Visita inadvertida

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—¡Señor Jeon! ¡Señor Jeon! ¡Señor...!

El aludido detuvo sus pasos al mismo tiempo que miraba por sobre su hombro, enfocándose en la silueta de su secretaria, que apresurada se encaminaba en su dirección.

—¿Qué ocurre? —preguntó cuando la mujer se detuvo frente a él.

—Alguien está esperando por usted, señor —anunció tan pronto su respiración se reguló, como si no hubiera recorrido un tramo largo en tacones—. Según se me informó, ahora mismo se encuentra en su oficina.

—¿Y esa persona es...?

Casi de inmediato, la mujer de corta cabellera movió sus ojos hacia abajo en busca del dato solicitado en su agenda personal—. Park Jimin, señor.

Ante la contestación recibida, Seokjin a su lado le dio una mirada evaluadora. Interesado por su reacción o por saber qué hacía el mestizo allí. Ignorándola agradeció a la mujer por el aviso. Una vez se le recordó sus actividades del día, Jungkook retomó su andar. Dando grandes zancadas para dejar a su amigo atrás.

No estaba interesado en charlar sobre nada que pudiera preguntar, eso y que no tenía idea de qué hacía la criatura allí. Si se le preguntaba por ello, no sabría qué responder. La última vez que se vieron fue hace horas y éste nunca le comentó que se pasaría por su trabajo. Pero teniendo en cuenta que era de los que iban a su propio ritmo sin considerar a nadie más, no le sorprendía.

Su cabeza se sacudió con desapruebo ligero en el momento que se halló frente a la puerta de su oficina y con un suspiro se dispuso a abrirla. Al ingresar, sus ojos no tardaron en divisar la silueta de Jimin, estaba a unos pasos de su escritorio y en cuanto advirtió su presencia, sus ojos pasaron a verle y sus labios a ladear una sonrisa.

—Señor Jeon, un placer volver a verlo.

El castaño se dirigió directo a su escritorio luego de resoplar una risa sin gracia, pasando del mestizo. Sobre la superficie colocó el manuscrito corregido al que debería de darle un vistazo pronto y su vaso de café a nada de acabarse. Con esto en su lugar, se enfocó por completo en su inesperado invitado.

—¿Cómo conseguiste subir hasta aquí?

—Gracias a mis encantos y al elevador, por supuesto.

Una de sus cejas se enarcó con lo escuchado, al mismo tiempo que su mirada recorría el cuerpo del más bajo. Portaba tejanos desgastados, una camisa blanca con dos botones superiores desabrochados y para cerrar, su cabellera estaba levantada de forma que su frente quedaba al descubierto.

Su editorial no tenía código de vestimenta, pero conociendo a sus guardias, ellos se lo pensarían tres veces antes de permitir que alguien con su apariencia ingrese a sus instalaciones. Lucía arrebatador y ese era el problema, desentonaba con notoriedad. Del lugar y del resto. Además, su secretaría jamás dejaría que alguien esperara por él en su oficina. Estuviera en ella o no.

Decir que era inusual el que ahora lo hubiera hecho, sería quedarse corto.

—Estira tu brazo —pidió el noble, luego de largar una exhalación profunda. El mestizo se mostró confundido pero de todos modos le obedeció y le extendió su brazo derecho. Sus ojos castaños observaron cómo su meñique y el contrario se entrelazaban a la par que las yemas de sus pulgares se presionaban entre sí—. ¿Prometes no volver a hipnotizar a mi personal?

La resolución pareció llegar a Jimin en el instante que sus cejas se elevaron y sus labios formaron una pequeña O, para que seguidamente el desconcierto quede a un lado y la diversión se abra paso en su expresión, manifestándose en una risa.

bloodiest 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora