30 días de OTP (VARIGO) [+18]

Felación

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— Lo lamento... — Era la única frase que Varian era capaz de decir desde que habían obtenido el cuarto tótem... A muy duras penas — Juro que yo...

— Varian, en serio está bien, tranquilo. — En rubio, por su parte, se esforzó para esbozar la sonrisa más convincente que podía, tratando de ignorar el dolor que recorría cada terminación nerviosa existente de su cuerpo — Tenemos el tótem, ¿no? Eso es lo importante...

— ¡No! No está bien... No digas eso...

En su impotencia, el ojizarco abrazó al rubio muy delicadamente para evitarle más dolor, observando con sus ojos humedecidos por las lágrimas la profunda herida en el abdomen de su novio, ahora cubierta con gasas y vendas.

Todo solo porque Hugo quiso protegerlo de aquél ataque.

— Yo... No debí haber aceptado compañía si sabía que el viaje iba a ser tan peligroso — Explicó — No debí ponerte en esa situación...

— Varian... — Hugo sonrió, acariciando suavemente la mejilla del alquimista — Yo vine voluntariamente sabiendo a lo que me arriesgaba, como todos... No es tu culpa...

Aquello pareció no ser suficiente para Varian, quien seguía con la vista fija en el torso de su novio.
Parecía casi un chiste cruel que todas las personas que él quería sufrieran por su culpa... O al menos por causa suya.

— Hugh... ¿Puedes prometerme una cosa?...

Aquel tono de voz no le había gustado nada al ladrón; aún así, decidió responder.

— Claro, Var... Lo que sea...

—...Nunca vuelvas a arriesgar tu vida por mí...

La respuesta del rubio fue inmediata y  directa, mientras se acomodaba para quedar sentado en la cama.

— Ni lo sueñes... No puedo prometerte algo que no puedo cumplir.

— Dijiste "Lo que sea”

— No esperaba que me pidieras eso...

El ambiente romántico definitivamente se había roto, asiendo que el menor se separara del abrazo mientras miraba a Hugo con reproche y se cruzaba de brazos.

— A veces eres demasiado terco, Rottenwange...

— Mira quién lo dice...

— ¡Pues perdón por querer cuidar a mi novio! — La expresión del ojizarco se endureció — ¿Porque te es tan difícil entender que no quiero que nada te pase?...

— Porque yo no quiero que nada te pase a tí...

—¡Hugo, por Dios! ¡No necesito qué me cuides!

—¿¡Sí!? ¡Pues lo qué pasó hace rato dice otra cosa!