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—muchas veces pensé que si quizás alguien, quien fuese, hubiera mostrado una pizca de interés por mi, el final de esta historia sería distinto—Aedus se arrodilló frente a Lexi y observó las manos atadas con una soga, las muñecas de la joven están rojizas y estiró sus manos con intención de tocarlas, sin embargo las lágrimas de ella interrumpieron su acción.
—¿dirás el mismos discurso cliché sobre que tuviste una infancia difícil? —Norman ríe incrédulo—¿en verdad quieres verte como la víctima?
Aedus se levantó y camino a los detectives quedando a una distancia corta.
—¿me crees una víctima? —suspira—por supuesto que no, nadie me considerará de esa manera, estaría perdiendo el tiempo con tratar de convencerlos, pero aquí estoy mostrando lo que hago—hace un movimiento con su cabeza y Caleb le pasa un arma—soy un maldito, con problemas de personalidad, que no sabe controlar sus emociones, aun así entiendo que lo que hago es abominable, que nunca tendré un perdón, ni de las familias de aquellos a quienes les arrebate su aliento, ni de las almas de quienes me persiguen en mis pesadillas, ella—desvía su mirada a Lexi—es mi último acto, con ella termina todo.
—¿a que te refieres con todo? —habló Morton
—debajo de las escaleras hay un pequeño cofre escondido, ahí dentro está una libreta, contiene la información que la policía necesita para refundirme en prisión, por supuesto también están las confesiones de mis hermanos sobre los asesinatos en los que fueron cómplices.
—¿asi de fácil?—dice Norman confuso
—claro que hay condiciones—menciona Caleb—mi abuela tiene cáncer, está en etapa terminal, ella sabe de los asesinatos, aun así queremos protegerla así como lo hizo con nosotros, esa mujer nos crió, nos dió de comer, hizo lo que pudo, talvez crean que es una persona sin corazón porque aún sabiendo lo que hacemos nunca intervino de ninguna manera, pero.... Sabemos que lo hizo para mantener la ilusión de su familia intacta
—dejenla morir en su hogar, no en una celda—dijo Dany.
—¿porque? —indaga Norman—¿porque ahora? ¿Porque éste arrepentimiento?—¿arrepentimiento? —Aedus rió a carcajadas—detective, torturamos, degollamos, desmembramos a extraños por puro placer, ¿acaso es tan ingenuo de pensar que nosostros tenemos arrepentimientos?.... Pues no, simplemente llegó el momento de cambiar la página
—no te entiendo, ni nunca lo haré—habla Morton—buenas calificaciones, buenos en deportes, en artes, atractivos de nacimiento y aún así podridos de mente, no sé cómo, ni en que momento surgió tanta maldad en ustedes tres, de lo que estoy seguro es que un hijo de puta como tú no merece hacer un trato. Y si...tu abuela no los ayudó en asesinar a tantos inocentes, sin embargo lo sabía y prefirió no hacer nada, así que ella también pagará por ese silencio.
La esquina del labio superior de Aedus tembló. Apretó sus dientes y apretó con fuerza el arma en su mano.
Su mente divago unos instantes, planeando su siguiente movimiento.
Si no tenía cuidado ésto se le puede ir de las manos. Si hace algo estúpido, se terminó, no cabe las posibilidades de salir librado así como así, entonces ¿que hará?.
Tres opciones llegaron, tan simples y precisas.
Una de ellas tenía solución, las demás eran cavar su propia tumba, sólo debe mover la pieza correcta y ya.
No era tan difícil.
Aunque... conociendo a Aedus haría la menos esperada.
—lo supuse, supuse que hablar con los detectives era una pérdida de tiempo—levantó el arma y apuntó a Lexi—no pienso perderlo más
Jaló del gatillo y el sonido del disparo resonó por toda la casa.
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AEDUS ©
Misterio / SuspensoPermanece quieto, viendo desde su ventana, oculto en la oscuridad, esperando ansioso que las agujas del reloj marquen las 12:00 am. Cuando las campanas suenan anunciando un nuevo día, también anuncian el inicio de la matanza. Aquellos sin suerte qu...