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La habitación estaba a oscuras y la cama a su lado estaba vacía, a Paulo le costó unos segundos reconocer que esa no era su pieza. Ni siquiera era su departamento. Inmediatamente, algunos recuerdos de la madrugada inundaron su mente: después de vomitar, logró cepillarse los dientes y tomarse un ibuprofeno para el dolor de cabeza.
Dio una vista general del departamento de Leandro y finalmente habia llegado a la habitación principal. Paulo se encontró con su novio ya acostado y ni bien su cabeza tocó la almohada, se quedó dormido.

El cordobés se sentó en la cama y su vista se fijo en un reloj digital en la mesita de luz, marcaban casi las dos de la tarde del veinticinco de diciembre. Bostezó, contento de no tener resaca y de que el malestar estomacal se fue con la borrachera, y decidió levantarse para ir en búsqueda de Leandro. Le quedaban aproximadamente veinticuatro horas juntos y Paulo no pensaba despercidiar un minuto, aunque primero tenía que bañarse. 

Paulo salió de la ducha casi veinte minutos después, envuelto en una bata de baño que encontró colgada al lado de la ducha.

Antes de entrar al baño habia encontrado su mochila arriba de un sillón en la habitación, así que aprovecho para cepillarse los dientes y también humectarse la cara y las manos con crema.

 Aún con la bata puesta, salió del baño —y luego de la habitación— y fue en búsqueda de Leandro que estaba en la cocina preparando la comida. 

—Buenos días —habló primero Paulo, Leandro de giró y dejó de cortar unas frutas. 

—Buen día, mi vida. ¿Cómo estas? 

—Bien, ¿Y vos? ¿Qué estás haciendo de rico? 

Leandro le mostró un bowl con distintas frutas picadas adentro y también una bandeja de plástico envuelta en film de milanesas. 

—Corte unas frutas por si querías algo liviano para comer y tengo milanesas. ¿Cómo estás de la panza?

—Fue solo por la borrachera, estoy bien. Te acepto las frutas, pero de postre porque ahora le tengo más ganas a esas milanesas —Paulo se acercó a leer la etiqueta de las milanesas, eran de carne —. ¿Te ayudo en algo? 

—¿Querés hacer la ensalada? ¿O preferís arroz?

—Arroz, con mucha mayonesa. Es Navidad, amor, hay que comer bien y nada fitness —respondió Paulo. Él no era deportista, así que no tenía una dieta muy rigurosa pero si se cuidaba bastante durante el resto del año—. Es más, las milanesas las quiero fritas. 

Leandro estaba por encender el horno y se alejó cuando escuchó lo dicho por el cordobés. 

—Esta bien, ahí busco el sarten y el aceite. 

Sin embargo a pesar de que Leandro comenzó a fritar las milanesas, fue Paulo que continuó con el trabajo luego de que el bonaerense quemó la primera. 

—¿Nunca fritaste una milanesa? —interrogó el cordobés mientras pinchaba la carne con el tenedor y la daba vuelta. 

Leandro negó. 

—Acá siempre me las hizo mi vieja, y allá no como milanesas fritas. 

—Sacale el pan rallado que es la parte quemada y comemos la carne —Paulo guió a Leandro, para no desperdiciar la milanesa quemada.

Después de terminar con las milanesas, Paulo continuó con el arroz hasta que éste también estuvo listo. Para ese entonces, Leandro ya habia puesto la mesa.

Mientras Leandro servia la comida en los platos, Paulo aprovecho para ir a ponerse ropa y cuando volvió ya los platos estaban sobre la mesa, también habia una botella de coca-cola y Leandro puso unas velas rojas y verdes. 

i wanna be your end game ⚽ paulo dybala & leandro paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora