Actividad Cultural

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Lena


Dos bofetadas a mi autoestima en un solo día y por parte de la misma chica, ya sonaba a masoquismo por mi parte. ¿Debería rendirme y dejar de insistirle?

—Deberías rendirte y dejar de insistirle, Lena. Luces patética prácticamente rogándole porque te deje acercarte a ella
—dijo Nastya la más sutil, como si leyera mis pensamientos, luego de hacerle una video llamada para contarle lo que pasó.

—No lo sé... ¿En verdad es necesario que me trate tan fríamente? —resoplé con frustración.

—¿Y si en lugar de ser tan intensa, mejor la tratas con indiferencia? Tal vez al darse cuenta de tu cambio de actitud hacia ella, le resultes más interesante... O de plano le das igual y te jodes —formuló una teoría que me puso a pensar.

—Tal vez tengas razón... ¡Aunque no sé como hacer eso! —me rasqué la mejilla, pensativa.

—Solo has todo lo contrario de lo que has hecho hasta ahora con ella... En serio no sé para que te ando dando consejos, igual no me escuchas y haces lo que te dé la gana
—sentenció al ver mi expresión cuando me propuso su idea.

—¡Lo haré Nastya, esta vez haré caso a tu consejo! —le aseguré poniendo una mano en mi pecho a modo de promesa.

—¡Dices tú! En fin, nos vemos mañana en la uni. Tengo cosas que hacer además de escuchar tus tragicomedias con esa chica.

—Está bien, hasta mañana gruñona...

Al día siguiente, dejé a mi hermana en su escuela porque mamá tuvo que irse más temprano al hospital. Esperé el autobús con paciencia pues iba relativamente temprano hacia la universidad, al llegar a mi parada, me subí y noté que Yulia estaba allí.

¡Disimula Lena, no sonrías!

Pasé de largo y me senté unos asientos más lejos de ella... ¡Bien, puedo hacerlo! Durante el viaje en autobús no dejé de mirarla con algo de temor a que volteara a mirarme también, pero no lo hizo.

Al bajarse, esperé a que otros bajaran primero y mantuve mi distancia con ella. Me picaban los pies por alcanzarla y hablarle, pero debía seguir el consejo de Nastya.

De repente, frente a la entrada de la universidad y a medio camino se detuvo mirando su celular. Logré alcanzarla e incluso rebasarla, yo seguí caminando sin alterar la velocidad que hasta ese momento llevaba. Fue entonces cuando la escuché gritar mi nombre, tomándome por sorpresa.

«Lena, oye espera»

Me detuve por inercia.

¡Aahh, me llamó! ¡Ella me llamó a mí y no al contrario! Debo respirar, debo calmarme... ¡Esa desgraciada de Nastya tenía razón, debo felicitarla luego!

Esperé unos segundos, tratando de calmar mi emoción. Pero ella no dijo nada más y ni siquiera se me acercó correctamente, si ella no daba el siguiente paso y yo me giraba en su dirección, seguramente Nastya diría que luzco como una tonta desesperada.

No me quedó más opción que seguir mi camino como si no la hubiese escuchado. ¡Pero que ganas de hablarle tenía, rayos!

La universidad parecía inusualmente muy concurrida este día, los pasillos llenos de estudiantes que iban de un lado al otro. Muchos con carteles, otros con adornos o materiales de decoración que llevaban en dirección a las canchas deportivas o al anfiteatro.

Me fijé lo que ponía en un mural, los equipos deportivos tendrían actividades competitivas el fin de semana y los estudiantes de artes escénicas realizarían una obra de teatro.

Cierto... Esto es lo que Yulia estaba mirando el día anterior.

*
*

Al terminar mis clases, me apresuré a llegar a la parada para tomar el autobús y pasar a recoger a Katherina. No esperé volver a encontrarme con Yulia allí también.

No me dijo nada, yo no le dije nada... ¡Que tortura! Ganas no me faltaban de volver a hablarle y escuchar su enigmatica voz, aunque fuese para decirme que no la moleste.

Pero me di cuenta que esta vez era ella quien me miraba desde su asiento al momento de subir al autobús, pues yo me quedé de pie cerca de la salida y hubo un instante en el que hicimos contacto visual.

Ella retiró su mirada al darse cuenta, yo tuve que hacer lo mismo y mirar hacia otro lado pues sentía mi cara arder de la emoción...

Una señora aparentemente chismosa pareció darse cuenta y me miró con ojos juzgadores, para luego reírse de mí. (Csm)

Me bajé donde debía y el autobús pasó frente a mí antes de poder dirigirme a cruzar la calle, por lo que pude ver a Yulia una última vez ese día. Su ventana daba directo a mí, la miré fijamente y le sonreí... ¡¡Lo que nunca me esperé fue que ella me devolviera la sonrisa!!

Fue una sonrisa suave y delicada, pero estoy segura que me sonrió ¡no lo imaginé!

¡Mis mejillas nunca antes habían estado más rojas que mi cabello, hasta ahora! ¡Rayos, me estoy comportando como una boba adolescente!

*
*

Ya era jueves, mamá tuvo tiempo de dejar a Katherina en su escuela y de paso me dejaría a mí en la universidad.

—Últimamente te noto con cambios de humor muy variados —expresó mi mamá al verme tararear una canción, íbamos en el auto—. ¿Todo está bien?

—Si mamá, todo bien —respondí indiferente, pero con una sonrisa.

—¿Has hablado con Andrea?

¡Uh! En cuanto la mencionó, se me apagó el procesador en el cerebro...

—¡Oh, parece que mencionarla diluyó tu ánimo —dijo al darse cuenta de mi expresión.

—No he hablado con ella en semanas, mamá. Al parecer está muy ocupada como para atender una simple video llamada o responder al chat —respondí firmemente—. Y no quiero hablar de ella ahora, por favor.

—Está bien, lo entiendo hija... Mhm, ¿has conocido a alguien más? Si no es por ella por quien has estado tan alegre, entonces...

—Ehh, bueno... ¡Ay mira, allí va Nastya! Déjame bajarme aquí, iré caminando con ella.

Como caída del cielo, Nastya iba caminado a dos cuadras de la universidad. Justo a tiempo para salvarme de una conversación incómoda con mi madre.

Me bajé del auto, despidiéndome de mamá con la mano e inmediatamente alcanzando a Nastya. Se sorprendió un poco al verme pues le jugué una broma, pero en cuanto le conté que tenía chisme fresco, se recompuso y empezamos a hablar.

La puse al día con lo de Yulia, ella presumió de haber tenido la razón y entre risa y conversación, cada una tomó dirección hacia su clase...

El día fue un poco pesado y a eso había que sumarle que en ningún momento y en ningún lugar pude encontrarme con Yulia.

¿Habrá venido a clases?

Pues nada, me dirigí a la biblioteca para realizar algunas tareas, teniendo en cuenta que no tenía que pasar por Katherina hasta más tarde.

Entré, busqué los libros que necesitaba y me dirigí a una de las mesas para empezar con mis tareas... Llevaba ya una hora allí  cuando de pronto alguien se acercó a mi mesa.

No le presté atención, la persona parecía titubear un poco, pero colocó sobre mi libreta un volante con información sobre la obra de teatro que presentarían los de artes escénicas el sábado.

Me quedé mirando la volante, luego miré a aquella persona que resultó ser Yulia y vi como se alejaba rápidamente de allí sin darme oportunidad de actuar o decir algo.

Me quedé en shock al mirar el reverso del volante, tenía algo anotado a mano.

«Este es mi número» 

Seguido estaba anotado el número y ponía algo más.

«Me gustaría ver la obra que van a presentar»

Rojo y Azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora