21; two words, eight letters

1.1K 73 95
                                    










CAPÍTULO 21: DOS PALABRAS, CINCO LETRAS


Mila despertó y se encontró con la imagen de Guido adormilado, ella estaba sobre su pecho, las manos de él la agarraban con delicadeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Mila despertó y se encontró con la imagen de Guido adormilado, ella estaba sobre su pecho, las manos de él la agarraban con delicadeza.

Pero había firmeza.

El rubio respiraba pausadamente, estaba tranquilo y la morocha amaba verlo de esa forma.

Que mejor que verlo de esa forma tan pura, tan angelical.

Con su mano acarició el pecho desnudo de el con cuidado viendo como el inconscientemente sonreía despacio y levemente.

Suspiró e iba a moverse pero su mano en su cintura se afirmó y el sonido de queja de él llegó.

-Guido...

-Un rato más

-No se puede

El hizo una mueca y abrió los ojos, al verla sonrió en grande para cambiar la posición en la que estaban y acostarla poniéndose encima de ella pero sosteniéndose con sus brazos en una forma de no aplastarla.

-Buen día morocha

-Buen día hermoso

Guido la besó delicadamente mientras se posicionaba entre sus piernas.

Ambos solamente querían besarse para siempre.

Luego de un rato se fueron a bañar por separado.

Mila no dejó que el la siguiera y escuchó las protestas de él, pero si ella lo dejaba acompañarla sabía que no iban a salir más.

Al salir el se metió y baño mientras ella iba a preparar el desayuno.

Cuando el ya estaba cambiado y con sus pelos algo mojados se sentó mientras tenía cara malhumorada.

La morocha rió al ver que era porque quería bañarse con ella.

Se acercó recibiendo su mirada y agarrando su cara comenzó a darle picos sin ser correspondida.

-Dale bonito, no te hagas el enojado conmigo

-Estoy enojado

-Ah, ¿si?

El asintió pero la agarró sentándola sobre el correspondiendo los picos.

-Ya estoy mejor

Ambos desayunaron entre silencio cómodo y disfrutando la comida.

Ella río y ambos se calmaron para mirarse, tenían que hablar.

Guido la alzó y fue al sillón donde volvió a sentarla en sus piernas.

El no preguntó, sabía que ella no necesitaba eso, su chica necesitaba encontrar las palabras por si misma.

-No quise irme

𝐑𝐄𝐋Á𝐌𝐏𝐀𝐆𝐎𝐒-Guido SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora