Tensión hiriente

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El silencio de ambos atrajo la atención de Marcus, aún llovía, pero debían irse cuanto antes.

En una escena como esa no era conveniente quedarse, Adrián seguía justificando sus hechos; sin embargo, la emperatriz se negaba a escucharlo, no le gustaba tener que presenciar una escena de pareja, entendía el enojo de Alysa.

Él también lo estaba, pero no podía permitir que siguiera la discusión, hizo un sonido con la garganta atrayendo la mirada de ambos, Adrián lo fulminó con la mirada.

—Lamentó la interrupción, pero les recuerdo que estamos en otro territorio, que estamos frente a un cadáver y que debemos irnos. Si quieren terminar que sea en nuestro imperio —pidió

El rey detalló el cadáver por última vez, rodeó la cintura de Alysa con su mano atrayéndola a él.

—Esto puede ser muy incómodo para ti —advirtió

La levantó cargándola en sus brazos, apenas logró pensar en la acción, cuando sus ojos se perdieron en Marcus.

Intento buscar la mirada de Adrián, pero él no se la dirigió.

—Lamento que pases fríos esta noche, pero no será por mucho tiempo —musito

***

Imperio de las Bestias Divinas

Los sirvientes del castillo se asombraron al ver al rey con una chica en sus brazos moribunda, sus ropas estaban empapadas.

Su cabello se pegaba a su frente, sus labios estaban tomando un color blanco.

Paso a lado de una sirvienta dejando huellas de agua al caminar.

—Trae un pijama femenino a mi habitación —ordenó

La mujer con sorpresa asintió con la cabeza, asustada.

Marcus los abandonó a mitad de camino. Alysa en sus brazos se movió inconforme abriendo sus ojos con lentitud.

—Adrián —pronunció con dificultad

—Mi rosa ...

Entró a sus aposentos en un momento apurado, la recostó sobre su cama asegurándose de que todo esté como antes, como prueba de ello revisó el libro de hechizos el cual tenía en su interior una hoja rota.

Su dedo se aseguró en la página 745, un suspiró tranquilo salió de sus labios al ver que estaba dañada; las cosas en su imperio habían quedado intactas.

—Adrián... —mencionó Alysa

Su voz lo relajo girando el rostro donde encontró a la emperatriz abrazándose a sí misma sobre un charco de agua que corría sobre su cuerpo.

—¿Por qué no estás acostada? —preguntó acercándose a ella

La tomó de los hombros con la intención de acostarla, ella se detuvo negando con la cabeza.

—Tu cama se mojará

—Eso no importa, ¿ya comiste algo?

Alysa negó con la cabeza, frotando la cabeza sobre su pecho mojado.

Al poco tiempo la sirvienta llegó con las prendas que pidió Adrián, las dejó sobre la cama haciendo una ligera referencia.

—Trae algo de comida, para mí, la señorita y Marcus, no olvides el vino para él —comentó

Ella asintió con la cabeza.

—En seguida su majestad, ¿Desea algo más? ¿Tiene algo específico para comer? —inquirió

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