tanto que me sentí tonto por un breve momento.
Ahí fue donde una vez más nos despedimos, él sonrió ocultando sus orbes verdes e hice lo mismo.
Mientras seguí caminando pude darme cuenta de que George y él hablaban diferente. El más alto dijo perfectamente mi nombre, terminando con la "R" al final y Lando no lo decía de esa manera. Su manera era diferente, las palabras con las que hablaba eran diferentes, todo lo contrario con George.
Mismos acentos pero diferentes palabras para hablar.
Lo primero que hice al llegar fue tirarme en la cama y mandarle un mensaje a Lando.

Realmente me gustas | LandoscarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora