08. Sabaku No Gaara

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↳ Sabaku No Gaara ⸺ Naruto

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Sabaku No Gaara Naruto

Sentada en la oficina del Kazekage, Olivia admiraba los intrincados diseños del edificio de la aldea de la Arena. Junto a ella, el Kazekage Gaara permanecía de pie, con su característica expresión serena pero penetrante.

—Es impresionante cómo han reconstruido la aldea después de lo que ocasionó Deidara —comentó Liv, admirando los detalles arquitectónicos que rodeaban la oficina.

—Sí, ha sido un largo camino —respondió con calma, su mirada fija en el paisaje fuera de la ventana.

En ese momento, Kankuro entró a la oficina, con un montón de papeles en las manos.

—Hey, chicos. Necesito un favor. ¿Podrían salir un rato? Tengo que organizar algunos documentos aquí —dijo, sonriendo.

Gaara asintió, entendiendo la situación.

—Claro, Kankuro. Vamos a dar un paseo —respondió, con una sonrisa leve dirigida a Olivia.

Una vez fuera de la oficina, comenzaron a caminar por los pasillos tranquilos del edificio administrativo. La conversación fluía fácilmente entre ellos, compartiendo historias sobre sus respectivos pasados, sueños y desafíos enfrentados. Pronto, ambos se dieron cuenta de la conexión especial que había entre ellos, una sensación de comprensión y apoyo mutuo que les resultaba reconfortante.

Mientras caminaban por los jardines bien cuidados de la aldea, Gaara sintió que era el momento adecuado para confesar algo que había estado pensando desde hacía tiempo.

—Liv, hay algo que quiero decirte —empezó, su tono de voz reflejando una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

Olivia lo miró con curiosidad, notando la seriedad en su expresión.

—¿Qué pasa, Gaara? —preguntó ella, intrigada por sus palabras.

Sin embargo, antes de que Gaara pudiera continuar, Temari apareció de repente, interrumpiendo el momento.

—¡Chicos! Perdón por interrumpir, pero quería saludarlos —anunció, con una mirada divertida en su rostro.

Gaara y Temari intercambiaron una mirada cómplice, su hermana entendía lo que sentía su hermano y le quería ayudar, pero evidentemente no le estaba yendo muy bien.

— Me gustaría quedarme a charlar, pero debo ayudar con el entrenamiento así que nos vemos... Cuñada —antes de salir corriendo le guiño un ojo a su hermano y soltó una carcajada.

La chica frunció el ceño, — ¿Cuñada?

— Ignórala —respondió rápidamente el kazekage, con un leve sonrojo.

Liv río por lo bajo y ambos siguieron caminando por el lugar, tratando de ignorar lo sucedió hace un momento. Las calles estaban llenas de vida, con vendedores ambulantes ofreciendo frutas frescas y artesanías coloridas que contrastaban con el tono cálido de la arena. Los habitantes de la aldea, vestidos con túnicas ligeras para soportar el clima árido, iban y venían, algunos apresurados en sus quehaceres diarios, mientras que otros se detenían a charlar animadamente en las plazas decoradas con fuentes de agua que refrescaban el ambiente.

El sol del atardecer pintaba las casas y los callejones con tonos dorados y anaranjados, creando un espectáculo visual único que Gaara y Olivia disfrutaban mientras intercambiaban anécdotas y risas en su recorrido.

—¿Te gustaría ir a comprar algunas flores? —sugirió el pelirrojo de repente, deteniéndose frente a una tienda de flores exóticas.

—¡Claro! Me encantan las flores —exclamó con entusiasmo.

Entraron a la tienda y se sumergieron en un mundo de fragancias y colores. Gaara observaba a Olivia con una sonrisa suave mientras ella elegía cuidadosamente algunas flores para comprar, siempre le gustaba admirarla en silencio.

Después de comprar las flores, salieron de la tienda y se dirigieron hacia una colina en las afueras de la aldea. Desde allí, tenían una vista espectacular del desierto iluminado por el sol poniente.

—Es hermoso —susurró Olivia, asombrada por la belleza del paisaje.

Gaara se sentó en el suelo, invitándola a hacer lo mismo. Juntos, observaron el atardecer, el cielo pintado de tonos cálidos y dorados mientras las sombras se alargaban sobre la arena.

—¿Te sientes bien aquí? —preguntó, observando con curiosidad genuina.

—Sí, me siento muy bien. Es como si el tiempo se detuviera en este momento —respondió Liv, con una sonrisa sincera.

El silencio se extendió como una manta cálida sobre ellos, envolviéndolos en una atmósfera de paz y serenidad. Mientras observaban el atardecer, los tonos dorados y anaranjados del cielo se fundían con los colores suaves de la arena y las flores que habían adquirido, creando un cuadro de belleza natural que parecía detener el tiempo mismo. Gaara, por lo general reservado en sus expresiones, mostraba una faceta más suave y contemplativa, reflejando en sus ojos la calma que sentía en ese momento.

Después de un rato que pareció breve y eterno al mismo tiempo, Gaara tomó una flor silvestre con delicadeza y la colocó con destreza en el cabello de Olivia. El contraste entre la suavidad de la flor y la fuerza tranquila de Gaara generaba una imagen encantadora, como si la naturaleza misma estuviera celebrando su unión en ese instante.

Luego, con un movimiento suave de su mano, Gaara utilizó su poder sobre la arena para formar una figura delicada de Liv, capturando su belleza y gracia en cada detalle de arena. La figura de arena parecía cobrar vida bajo sus habilidosas manos, añadiendo un toque mágico al momento.

—Gracias por este hermoso gesto —dijo Olivia, con una mezcla de emoción y sorpresa en su voz, mientras observaba admirada la figura de arena que Gaara había creado.

—Es un placer para mí hacer algo especial para ti —respondió, con su voz tranquila pero llena de calidez, revelando la gratitud que sentía por compartir ese momento único con ella.

El sol finalmente se ocultó por completo, dejando un cielo estrellado sobre la aldea de la Arena. Ambos se levantaron de la colina, caminando de regreso hacia la aldea mientras la noche avanzaba lentamente. Con cada paso, sentían la conexión especial que habían compartido en ese atardecer mágico.

Ya de vuelta en la aldea, frente al edificio de la oficina del Kazekage, Gaara se detuvo y miró a Olivia a los ojos. Había algo diferente en la forma en que la miraba, algo más íntimo y profundo.

Sin decir una palabra, Gaara se acercó lentamente a ella y, con una suavidad inesperada, capturó sus labios en un beso tierno pero apasionado. Olivia se sorprendió al principio, pero pronto se dejó llevar por la emoción del momento, respondiendo al beso con igual intensidad.

Cuando finalmente se separaron, sus corazones latían al unísono, el silencio lleno de significado entre ellos.

—Eso fue... —comenzó Olivia, buscando las palabras adecuadas y con un leve rubor en sus mejillas.

—Sí, fue especial —concluyó Gaara, con una sonrisa suave pero significativa.

El aire nocturno se llenó de una sensación de expectación mientras ambos se miraban el uno al otro, conscientes de que este atardecer había marcado el comienzo de algo nuevo y emocionante entre ellos.







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