××Tranquila××

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La voz del detective Alexander Norman invade sus oídos más ella permaneció en silencio así como lo hizo desde hace media hora. Había llegado corriendo a la comisaría gritando con desesperación ¿¡dónde está Norman!? pues necesitaba su ayuda.

Él la escuchó desde la oficina que comparte con Morton y salió al pasillo en busca de quien lo llamaba encontrándose así con la joven Reed.

Al verla le pareció una buena idea llevarla a la pequeña cafetería que está detrás del edificio, ahí podría tratar de tranquilizarla y averiguar porque estaba tan alterada.

—¿me puedes decir que sucedió? —repite Norman acercandole la taza humeante de chocolate que la camarera trajo después de tomarles la orden.

—yo...lo ví—habló por fin

—¿a quién viste Lexi?— se inclinó prestando atención a cualquier detalle que estuviera por brindarle

—sus ojos—musita—nunca olvidaré sus ojos—levantó la vista que tenía puesta en la mesa y miró al detective—era él, estoy segura, va a mi colegio, ¡tienes que hacer algo!

Norman suspiro, eso no era precisamente lo que esperaba oír, el caso de Lexi Reed cada vez se volvía más complicado. Lexi apenas recordaba como escapó y de como caminó unos kilómetros hasta dar con el auto de una pareja de recién casados que pasaba por el lugar quiénes la llevaron a la comisaría. Ésto no era una pista, en realidad era el miedo de la muchacha, ella sólo grabó en su memoria el color de ojos del Asesino de la Luna, sin embargo en Orville vivían aproximadamente 30 personas con el color de ojos esmeralda, es lo que Morton investigó.

No podían culpar a todas esas personas sin tener pruebas y ella no podía señalar a un adolescente simplemente por tener el mismo color de ojos que un asesino.

Lexi notó la lastima en la mirada de Norman, supo que él no haría absolutamente nada. Es obvio, no le creía. Posiblemente nadie lo haría.

—lo lamento, no puedo, sabes que lo que me dices no es suficiente ni siquiera para traerlo a un interrogatorio.

Pensándolo bien, quizás su reacción fué exagerada.

—la idea que regresaras tan pronto al colegio no terminó siendo la correcta—continuó Alexander—hablaré con tus padres y con Grayson, la decisión se tomó sin...

—no

No quería volver a estar encerrada en su habitación, no quería pasar horas hablando con Tamara Grayson, una mujer que llegó con ella por recomendación de Morton, una psicológa que en lugar de hacerla sentir mejor lograba que se sintiera incómoda.

¿Entonces que haría?

—Grayson tuvo razón, debo enfrentarme al mundo de nuevo, sin temor— se levantó de la silla y tomó su mochila pasando la correa encima de su hombro—llevame de vuelta al colegio.

.....

Norman la dejó en la entrada del Colegio Briccio y Lexi quiso correr calle abajo e ir a casa. Pero tenía que ser valiente, si desea probarse a si misma y a su padre que estar viva no es cuestión de suerte, lo primero que debe hacer es ignorar el temblor en sus piernas y adentrarse en aquellos pasillos repletos de estudiantes.

En cuanto anduvo por los corredores de Briccio  hizo oídos sordos a los cotilleos que se hacían presencia cuando ella pasaba, levantó la cabeza e ignoro las miradas indiscretas que los alumnos le daban. Pasados unos minutos agradeció mentalmente cuando encontró su casillero, abriendo la puerta metió la cabeza dentro de el, dejando de oír esos comentarios que la hacían querer vomitar.

AEDUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora