Touch

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Bien, ahora mismo se encuentra en el punto más bajo de su villanía, ¿o es de su vida? Es complicado tratar de darle una correcta categoría a lo que está haciendo cuando todo en lo que está pensando se ancla a la figura que lo está emborrachando con gestos que ni siquiera están pensados para ser consumidos sin control. Pero obedecer a las normas sociales por voluntad iría en contra de la descripción de su trabajo actual, ¿no?

Está desvariando, lo sabe, pero es vergonzoso gemir cuando se siente por debajo de la imagen tan intocable, la que cada que se dibuja en su mente con esa sonrisa socarrona pero con dulces ojos suaves, lo doblega. Y quiere pedirle más, pero sabe que no puede hacerlo.

Si fuese el caso, no estaría haciendo el trabajo manual.

Su mano se ajusta a lo largo, presionando con fuerza extra cuando fantasea el reclamo silencioso que siempre le obsequia cuando lo ve hundirse en ese círculo vicioso; sus manos firmes bombearían con tal delicadeza que se preguntaría si es un castigo o un premio maldoso. En ambos casos, no podría objetar. Porque seguramente su toque lo enloquecería con la textura tan distintas que poseen.

La respiración se vuelve temblorosa mientras su mano asciende y desciende sobre la carne, tratando de plasmar el recuerdo de su toque amable con el suyo más iracundo; seguramente para ese punto estaría gruñendo, clavando una mortal atención sobre sus gestos; tan dedicado en su placer porque eso solo debe impulsar el suyo.

Deja caer la cara contra la almohada simplemente porque eso creerá una barrera entre la fantasía y la realidad, porque evitará que su nombre se pronuncie en alto para recordarle que quizás solo es un deseo personal.

Y se hunde, tanto como puede contra la misma así como en la idea de que el agente podría estar encima suyo, doblegándolo, robándole cualquier autonomía porque no la necesita si está bajo su cuidado; podría aceptar ser arcilla, moldearse en todas las poses que quiera. Porque su voluntad se volvería incondicional a sus órdenes; sí, sin duda era su punto más bajo.

Gimotea, se retuerce, lo aclama entre peticiones que suplican desesperadamente su presencia; no existe dignidad u orgullo en ese momento, quiere, anhela y necesita de su sonrisa, de su bufonería, de toda esa personalidad aplastante que lo lleva acelerar el movimiento de mano y muñeca para llegar al éxtasis lo más pronto que pueda.

Porque es frustrante desearlo tanto y fingir no hacerlo cuando su corazón hace vuelcos cada que le sonríe como ese día.

La corriente eléctrica recorre su espalda cuando el momento llega, y la liberación es tan agridulce; deja que su cuerpo colapse contra la cama, intentando enfriar su rostro contra lo poco que queda de frescura del ropaje de la cama y almohadas.

Le gustaría decir que se siente patético por esto, sin embargo, no puede, porque eso de alguna forma debería incentivarlo a parar.

No quiere.

Maldita sea Perry el ornitorrinco.





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¡Tres pequeñas actualizaciones en un solo día! Principalmente porque sí he escrito para este fandom pero he olvidado publicarlo en estos medios, y quiero aún incentivar la presencia hispanohablante de esta gran comunidad. Así que hay que aprovechar lo que he hecho recientemente.

Gracias por las lecturas.

Secrets of the cityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora