Había decidido por fin dejarse de lamentar de si mismo. Regresó a trabajar, ya que era lo único que mantenía su mente lo suficientemente ocupada para no recordar el otro pequeño problemilla, mientras esperaba que su alfa se encargara de la cita con Hoseok y el acuerdo para empezar el tratamiento.
Porque sí, estaba convencido de que él se merecía cosas buenas, y una de ellas era la posibilidad de ser padre.
Tenía una bonita marca de enlace, un maravilloso alfa, amigos que lo adoraban y el trabajo que siempre quiso. Faltaba ese último empujoncito.
Ahora mismo, estaba en uno de lo camiones junto a parte de su escuadrón. Iban en busca de una omega de 15 años desaparecida hace casi un mes. Jimin no tenía ni siquiera cabeza para imaginarse todo lo que la pobre muchacha había sufrido ese último tiempo.
Había sido una tarea complicada el dar con su paradero, más que nada porque se encontraba en una de las fronteras del país, dónde la señal de los satélites casi no llegaba; pero Jimin, junto a su equipo de hackers, habían logrado intervenir uno de los teléfono celulares del que creían era el captor.
Se enfrentaban a una de las más peligrosas redes, y aunque estaba casi seguro de que no podrían capturar al cabecilla, por lo menos desmantelarían una de las sedes centrales.
—¡Equipo, reunidos! —vociferó el omega—. Saben el plan, tener cuidado con los omegas que puedan llegar a encontrar, ir en busca del 'Topo' y traerlo ante mí. Yo iré con el grupo "A" y Yuna dirigirá el "B", ¿estamos claros?
—¡Sí, capitán!
—Eso es. Chalecos puestos, armas arriba, sprays rociados y nadie pierda el objetivo.
Rodearon lo que parecía ser un galpón abandonado. Era enorme, pero el escuadrón que habían llevado incluso más.
Ese día, ni Jungkook ni Namjoon habían podido acompañarlos, ya que tenían que servir en otra misión, pero Jimin lejos de sentirse desamparado se sentía más seguro que nunca. Si algo le pasaba, su alfa lo sabría de inmediato.
Hizo un par de señas en lo alto y pronto todos corrían por los tres posibles accesos, delantero, trasero y por el techo.
—¡Arriba las manos, FBI! —vociferó mientras escuchaba a Yuna hacerlo al otro lado del edificio.
Yuna era una joven alfa que había ingresado hace menos de un tres meses. Había empezado en trabajos pequeños, pero pronto escaló, al momento en que Jimin notó su gran potencial. La entrenó él mismo y ahora servía como su mano derecha en los casos que Jungkook no podía asistirlo.
Recorrió con su mirada ágil cada espacio de la habitación. Era un lugar abierto, dividido por cortinas colgadas desde el techo. En las divisiones, colchonetas malolientes y residuos se encontraban esparcidos, sobre ellas, omegas desnutridos y temblantes. Definitivamente era algo horrible de apreciar.
Corrió entre el pasillo central, el único espacio no ocupado, hasta dar con una diminuta sala. Allí se encontraban los captores.
Pateó la puerta con todas sus fuerzas abriéndola de par en par. Un alfa de por lo menos dos metros junto a dos betas más, lo miraron estupefactos y pronto quisieron abalanzarse sobre él. Sin embargo, Jimin fue más rápido, propinando un balazo en cada pierna.
Los gritos ensordecedores sonaron por todo el espacio y junto a ello el intento de voz alfa.
—Ni se te ocurra usar tu voz conmigo, maldita escoria —gruñó tan potente como pudo, ocultando la mueca que le generaba el picor naciente en su marca.
Por más que la tenía cubierta por un cuello de tortuga y su uniforme junto al chaleco, no podía evitar sentirse un tanto desprotegido.
El alfa era grande y fuerte, por lo que probablemente ya estaría oliendo sus feromonas, que aunque se ocultaban con inhibidores, en cierto punto seguían ahí.
—¡Maldito omega! alimañas como tú deberían estar abriéndonos las piernas a los alfas, ¡solo sirven para eso! —gruñó el jefe mientras se retorcía por el dolor de la pierna—. Ni para eso sirves... puedo sentir lo podrido de tu vientre desde aquí.
Y esa última frase fue suficiente para Jimin. Tomó la parte trasera de su arma y golpeó la nuca del alfa, dejándolo tendido en el suelo.
