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20 de Enero de 2023. Milan, Italia.

Cuando Paulo salió de las oficinas en la que fue citado, sintió algo en el pecho. Algo que se asemejaba bastante al orgullo. Orgullo de sí mismo, si se le permitía ser un poco vanidoso. Con una sonrisa en el rostro, el cordobés se colocó los lentes de sol y llevó sus manos a los bolsillos de la campera para cubrirse del frío. 

Con la cabeza gacha caminó en dirección al estacionamiento donde estaba el auto que alquiló apenas llegó. Una vez dentro del vehículo, el cordobés suspiró de alivio cuando ya no sintió el frío polar típico de esas fechas en la ciudad. 

Antes de arrancar al auto, se abrochó el cinturón y buscó su teléfono. Tenía unos cuantos mensajes,que luego se encargaría de responder porque en ese instante solo le importaba uno. 

manu mejor amigo de leandro: leandro sale a las 2:30 de entrenar, a k hora mas o menos estarías x acá?

Paulo observó la hora: doce y media del mediodia marcaba el reloj de su télefono. Según el gps, desde Milán tenía casi dos horas en auto hasta Turín. Si todo resultaba según lo planeado, Paulo podría estar llegando a Turín justo cuando Leandro saliera de entrenar. 

Envió una respuesta rápida al amigo de su novio y apoyó el celular en un soporte que venía incorporado en el auto. Marcó su ubicación actual en el GPS y como destino escribió la dirección de Leandro. 

Si todo marchaba bien, en apróximadamente tres horas estaría entre los brazos de su novio después de casi un mes separados. 

*

Paulo no conocía Turín. Era la primera vez que vistaba la ciudad, razón por la cual, a pesar de seguir al pie de la letra el recorrido del gps, tuvo que desviarse unas cuantas veces por el tráfico pesado y terminó perdiéndose.

 Finalmente, estacionó el auto frente a la casa de Leandro a las tres y media de la tarde; desabrochó el cinturón de seguridad y agarró el teléfono. Le envió un mensaje al amigo del bonaerense y éste respondió enseguida. 

—Hola, Paulo. ¿Qué tal el viaje? —Preguntó Manu cuando le abrió el portón y le saludó con un beso en la mejilla.

—Todo bien, por suerte. Me desvíe un poco por el tránsito viste cómo es, pero ya estoy acá. 

Paulo siguió al otro hombre hacia el interior de la casa. En el living estaba la tele encendida en un canal de noticias. Sobre la mesa frente al sillón había unas botellas de agua y en uno de los sillones dormía un caniche blanco que ni siquiera se inmutó por la presencia desconocida. 

—Leandro está en la cocina —informó en voz baja Manu—, le dije que iba a salir a buscar el delivery, que no pedí, así que anda a buscarlo. Yo ya me voy, los dejo solos. 

—Gracias, Manu. De verdad, me ayudaste un montón para darle la sorpresa. No sé que hubiera hecho si no —Paulo habló con el mismo timbre de voz bajo y estrecho su mano con la del otro chico. 

Paulo apenas logró comprender la respuesta dada, porque en ese momento ya se estaba encaminando hacia el pasillo que Manu le indicó, era la cocina. Abrió la puerta despacito y lo primero que vió fue a su novio de espaldas, sentado en una silla —todavía con el equipamiento de la juventus— y mirando vídeos en su celular. 

—¿Qué fuiste a fabricar la pizza, boludo? Tengo un hambre —Leandro habló a la vez que giraba medio cuerpo, aún sentado. Cuando vió a Paulo abrió la boca y un estridente sonido se escuchó en el momento que el celular del bonarense se escapó de sus manos y cayó contra el piso—. ¿Qué? 

i wanna be your end game ⚽ paulo dybala & leandro paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora