❝ Ghost ❞

848 55 9
                                    

Ship: Kellic
Advertencia: Suicidio

// —Luke Lucas - Ghost //

Narrador omnisciente

Todos en la casa de Fuentes brindaban con alegría, era año nuevo y toda la familia se había reunido. Entre las personas que estaban ahí, se encontraban Víctor y Kellin, solos, sentados en la sala de estar.
La familia del mayor nunca había aceptado la relación de Víctor con Kellin, incluso odiaban a aquel joven de cabello negro y ojos increíblemente hermosos. El pelinegro nunca había entendido por qué tanto desprecio hacia él, ¿acaso su único error había sido enamorarse de otro hombre?
Su amor hacia Víctor era tan puro y grande, que ni todos los insultos de las familias de ambos y los chicos del instituto habían logrado desgastarlo, o al menos al suyo. No era un secreto que Víctor había dejado de querer en gran parte a su novio; el amor puede contra todo, pero hay veces en que éste no es lo suficientemente grande para superar los obstáculos. El rechazo, las constantes burlas, las miradas de decepción, el odio... Todo eso era parte de la vida cotidiana de ambos chicos.
—¡Vic! ¿Por qué no vienes con nosotros? —preguntó su hermano menor con inocencia.
El moreno quería decirle la verdad; que no lo hacía porque no quería arruinarles el momento, pero bueno, prácticamente lo había hecho desde que tuvo la "maravillosa" idea de invitar a su novio a pasar el año nuevo con él.
—Aquí estamos bien Mike —respondió, pero su hermano no tomaría un 'no' como respuesta. Después de mucho insistir, logró que Víctor y su pareja fueran con ellos al patio a ver los fuegos artificiales.

A pesar de los miles de murmullos que se hicieron cuando salieron, el menor disfrutó de manera grata la vista. Le alegraba poder ver los fuegos artificiales, porque le recordaban en cierta manera a su madre, quien había tenido que irse hace poco tiempo.
Aún podía recordar sus últimas palabras antes de morir; "nunca dejes de amar por miedo al qué dirán". Cuando ella murió, también lo hizo todo el apoyo que ambos chicos recibían en su relación. Ese día también había muerto gran parte del pelinegro; Víctor y su madre eran las únicas personas a las que tenía, ellos eran su todo. En esos momentos, Kellin era tan frágil; esa era la única razón por la que su novio aún no lo había dejado, por lástima.
—Mami... ¿quién es él? —preguntó la pequeña prima del moreno, quien tan sólo tenía seis años.
—No lo mires cariño, él y tu primo son un asco, podrían contagiarte —Las palabras de la mujer habían herido a Víctor, ¿esa era su familia? Qué vergüenza. El mayor no aguantó más, y entró a la casa, subiendo directamente a su habitación, la cual estaba en el segundo piso, seguido por su novio.
—Vic... no le hagas caso —quiso darle apoyo, pero para su pareja, sus palabras ya no significaban nada.
—No... No me hables, ¿quieres? Sólo vete —dijo, seco, sin importarle como lo tomaría Kellin.
—Pe-Pero, ¿Por qué?
—¿No ves lo que provocas Kellin? ¡Por tu culpa mi familia me tiene asco! —gruñó, tratando de contener las lágrimas. Le dolía el rechazo de las personas que él más quería; muchas veces se había intentado convencerse de que sus insultos no le afectaban, pero sí que lo hacían, y mucho.
—Vic... tu familia no te tiene asco —susurró el menor, acercándose a su pareja. 
Intentó darle un abrazo, pero él moreno se alejó, asqueado.
—No me toques Kellin, no quiero que lo vuelvas a hacer. Ahora vete; vete y no vuelvas a hablarme nunca más.
—Vi-Vic... por favor, no me dejes, tú eres la única persona que no lo ha hecho, no lo hagas ahora —pidió. Mordía su labio, el cual estaba temblando, para intentar contener las lágrimas.
—¿La única? Lo dices por tu madre, ¿no? —rio cínico, y al ver que su novio no decía nada más, supo que no se equivocaba—. Maldición, ¡Tú sólo eres un patético niño que sigue llorando por la muerte de su madre! ¡Entiéndelo, ella ya murió y nunca regresará! Madura de una vez. ¿Por qué crees que murió? ¡Porque le daba vergüenza tener un hijo como tú, a todos le das asco Kellin! —Eso había sido suficiente para el chico de ojos azules y mejillas encharcadas; sintió como algo en su interior se quebraba, haciéndolo desear estar muerto.
El mayor se acercó a Kellin, pero no para darle consuelo o disculparse por sus palabras, no, lo hizo para tomarlo fuertemente de su muñeca.
—Para Vic, me estás haciendo daño —se quejó. Su piel pálida estaba comenzando a tornarse roja en donde su novio lo tenía agarrado. 
—Kellin, ¿tú me amas? —preguntó, aunque sabía la respuesta.
—S-Sí —admitió.
—Pues déjame decirte que yo a ti no, nunca lo hice, siempre estuve contigo por lástima. Y si de algo estoy seguro, es que sin ti mi vida sería mucho más fácil... No sabes cuánto deseo nunca haberte conocido.
Soltó su agarre, dejándolo libre y esta vez, el pelinegro no volvió a esperar a que el moreno le dijera que se fuera; esta vez lo por su cuenta. Se detuvo en la puerta, esperando que Víctor lo detuviera y le dijese que todo lo que había dicho era mentira, pero eso no pasó, en lugar de eso, desvió su mirada de él.

Salió por fin de la habitación con su corazón hecho pedazos. Se sentía incompleto, como si una parte de sí se la hubieran arrancado.
Bajó corriendo las escaleras, tratando de evitar a cualquier persona, pero Mike lo detuvo, agarrando su muñeca, donde anteriormente Vic le había hecho daño, haciendo que gimiera de dolor.
—¿Qué pasó? —preguntó el chico, viendo como el novio de su hermano trataba de controlar sus sollozos inútilmente.
—Nada Mike, no pasó nada —Hizo un intento de sonreír, pero sólo obtuvo una mueca como resultado—. Ahora, si me lo permites, me voy. Dile a Vic que lo amo, ¿sí?
Sin esperar respuesta, salió de la casa de los Fuentes. Y como si el mundo lo odiara, comenzó a llover a mares cuando había avanzado apenas unos cuantos metros. Bastó sólo unos cuantos segundos para que quedara empapado de pies a cabeza. Maldijo en voz baja y sin ninguna otra opción empezó a caminar hacia su casa.

En cuanto llegó, se encerró en su habitación, ignorando a su padre, quien yacía inconsciente en la sala de estar a causa de todo el alcohol que había tomado.
Recargó su espalda en la puerta de su cuarto, dejándose caer lentamente hasta que quedó sentado en el suelo.
—¿Por qué? ¿Por qué a mí? —Se preguntaba una y otra vez. Nunca le había hecho daño a nadie, siempre había intentado ser amable con todos, aunque los demás no lo fueran con él. No sabía qué hacer; se sentía perdido, sin ningún propósito en la vida. Por un momento, en su cabeza pasó la idea de hacer lo mismo que su madre había hecho; acabar con su vida.
Esa idea estuvo presente por el durante varios minutos, hasta que se decidió.

Con pasos lentos, caminó a su balcón. Estaba seguro de hacerlo, ya no tenía nada más porque luchar o vivir, porque sin Víctor, no tenía nada. No tenía a ninguna otra persona a la que recurrir, no tenía a nadie más que lo quisiera, no había nadie más que lo hiciera querer seguir viviendo.
Reunió el valor suficiente. Abrió la ventana del balcón, dejando que la brisa y el agua chocarán contra su cara, tranquilizándolo así de una manera increíble. Sus lágrimas se perdieron entre la lluvia, dándole un semblante más serio a su rostro. Sus manos se aferraron a la protección del balcón, esa que le separaba la vida y la muerte. Estaba temblando, no sólo por el frío que le calaba hasta los huesos, sino también por sus sollozos que se perdían en el viento. Nadie lo vería morir, nadie se enteraría de su dolor, nadie lloraría su muerte. Y pasó lo inevitable. Su cuerpo cayó ligero como una pluma al vacío. El impacto de su cuerpo contra el asfalto lo liberó, apenas y sintió el golpe, todo fue tan rápido, pero eso logró llevarse todo el dolor.

One Shots (boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora