Capítulo 8: La vacuna.

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Sabíamos que la respuesta iba a ser un no, pero no esperábamos lo que nos contaron a continuación.

"Entonces, ¿qué suministrasteis?" Pregunté.

"Nos dedicamos a crear vacunas para realizar ensayos clínicos que no han sido aprobados por un comité ético o que contienen algún estupefaciente, y las probamos para ver si funcionan." Respondieron.

"¿Estáis diciendo que les inyectaron una sustancia que aumenta la adrenalina?"

"No, esa vacuna contenía una droga llamada B-356, que es una prueba para un suero de la verdad y también hace que la gente obedezca todo lo que se les dice. Después de unas horas, los efectos desaparecen, y también los recuerdos de lo que ocurrió durante ese tiempo."

"No puedo creer esa historia." Respondió Thomas escéptico. Golpeó la mesa y comenzó a reír. "No estoy aquí para que sigáis mintiéndome. Mi prometida está en el hospital por vuestra culpa."

"Te estamos diciendo la verdad."

"No confío en vosotros. Estaréis entre rejas hasta que encontremos algo que pueda verificar vuestro argumento. Así que estaréis allí durante mucho tiempo."

No parecía que estuvieran contentos con su destino, pero esta vez no estábamos dispuestos a creerlos tan fácilmente. Necesitábamos pruebas. Al salir, Hugo me llamó a un lado.

"Se me olvidó contaros algo que creo que es importante. Al día siguiente de recibir la inyección, algunas personas estaban enfadadas porque les habían robado sin forzar las puertas. También habían robado dinero de un banco sin ningún problema, y no quedó registrado en las cámaras. Además, el dueño de un terreno encontró a una familia viviendo en una cabaña en su propiedad. Cuando los confrontó, le dijeron que habían comprado ese terreno. Fue a revisar los papeles y, de hecho, había vendido el terreno a esa familia, pero él no recordaba nada de eso."

"¿A ti no te afectó?"

"Tal vez sí, pero no lo recuerdo."

"Entonces, están diciendo la verdad, y no podría haber aparecido en la sangre de forma intravenosa. Voy a contárselo a mi hermano."

Thomas estaba de pie contra la pared, visiblemente estresado. A veces golpeaba la pared. Decidí acercarme lentamente para no asustarlo y evitar recibir un puñetazo.

"¿Estás bien, hermanito?" 

"No, no puedo confiar en nadie, y no estamos avanzando en el caso."

"Tal vez sí. Hugo me ha contado algo más sobre lo que ocurrió después de la vacuna."

"Cuéntame. A ver si él también está mintiendo..."

Le relaté lo que Hugo me había contado, y cuando terminé, Thomas resopló. "¿Otra mentira? Esto es increíblemente inverosímil."

"¿Sigues sin confiar en él?"

"Por supuesto, y tú tampoco deberías. Acabamos de conocerlo."

"Pero según lo que me ha contado sobre su vida, no parece que esté mintiendo."

"¿No estarás dejando que tus emociones sobre lo que le pasó a mamá nublen tu juicio?"

"No, confío en él de manera objetiva."

Me enfadé tanto que salí a la calle a tomar un poco de aire. Estaba sola y no había visto a Hugo desde que hablé con él antes. Lo esperé durante media hora, con llamadas perdidas y mensajes sin respuesta. El frío comenzó a calar, así que me puse la chaqueta que llevaba en mi mochila y me dirigí a casa. 

Cuando llegué a casa, encontré una caja con un mensaje:

Creo que estas galletas te harán sentir mejor. Gracias por confiar en mí. Hugo. 

 En ese momento, no podía pensar en galletas. Lo único que veía era una despedida. Fui a buscar a Hugo en la habitación de invitados, pero ya no estaba. ¿Se había ido? ¿A dónde? ¿Por qué? Me sentía culpable, pero ¿culpable de qué?

Era mi responsabilidad y se había ido. Esperaba volver a verlo pronto, sino tendría que informar a Thomas y Hugo se convertiría en un fugitivo.

***

Thomas estaba tan enfadado que a lo mejor no veía con claridad, pero lo que necesitaba en ese momento era estar con Isabel. Estaba en un hospital cercano a casa, por lo que pasaría la noche con ella y al día siguiente recogería lo necesario.

Era tarde, y se suponía que estaría durmiendo, pero no era así. 

"¿Cómo estás? ¿Por qué no duermes?" Le preguntó. 

"Necesito estar alerta por si algo sucede y puedo ayudarlos." Respondió.

"Ahora debes descansar, y yo cuidaré de ti."

Le dio un beso en la frente y se quedó a su lado.

"¿Por qué estás tan enfadado?"

"Estaba interrogando a las personas que te dispararon, y solo decían mentiras. Además, Hugo también miente. ¿Por qué todos son así?"

"Cariño, esa no es la pregunta. La pregunta es: ¿por qué no confías en nadie? Sé que ese tema es muy difícil para ti, pero pronto estaremos casados, y tal vez sea un buen momento para liberarte de eso."

"Está bien. Cuando tenía unos 8 años, me apunté a fútbol porque mi padre lo había hecho de niño y quería que yo siguiera sus pasos. Entrené duro para llegar al nivel que él había alcanzado cuando era pequeño y para ganar la copa de benjamín nacional, pero nunca vino a verme jugar. Siempre tenía alguna excusa, principalmente relacionada con el trabajo. A partir de ese momento, dejé de confiar en las personas."

"Entiendo tu historia, pero en mí confiaste. Me ayudaste a adaptarme en Nueva York sin que te lo pidiera."

"Pero es diferente, ahora tú eres mi familia y estaré siempre a tu lado."

Thomas se quedó callado e Isabel decidió no seguir insistiendo. Thomas pasó la noche en el sofá que estaba junto a la cama de Isabel y no se movería de allí. Por la mañana, se dirigió a casa para ducharse. Cuando terminó, su teléfono sonó. Era una llamada sobre otro atentado, y esta vez habían encontrado un objeto. Su próximo destino: Mudikuto, China.

¿Puedo confiar en ti?Where stories live. Discover now