Se puso de pie jadeante a la vez que quitaba su flequillo estorboso, para después girarse a uno de sus agentes.
—Llama al maldito paramédico para que corte la hemorragia. Lo quiero vivo al llegar a la estación.
—Sí, agente.
Jimin volvió a asentir antes de darse la vuelta y salir de la habitación.
Su lobo corría en círculos dentro de su pecho, jadeando y gruñendo, queriendo matar al estúpido alfa. Por el contrario, dejó que los peritos ingresaran a la oficina para tomar documentos, pruebas y todo lo necesario.
Su equipo ya se estaba encargando de los más de veinte omegas secuestrados, entre ellos la chica que buscaban, por lo que únicamente tenía que volver a llenar los formularios.
En el camino no pudo contener las lágrimas. Aunque no lo quisiera admitir, lo que el alfa había dicho caló profundo en su ser. Su lobito se revolcaba en su propia miseria, mandando olas de intranquilidad a su propio alfa. Quería a Jungkook, y lo quería ahora.
Llegaron al cuartel y él fue el primero en bajar corriendo. Se encerró en su oficina, para luego dejarse caer al sofá. Intentó con todas sus fuerzas realizar los ejercicios de respiración que su psicóloga le había recomendado en ese tipo de situaciones, pero nada parecía funcionar. Estaba entrando en pánico.
Lloró, se arañó y gimió llamando a su alfa.
Cuando creyó que iba a caer profundo, la puerta se abrió de par en par y unos brazos lo rodearon, otorgándole la paz que necesitaba.
—Shh... omega, ya está —murmuró la ronca voz en su oído.
—Yo... alfa... yo —intentó, pero los espasmos se lo impedían.
—Lo sé, dulce, no debes decirme nada. Respira conmigo, anda.
Los ojitos marrones preocupados se conectaron con los suyos. Jungkook tomó su mano y la colocó sobre su propio pecho, intentando que sintiera las respiraciones.
Al tiempo, y rodeado de muchas feromonas protectoras y lamidas esporádicas a la marca plateada, pudo volver un poco más en sí.
—Ese maldito alfa pudo sentir mi problema —murmuró doloroso.
—Estoy seguro de que no, dulce, solo lo dijo para molestarte. Es prácticamente imposible.
—Si su objetivo era joderme entonces lo consiguió.
—Pero tú lo jodiste más a él —Jungkook dijo en medio de una risa—. ¡Lo mandaste a prisión, Jim! y tanto tú cómo yo sabemos lo que les sucede ahí dentro a los que abusan de omegas. Debes estar tranquilo y orgulloso sabiendo que diste una vez más lo mejor de ti.
—Gracias, alfa, siempre sabes que decir —besó sus labios castamente, pero Jungkook tenía otros planes.
Lo tomó de la cintura, subiéndolo a su regazo y besándolo profundamente. Estaban en su oficina, ¡por el amor del universo!, y al alfa parecía no importarte para nada. Si no se detenían ahora, hasta en el piso de abajo llegarían a oler su lubricante.
—Ya —se separó, riendo al instante por el ceño fruncido de Jungkook. Parecía un tierno cachorrito—. Espera a llegar a casa.
Jungkook sonrió de lado antes de estirar una de sus manos y acariciar su pómulo con toda la delicadeza. Jimin se dejó hacer, enamorado de las caricias que el hombre debajo suyo le otorgaba sin razón alguna.
—Hice la cita con Hoseok —informó Jungkook tiempo después—. Dice que está orgulloso de que quieras hacerlo y que en un mes a más tardar llegarían los primero inyectables. Debe hacerte estudios, pero cree que todo irá bien.
—Eso espero, alfa —se dejó caer en su pecho y suspiró—. Si esto no funciona, ya no quiero probar nada más. Quiero que seamos solo tú y yo.
—Se hará a tu modo, amor —besó entre sus cabello y lo abrazó.
—Volvamos a casa.
—Solo un poco más...
Y Jimin no podría negarle nunca nada, mucho menos siendo rodeado y adormecido por el fuerte aroma del café recién hecho.
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i know your secret 𐙚 kookmin.
RomanceJimin, un agente del FBI especializado en investigaciones y rescate, se verá forzado a mantener guardado un monumental secreto. Jungkook, su nuevo compañero alfa, llegará a cambiar y revolucionar todo a su paso. ¿Será relevante la compañía del cari...