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Cada vez sus pies se siente más pesados, su respiración se vuelve más lenta, el sudor corre por sus frentes mientras la fría brisa de la noche los acompaña.

Han pasado unas horas desde que salieron de aquella casa, caminaron sin rumbo pidiéndole al cielo que los guiará para salir del extenso bosque.

Permanecen en silencio , cada uno metido en sus pensamientos, buscando una solución a tan desafortunada situación.

—Lexi—le llamó Norman.

La joven voltea a ver como él señala a un costado.

¡Al fin!.

Se ven las luces del pueblo.

Lexi toma la mano de Norman y corren en esa dirección.

—¿ahora qué? —dice la joven al salir a una de las calles iluminadas por el alumbrado público.

—no lo sé—le responde con la respiración agitada.

Lexi cierra sus ojos y maldice por dentro. No puede estar pasando ésto, luego de escapar no saben que hacer. ¿¡Enserio!?

¿Será el miedo que afecta su sentido común?.

—no estoy familiarizado con éste lugar, creo que lo primero es buscar ayuda...

—¿con la policía? —indaga—no es bueno para tí, no después de lo que sucedió con Orville, de seguro la policía mando boletines buscandote.

Cierto, Norman lo olvidó.

—tengo un plan—dice la joven—aunque no estoy segura si funcionará.

—debemos intentarlo, si queremos huir de ellos y mantenernos a salvó hay que hacerlo.

Ella asintió.

—prometo que intentaré todo para que pueda librarme de está pesadilla y que tú demuestres tu inocencia.

Norman apenas sonríe, sabiendo que la inocencia que Lexi menciona no existe por completo, si... Aedus lo amenazó con hacer aquellos asesinatos más sin embargo sus manos están manchadas de sangre inocente.

—¿que se te ocurre?

—estoy casi segura que éste es el camino que pasamos cuando venía con Caleb en auto, esa casa—señala al frente—tiene un hermos jardín de rosas, recuerdo que me llamó la atención ya que es el único jardín con sólo rosas rojas, a unos metros yendo a la izquierda está el hotel donde Caleb dejó a su abuela.

—¿piensas hablar con ella?—dijo confuso

—si—afirma decidida—tengo muchas preguntas que hacerle, quizá si conocemos un poco más de los hermanos podamos obtener algún tipo de debilidad, digo... todos tenemos una ¿no?

—¿y si están vigilandola?

—es un riesgo, pero ella se quedó sola, Caleb no habló con nadie cuando la dejó.

—puede ser—suspiró—sin embargo quizás hay cámaras como las tenían en la casa.

—lo sé, lo único que podemos hacer es confiar que estén buscandonos del otro lado del bosque y así nos de tiempo de hablar con ella.

Norman apretó sus manos que siguen unidas y le pide que lo guíe.

Llegando al hotel, caminan a la recepción, una mujer los recibe con una sonrisa y les pregunta si tienen reservación, Norman niega.

—en realidad busco a una persona, está hospedada aquí—habló.

—si tiene el nombre de la persona y número de habitación con gusto lo anunciaré con el huésped.

—olvidé el número de habitación, pero su nombre es Fabiola Darwin.

La mujer los mira con desconfianza.

—es mi abuela, junto con mi hermano pasamos a dejarla hace unos dias—dice Lexi.

—¡oh!—sonríe—el apuesto chico y tú son sus nietos, la belleza de él sigue siendo el centro de nuestras charlas, ¿tiene novia?

—si tiene—menciona la joven—entonces sería tan amable de decirle que estamos aquí.

—es una lástima—susurra—está bien, dime tu nombre y le llamaré a la habitación.

—dígale que Aedus la busca—habla Norman.

Así la anciana los recibirá sin sospecha.

La mujer llama por teléfono, intercambian palabras y les indica que la anciana los recibirá.

Le agradecen y buscan el ascensor. Ya arriba Lexi marca el piso 3.

Unos segundos después y el ascensor se abre en ese piso.

Norman jala suavemente a Lexi de su mano y buscan la habitación 32.

Ya frente a la puerta ambos respiran profundo y Norman toca la puerta la cuál no tarda en ser abierta.

—lo supuse—dijo la anciana al verlos.

Se hace a un lado y ambos entran.

La habitación es pequeña, una ventana a un costado permite ver directo a la calle, una lámpara alumbra las cuatro paredes, Norman notó que el baño queda a un lado de la cama, así que si tiene que esconderse o escapar la tienen difícil.

—no sé si son estúpidos o inteligentes—menciona la anciana mientras se sienta en la cama.

Lexi se sienta junto a ella y Norman se queda de pie junto a la puerta.

—tengo que preguntar....

—¿sabes...—interrumpe a Lexi—...que con una llamada mis nietos vendrán?

—quiero pensar que muy dentro de su corazón usted los ama.

—¿me dices eso por lo que dijo Caleb? , ¿de que nunca me importaron?

—necesitamos cualquier información que nos lleve a detenerlos—dice Norman.

La anciana baja la mirada y al contrario de lo que se imaginaron, empieza hablar.

—les diré todo.

—me gustaría que se saltara lo trágico de sus vidas y fuera directo a dónde esos imbéciles comenzaron con sus atrocidades.

—ellos...

El ceño de Norman se frunce conforme la escucha.

Las palabras de aquella anciana no hacen más que confundirlo.

¿Tiene que ser una broma?.

¿¡Eso es lo que pasó!?.

AEDUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora