20.

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Se detuvo a leer la descripción y sintió como el corazón se le encogía.

La noche que le dije a Martin que era una estrella.

Martin tuvo que tragarse sus lágrimas cuando amenazaron con salir. No pudo evitar recordar aquella noche.

Me encanta estar aquí mirando las estrellas, me recuerdan a ti.
-Y eso por qué?

-Si pienso en una estrella automáticamente pienso en Martin, no lo puedo evitar. Además, pienso que eres un poco estrella

-Soy una estrella?
-Lo eres Martin, brillas con luz propia como ellas, no necesitas a nada ni a nadie para hacerlo, es tu esencia lo que reluce.

Martin pasaba sus dedos sobre aquella foto, recordando también como todo había cambiado desde entonces.

-Podemos seguir rellenándolo con las fotos que hagas con la cámara. —Juanjo decidió romper el silencio, los nervios le consumían y necesitaba saber que pensaba el menor—
-Juanjo, —Martin giró su cara de nuevo para poder mirar al mayor a los ojos— es el mejor regalo que me han hecho nunca.
-Mejor que la camiseta con mi cara? —dijo el maño levantando una ceja, y Martin rio recordando aquel cumpleaños en el que Juanjo le regaló una camiseta con su cara y que debajo ponía Juanjo Bona es el mejor
-Lo siento, pero sí, es mucho mejor que la camiseta.
-Martin, yo... —Juanjo se detuvo un momento, intentando tranquilizarse, pero era incapaz— quería hablar contigo.

Martin soltó aquel libro hecho a mano, y giró su cuerpo para poder estar completamente de frente al mayor. Este sujetó las manos del vasco entre las suyas y lo miró fijamente antes de comenzar a hablar.

-Lo siento Martin, el otro día, yo... —Juanjo bajo su mirada— o sea tu... —suspiró exasperado y volvió a mirar a su amigo— No soy bueno con las palabras, no lo he sido nunca, ya lo sabes. No sabes lo arrepentido que estoy de no haberte dicho el otro día lo que tenía que decirte, pero es que me asusté y tú, estabas tan convencido de que no sentía lo mismo por ti, yo pensaba que era suficiente con mis actos, que no hacía falta nada más.
-Juanjo... —Juanjo negó, se negaba a ser interrumpido de nuevo—
-Déjame terminar. Me dolió que tuvieses tan claro que no podías gustarme, pero entendí que quizás tú necesitabas escucharlo. Pero no te lo puedo decir Martin, esto es todo lo que te puedo dar ahora mismo.
-Juanjo.
-Dame una oportunidad Martin, dame tiempo. Y yo sé que al final te lo diré todo, todo lo que tengo aquí guardado, yo... —Martin subió sus manos y sujetó la cara del mayor por ambos lados, obligándolo a mirarle fijamente—
-Juanjo. —el mayor se detuvo abruptamente— No necesito más, todo esto —miró hacia los regalos— esto —dijo mirando de nuevo a Juanjo— tú, es más que suficiente.

Juanjo sonrió, aliviado, y Martin no pudo seguir aguantándose las ganas y se acercó al maño para unir sus labios. Un beso hambriento y desenfrenado, un beso que demostraba cuánto habían ansiado estar así. Juanjo mordió levemente el labio inferior del menor, lo que provocó que este soltase un jadeo. El maño sonrió sin separar sus labios al escucharle y con sus manos, guió al otro chico para que se sentase sobre él, con sus piernas hacia un lado del cuerpo del mayor y rodeándole el cuello con sus brazos.

Juanjo se separó y Martin suspiró a regañadientes, lo cual hizo que el mayor soltase un pequeña carcajada.

-Hay masa para tortitas en la cocina. —Martin lo miró con el ceño fruncido—
-Y?
-No quieres? Te encanta desayunar tortitas.
-A ver, si en una balanza ponemos desayunar tortitas o seguir disfrutando de tus besos, creo que le pueden dar a las tortitas, Juanjo.
-Martin! —Juanjo intentó reñirle al menor pero no pudo ocultar su diversión ante aquel comentario— Vamos a la cocina anda, que a mí sí me apetecen las tortitas.

Martin puso los ojos en blanco pero sin embargo se levantó de las piernas del menor, Juanjo lo imitó y con sus manos entrelazadas, fueron hasta la cocina.
Juanjo cocinó la mezcla que previamente había preparado mientras que Martin se encargaba de colocar los platos, cubiertos y los siropes.
Cuando todo estuvo listo, ambos se sentaron juntos a desayunar aquellas tortitas, sintiéndose plenamente felices, pues estaban disfrutando de la compañía del otro, estaban bien, iban a intentarlo y estaban juntos, que era lo único que les importaba.

-Dios, están riquísimas.
-Ves? Y tú no querías.
-Bueno, tus besos están mucho mejor. —Juanjo bajo su mirada a su plato mientras sentía como se sonrojaba—
-Puedes parar de decirlo?
-Por qué?
-Porque no hace falta que lo estés diciendo todo el rato. —Martin intentaba hacer contacto visual con el mayor pero era imposible, este se negaba a subir su cabeza—
-Te molesta? —Juanjo subió su mirada y al conectarla con el vasco, este se dio cuenta, sonriendo—
-No, no me molesta.
-Que pasa? Te da vergüenza, Juanjo? —el menor sonreía burlonamente—
-No. —el maño bajo su vista de nuevo a su plato, intentado cortar un trozo de tortita sin éxito, siendo absolutamente torpe debido a los nervios—
-No me puedo creer que te de vergüenza que te diga que me encanta que me beses. —Martin lo hizo a propósito y Juanjo subió su mirada hacia él, intentando ocultar su evidente vergüenza como muy bien había adivinado el vasco—
-Te he dicho que no me da vergüenza.
-Ah no?

Martin se inclinó hacia el mayor y este sintió como todo el cuerpo le temblaba, pero el sonido proveniente del móvil del menor hizo que se separasen. Ambos miraron la pantalla y al ver de quién se trataba, se volvieron a mirar, esta vez con una expresión seria, sintiendo como el ambiente entre ellos se volvía más denso y pesado.

-Mañana hablaré con él.
-Vale. —Juanjo se levantó de la mesa recogiendo los platos—
-Juanjo. —el maño no dijo nada por lo que Martin se levantó y le dio un abrazo por la espalda—
-Quiero estar contigo Juanjo, mañana hablaré con él, le contaré lo que pasa y ya está.

Juanjo suspiró y se giró para poder mirar al vasco a los ojos.

-Perdón, es que pienso en el y no puedo evitar que me entren los celos. —Martin abrió su boca con un gesto divertido—
-Acabas de admitir que te ponía celoso! —Juanjo se giró para seguir lavando los platos—
-Eso es mentira y lo pienso negar hasta el fin de mis días.

Martin soltó una carcajada pero no dijo nada más. Al fin y al cabo, ambos sabían que sí lo había admitido y no dudaría en recordárselo para picarle más adelante si lo creía necesario. Cuando todo el desayuno estuvo recogido, los chicos se abrazaron y volvieron a unir sus labios de nuevo. Labios que solo habían estado separados una hora quizás, pero que para ellos se había sentido como una eternidad.

-Me acompañas al piso Ruski? —dijo Martin separándose de aquel beso, Juanjo lo miró de manera triste—
-Pensaba que después de esto volverías aquí, conmigo. —el vasco se rio bajito y miró con ternura al maño— Quiero decir, si te quieres quedar allí, lo entenderé. —el menor negó frenéticamente con su cabeza y se acercó para dejar un pico en los labios de Juanjo—
-Quiero que me acompañes para coger mis cosas, y también para explicarle a Ruslana porque nunca volví al piso. —Juanjo miraba divertido a Martin—
-No deberías de preocuparte mucho por ella, no creo que ella esté muy preocupada por ti. —el menor levantó una ceja mientras miraba al otro chico—
-Lo tenías todo planeado?
-Absolutamente todo. —dijo el maño con una sonrisa mientras le daba un corto beso al menor— Venga, vamos Pumu.

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Chiquis que yo había escrito esto esta mañana y pensaba que lo había subido hahahahaha

Bueno pues aquí lo tenéis, parece que todo empieza a ir a mejor no? Parece... 👀

Bueno espero que os haya gustado! Como siempre os digo estaré esperando vuestras reacciones y mil gracias por el apoyo a la historia 🫶🏻🫶🏻😭🥰

what i'd be without you - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora