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Al día siguiente, mientras recorría los pasillos, todos me miraban y susurraban; incluso algunos se reían, lo cual me hacía sentir incómoda

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Al día siguiente, mientras recorría los pasillos, todos me miraban y susurraban; incluso algunos se reían, lo cual me hacía sentir incómoda.

Alguien me agarró del hombro y me volteó con brusquedad.

¡Miren a quién tenemos aquí, al perrito callejero! —gritó BamBam. Su voz retumbó en el pasillo, atrayendo las miradas curiosas y burlonas de todos.

—No sé de qué estás hablando —respondí con el corazón en la garganta, intentando a toda costa separarme de él, pero su fuerte agarre me lo impedía.

—Oh, ¿no te has enterado? —En ese momento, él sacó su teléfono y empezó a reproducir un video. Observé horrorizada cómo aparecía yo, discutiendo con las mujeres de ayer.

—Parece que la ratita no es más que un perro sin hogar, ¿verdad? —Me quedé paralizada; sentí cómo todo a mi alrededor comenzaba a dar vueltas. Quería irme, pero él no me dejaba.

—¿A dónde vas, perrito? Tú te quedas aquí.

—¿Qué te sucede? ¿Por qué me haces esto? Yo... yo no te he hecho nada —balbuceé, y sentí cómo las lágrimas traicionaban mi intento de ser fuerte. Todo esto era humillante.

—Tú, con tu simple existencia, me molestas —me agarró del cuello de la camisa, levantándome en el aire—. ¡Eres una cucaracha que debe ser aplastada!

—¡Suéltame! —comencé a patalear y, por error, lo pateé en el estómago. Por el dolor, me soltó, pero no tardó en recuperarse y esta vez me agarró del cuello.

—No debiste hacer eso —y antes de que pudiera reaccionar, su mano golpeó mi mejilla derecha, y luego la izquierda, con tanta fuerza que sentí el ardor inmediato. Después, un golpe seco en el estómago me dejó sin aliento, y caí al suelo, intentando recuperar el aire. Su mirada... era como la de él.

—Los perros deberían estar encerrados, y más los callejeros, ¿no crees? —Se inclinó, me agarró del brazo con tal fuerza que me lastimó, y me arrastró hasta el baño más cercano. Me empujó dentro, apagó la luz y cerró la puerta de un portazo. La oscuridad me envolvió, y sentí cómo mi respiración se volvía cada vez más pesada. Me dolía cada parte del cuerpo, y aunque intenté gritar, parecía que nadie me escuchaba. ¿Por qué nadie me ayudaba?

—BamBam, por favor, sá-came de aquí...

"Papá, por favor, sácame de aquí... tengo miedo... te prometo que no lo volveré a hacer..."

—BamBam, por favor... —mi voz apenas era un susurro. Escuché cómo la puerta se abría.

—¿Jihyo unnie?

—Aquí está —Jihyo venía junto a la directora.

—Señor BamBam, a mi oficina, ahora.

Antes de irse, él me lanzó una última mirada, llena de desprecio.

—¿Sabes? Ya entiendo por qué tu madre te abandonó. Eres una persona horrible, un error. Nada de lo que haces está bien. Yo también me alejaría de alguien como tú

Sus palabras me dejaron helada. Su mirada y su voz... tenían razón.

—¡Señor BamBam, ahora!

—¡Señor BamBam, ahora! —dijo la directora, y él hizo una mueca antes de alejarse. Quedé en el suelo, sintiéndome insignificante, rota. Todos me miraban, pero nadie se acercaba. Solo Jihyo extendió una mano para ayudarme a levantarme.

—Chaeng, ¿estás bien? —preguntó con una voz suave, llena de preocupación.

No pude responder. Miré alrededor y vi sus rostros. Las chicas me observaban, pero sus ojos reflejaban... ¿lástima? Incluso Mina, quien parecía mirarme con un rastro de miedo. No pude soportarlo, y salí corriendo, ignorando sus voces que me llamaban. Solo quería desaparecer.

No recuerdo cuántas horas llevo caminando, pero ya es de noche

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No recuerdo cuántas horas llevo caminando, pero ya es de noche. Decidí caminar por el parque. Había unas casas cerca, y se oían las risas de los niños que vivían en ellas. Pero una de las tantas casas llamó mi atención al ver una figura conocida. Al acercarme, confirmé mis sospechas: era él. Estaba con una mujer y una chica que parecía mayor que yo. No puede ser... tiene otra familia.

Mi respiración se volvió errática, y el mundo comenzó a girar de nuevo. Me alejé de ese lugar sin saber cómo, y llegué a un puente. Este lugar siempre me traía paz. Aquí solíamos venir con las chicas, y yo siempre decía que era mi lugar favorito porque podíamos ver mariposas. Siempre he querido ser como ellas: libres, sin miedo, capaces de volar hacia donde quisieran. Pero esta noche, el puente está solo. No hay mariposas, solo el silencio. Probablemente esperan al sol para abrir sus alas. Yo quiero unirme a ellas.

Sin pensar demasiado, me acerco a la baranda. El viento sopla fuerte y el frío me rodea. El sonido de las hojas moviéndose es lo único que rompe el silencio. Por un momento, me siento en paz, como si mis problemas no existieran. Y si solo cerrara los ojos y me dejara caer... ¿no sería tan malo?¿O sí?

¿Qué  les está pareciendo?

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¿Qué  les está pareciendo?

Espero lo disfruten.💗

wounds |MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora