Capítulo 1: El inicio.

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Siete horas esperando en ese claustrofóbico coche, con una hamburguesa de McDonald's y un helado de oreo del Burger King. Parecía un día increíble, ¿verdad? Sin embargo, la mayoría de mis días eran así; bienvenidos a mi vida. Me saqué la licenciatura en periodismo, y eso era lo que tenía que hacer para no pasar hambre. Pero tenía suerte, mi compañero David siempre me ayudaba a encontrar buenos cotilleos para ganar un poco más de dinero extra. Esa vez me había dado un chivatazo de que Tom Holland tenía una nueva novia, y como no tenía otra opción, no podía desaprovechar esa oportunidad. 

 No veía nada por la ventana y estaba a punto de irme. Llegaba tarde a una cena de mi tercer mes de aniversario. Entonces, en ese momento, salió Tom con Tesa, su terrier, y a su lado, una chica. Era morena, más alta que él y también parecía mayor (aunque la edad no importaba). Les saqué unas cuantas fotos juntos y me fui lo antes posible. Necesitaba enviarlas cuanto antes; en el campo del periodismo, las noticias vuelan y en cuestión de segundos podría perder mi exclusiva. En contra de mis principios, utilicé el móvil mientras conducía. Ya había enviado las tres primeras fotos y me quedaban dos más. 

 Miré hacia adelante y tuve que frenar, estaba pasando un chico y casi lo atropellé. Del ruido del frenazo, se asustó y pegó un salto, empezando a gritarme, mientras yo solo podía disculparme por lo ocurrido. Me merecía esas palabras, no tendría que haber puesto mi trabajo por delante de la vida de otras personas. Soy una persona horrible. 

Al llegar a casa después de haber enviado las fotos, empecé a pensar en lo que me iba a poner para la cena. Al final, escogí lo mismo de siempre, mi vestido favorito de color burdeos con la parte de arriba intercambiable. Me hacía parecer más mayor a pesar de mis 25 años y además hacía resaltar mi largo pelo rubio y mis ojos verdes. La cena era en uno de los mejores restaurantes de la zona, y misteriosamente llegué la primera, cosa que casi nunca pasaba. Mi relación con el reloj nunca ha sido buena. 

Cuando llegó Daniel, iba vestido con una camiseta blanca y pantalones vaqueros, y su pelo moreno despeinado. Lo que podría haber solucionado, ya que ese momento era muy importante, al menos para mí. Casi siempre, cuando quedábamos, iba arreglado y ahora parecía que yo me había arreglado demasiado. 

"Siento mucho haber llegado tarde, pero es que tenía un problema con un cliente que se desmayó al final del entrenamiento. Siempre he dicho a los clientes que mi clase es bastante intensa y que no vengan con el estómago vacío, porque les baja el azúcar y luego ocurre lo que ocurre." 

 "Entiendo." Seguía enfadada, pero comprendía que no era su culpa. 

Daniel era entrenador personal y, a pesar de su musculatura, era como un niño pequeño y con esos ojos azules derretía a cualquiera. Como siempre, le perdoné, porque lo único que hacía era ayudar a los demás. El otro día, me dijo que un cliente estaba haciendo estiramientos y se le enganchó el cuello. Menos mal que lo solucionó sin tener que acudir al médico. 

Después de la cena, para intentar que olvidara el incidente, me compró un donut de la nueva tienda que estaba debajo de casa. Abrieron hace un año y allí fue donde lo conocí, como en una película romántica. Recuerdo a la perfección ese día: Pedí mi café con leche para llevar, porque tenía prisa y tenía una primicia sobre Kim Kardashian, no me la podía perder. Ya estaba fuera y empecé a caminar sin mirar alrededor, cuando de repente alguien se chocó conmigo y se me derramó todo el café en la camiseta de Friends. Era mi favorita hasta ese momento. 

 "Lo siento muchísimo, de verdad. Estaba distraído. ¿Te puedo comprar otro café?" 

 Acepté y al final nos quedamos en la cafetería toda la tarde hablando de Friends, a él también le gustaba la serie. En ese momento intercambiamos los teléfonos y las primeras citas fueron en esa cafetería. Por eso ya se había convertido en una tradición comprar donuts allí. 

Tal vez la cena no había sido lo mejor, pero aún quedaba toda la noche para solucionarlo. Desde la calle, mi edificio parecía bastante tranquilo, pero no era así. Noche tras noche, los vecinos montaban una fiesta y de vez en cuando nos uníamos a ese ruido. No había nadie en el portal y aún menos en el ascensor. Me acerqué a Daniel y empecé a darle besos. Mi primera dirección fue la boca y más tarde el cuello, pero Daniel me apartó. 

 "Hoy no, cariño, estoy agotado. Sé que hoy es muy importante para ti, pero te prometo que te lo compensaré."

"Vale." Mis labios forzaron una sonrisa. 

Él tenía razón, además yo también estaba cansada, así que era momento de irse a dormir. 

 Al día siguiente, como todas las mañanas, me hice mi zumo de naranja y después me tomé unas cuantas galletas con el café con leche. Siempre hay que informarse de lo que pasa en este loco mundo, así que me puse la televisión, aunque solía apagarla a los 10 minutos. Estaba harta de siempre escuchar tantas desgracias. Esa mañana la noticia principal era la percepción de un terremoto de magnitud 4 en la ciudad de Aardbewing, causando destrozos y la muerte de unas 10 personas. No era nada nuevo, hacía meses que se preveía que habría alguna réplica del que hubo en el Pacífico. 

Pasados 10 minutos, apagué la televisión y me fui al trabajo. Intenté llegar lo antes posible; mi jefe odiaba que llegáramos tarde. Cuando ya estaba allí, me llamó para que fuera a su despacho. 

 "Son de buena calidad y eres una excelente fotógrafa, pero no muestran mucho, ya que perfectamente podría ser una foto de un familiar." 

"Dame otra oportunidad y te prometo que esta vez sacaré las mejores fotos que se han visto en la industria." 

 "Vale. También he de informarte de que no estamos en el mejor momento y tendremos que prescindir de personal. Eso significa que, si no me traes lo que prometes, tendré que despedirte a pesar de tu gran esfuerzo y dedicación." 

No me esperaba eso. Mi vida se iría a la ruina si no conseguía esas fotos. En ese momento no podía hacer nada y ese pensamiento me estaba volviendo loca, así que empecé a hacer otras cosas que tenía atrasadas. Para comer, me pedí unos espaguetis con pesto, que solía pedir cuando estaba enfadada y sinceramente me ayudaban a relajarme. Empecé a pensar en cómo sería mi vida si fuera una periodista internacional. Ese era mi sueño, viajar todo el día y contar historias interesantes. Igual que mi hermano. Bueno, no del todo, pero se le acerca. Él llevaba tiempo trabajando para la CSI y se encargaba de casos que no tenían una explicación exacta, por ejemplo, cuando ocurrió una catástrofe donde murió mucha gente y descubrió que era por envenenamiento. Su trabajo le permitía viajar por todo el mundo y eso era increíble. Por eso y por otro incidente familiar hacía tiempo que no lo veía y, a pesar de todo, lo echaba de menos. 

 Al terminar mi postre, el camarero encendió la televisión y, sin mirar, supe que estaban hablando del incidente del terremoto. Entendía que era algo importante, pero podrían hablar de cosas alegres, como, por ejemplo, algún descubrimiento, pero no, siempre igual. Entonces empezó a hablar un especialista, su voz me resultó familiar y levanté la cabeza. 

"Thomas." Se me escapó un suspiro. 

¿Puedo confiar en ti?Where stories live. Discover now