Two dads

29 5 0
                                    

Eran 10 minutos, pensó, 10 minutos en los que simplemente se quedarían resguardados dentro del aula climatizada, sin nada más allá que las conversaciones tradicionales que siempre los acompañan. Pero olvidaba que entre ese breve lapso de tiempo habían pasado un millar de cosas por detrás que fue imposible de ocultar: como la relación con su padre, quien eventualmente evocó más de una anécdota de alguna experimentación "común" que nunca tocó el título de "científico malvado", siempre supervisado por su "asistente", quien más de una ocasión simplemente suspiró, estresado, resignado, con una mirada de exasperación que se suavizaba al levantar los pulgares para indicar que todo estaba en orden pese al tic que se le formaba debajo de sus gestos.

Aunque al final del día siempre acababa sonriendo, de esa forma cómplice que solo nacía por y para su padre, la única excepción de todas las formas que lo rigen diariamente.

Para cuando Vanessa se percata de la situación, han dejado de ser los 10 minutos iniciales, sus amigos no son los únicos que están escuchando un poco del mucho diálogo que ha realizado en un descuido. Quizás los monólogos de su padre eran contagiosos después de todo.

Las palabras no se detienen, y para cuando es más consciente de su frase, puede ver a su progenitor junto al involucrado al que está enredando en la opinión que definitivamente él ya conoce.

―Actúan como un matrimonio joven. Así que estoy acostumbrada a que siempre estén coqueteando entre sí y sintiendo vergüenza a la vez por ello ―.

La campana suena, oficialmente la clase inicia.

Y nadie comenta nada, probablemente por el bochorno palpable que existe en el ambiente.

La castaña se oculta detrás de su libro de ciencias no malvada, procurando que el sonrojo no gane territorio en su rostro.

Pero entonces puede ver una nota dirigirse a su persona, con una pregunta que hace que la vergüenza de hace unos momentos sea una experiencia agridulce. Especialmente cuando se siente en 4º grado.

«¿Entonces tienes 2 papás?»

Formalmente no. Ni siquiera están saliendo porque ninguno de los dos ha sido lo suficientemente valiente y capaz de dar el siguiente paso; no obstante, Perry había asumido parcialmente ese papel. Tanto así que era su segundo contacto de emergencia y el "tutor" a cargo de ella si su madre no estaba disponible al igual que su padre por algún evento extraordinario.

Responde un «sí» y a los minutos obtiene un «tus padres son geniales» que le hace querer soltar una carcajada. Solo que sabe que si lo hace, cierto agente la hará pasar al frente, no tentándose a ser indulgente con ella mientras actúa en su papel de asistente, y definitivamente él no podría soportar el mensaje escrito porque estaría mucho más avergonzado que su persona momentos atrás.

Así que solo les brinda una mirada discreta, viéndolos continuar con torpeza disimulada.

Supone que no están acostumbrados a que alguien más frustre sus planes, aunque eso no parece detenerlos. Nada lo hace realmente.

Secrets of the cityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora