17ೄྀ

416 36 0
                                    


Harry frotó sus manos y tomó varias bocanadas profundas de aire. El malestar seguía ahí lamentablemente.

— Hey, Harry — saludó Ronald — ¿Qué tal? ¿Estás preparado?

El chico no tuvo necesidad de contestar, con tan solo un vistazo a su rostro Ron comprendió que la respuesta era no

— No quiero morir

— Creía que a estas alturas ya lo sabías

— ¿El qué?

— Tú no mueres. Solo sales herido. Es un talento, nadie más habría sobrevivido en tu lugar.

— No digas tonterias

— Solo quería quitar tensión, perdona

— Tú entra a la prueba y en cuanto te veas en peligro escapa, rindete  o algo así. No le debes nada a Hogwarts. No te sacrifiques porfavor. — torpemente el pelirrojo intentó abrazar al peli negro, dando unas breves palmadas en su hombro, algo a lo que no acostumbraban.

A pesar de la torpeza del abrazo, agradeció tener apoyo.

En ese preciso instante Hermione entró a la habitación

— ¡No tienes permitido entrar aquí!

— ¡Calla Ronald!

— Harry, sigues aquí. Tendrias que ir yendo — lo rodeó fuertemente con sus brazos, permaneciendo en esta postura por un largo rato — muchísima suerte. Cuídate mucho

— Ya estaba yo para el apoyo moral. Deja esta costumbre de entrar a la habitación sin tocar, ¿quieres?

— No, no quiero

— No me vaciles

— No te vacilo

Harry sonrió, ahí estaba con sus amigos. Y aunque no podría seguir retrasando su asistencia al matadero, ese momento le agradó, todo se mantenía como de costumbre, como si nada fuese a pasar.

ˏ⸉ˋ‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‘⸊ˎ

Dumbledore explicó la tercera prueba, el propósito era llegar a la Copa de los tres Magos antes que el resto de participantes. El ganador, obtendría la fama y prestigio eterno, tentador, ¿cierto? Salvo que el coste era una amplia posibilidad de no sobrevivir al intento.

Las gradas se mantenían bulliciosas, gritos de apoyo, abucheos y muchas risas eran escuchados. Dos situaciones inversas en un mismo lugar, estaba quien se divertía viendo y aquél que luchaba con mantenerse en pie para que la ansiedad no le derrumbase.

Muy irónico a opinión del muchacho.

Entre las muchas caras eufóricas pudo discernir algunas de genuina preocupación, las de familiares y amigos cercanos mayoritariamente. Se fijó en Hermione, quién sostenía la varita en una posición de guardia, preparada para atacar  cuando fuese necesario, con los ojos abiertos como platos pendiente de todo el entorno.

Aunque el terror predominaba, verla preocupada le sacó una breve sonrisa. Por lo menos alguien si es consciente de la situación.

La corneta sonó y se adentró en el lúgubre laberinto.
Daba pasos breves, con la varita en guardia, repasando mentalmente los tantos hechizos que había practicado con Ron y Hermione.

Enfrentó a diversas criaturas misteriosas, las plantas cobraban vida y atacaban sin remordimiento alguno. En un momento dado un tronco enorme cayó sobre él aplastándole el cuerpo contra el suelo.

viaje a 1976 | harmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora