Confesión desgarradora

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La primera nevada llegó más pronto de lo que muchos estimaron, incluso las predicciones que se hicieron en las noticias estuvieron lejos de acertar. Noviembre y su frío no fueron bienvenidos por algunos.

Para Jungkook, no fue un acontecimiento que supusiera de grandes cambios. Pocos en realidad, en su armario la ropa abrigada fue la protagonista y en su cama las sábanas ligeras desaparecieron. Los días nublados y donde el sol apenas daba señales de estar oculto entre esas masas de cristales móviles y sin alguna forma, eran sus favoritos. Aunque no se escuchara lógico, le era relajante. Su cachorro por otro lado estaba menos activo a su causa.

Y luego de que esa reunión creativa finalizara, pensó que no sería mala idea pasarse por su tienda de mascotas de preferencia, tenía que renovar las galletas de Bam. Comprar unas distintas quizás. Dirigiéndose a su oficina, divisó las siluetas de sus amigos salir del elevador. Desde aquella conversación hace cuatro semanas, todos se habían calmado. Desde el más insistente hasta el de menor intervención. Aún habían algunos asuntos que hacían de su ambiente uno tirante pero en general, todo aparentaba haberse serenado.

En su oficina, se encargó de recoger sus cosas. Había una escritora en la que se hallaba interesado por lo que, quería darle un vistazo a su manuscrito de inmediato. Esa noche de viernes parecía ser la ideal para ello, la trama de suspenso le llamaba la atención. Colocándose su grueso abrigo y guantes, cogió su maletín en el momento exacto en que los dos mestizos abrieron la puerta. Él apenas los miró antes de indicarles que se dirigieran fuera. De camino al elevador, no hablaron. Nada inusual, últimamente los silencios parecían ser zonas seguras. Era cómodo y si no tenían nada que comentar, ¿para qué gastar palabras en banalidades innecesarias?

—Te llevo.

Ofreció Seokjin en cuanto se encontraron expuestos a la salvaje intemperie, el invierno no se había instalado hace mucho pero su presencia era innegable. Su brisa podía colorear cualquier mejilla y hacer temblar a quien no estuviera bien protegido de su caricia brusca.

Sin hallar motivos por los cuáles negarse, Jungkook accedió. Otro día iría a la tienda por los dulces de Bam. Y en esa quietud, se subió al auto del alto. Yoongi silbaba una melodía que no conocía en el asiento de copiloto mientras que él se dedicaba a mirar por la ventana. Sólo para distraerse con algo: otros vehículos que los pasaban, edificios o personas que se convertían en siluetas borrosas. Cada imagen que captaba por más distinta que fuera a la anterior, en su concepción, todas lucían insulsas. Pero esas eran las consecuencias de apagar sus emociones y decidido a no recordarlo, siguió con la misma actividad por más insatisfactoria que fuera.

Fue por sólo unos minutos, hasta que su casa estuvo ante sus ojos. A sabiendas de que sería seguido, agradeció a medias y no puso el seguro en la puerta. Por el contrario, la dejó abierta. En su perchero colocó su abrigo, se sacó sus guantes y en su sofá, dejó su maletín. Todavía no compraba una mesa de centro nueva. Un pendiente pospuesto de tantos.

Desentendiéndose de esto, se encaminó hacia la cocina. El aroma de la carne preparándose y otros condimentos que no identificaba con la misma facilidad, llenaron sus fosas. Bam advirtió de su presencia con ladridos entusiasmados.

—Seokjin y Yoongi están aquí.

Taehyung no se volteó a verlo pero asintió, en señal de haberlo escuchado. Por el resoplido que liberó, la noticia no era de sus favoritas. No lo culpaba, de nuevo había discutido con quien tenía Min por apellido. Siempre que la fecha se acercaba era igual, todos estaban tan acostumbrados que ya no suponía mayores sorpresas. Aunque honestamente, él prefería que cerraran ese ciclo de una maldita vez. Tener que actuar como mediador se volvía insoportable con los años.

Y deshaciéndose de esos pensamientos también, se giró sobre sus talones para salir. Antes de prepararse su cena, quería cambiarse a unas prendas más cómodas. En su camino a las escaleras, no se olvidó de coger su maletín. El cual pasó a yacer sobre su cama. No hurgó mucho tiempo en su armario, simplemente agarró lo primero que sus ojos vieron y etiquetaron como indicadas. Un pantalón de lana gris y una remera sencilla de color azul marino y mangas largas. No necesitaba más para estar en su casa.

bloodiest 𐙚 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora