Era un día soleado con pocas nubes, y el canto de los pájaros me ayudaba a olvidar la idea de que algo pudiera salir mal. Cada uno de nosotros estaba en su lugar designado. Nuestro coche estaba bien oculto, invisible para las cámaras y los radares. A pesar de algunos bostezos iniciales, sabíamos que la adrenalina fluiría en nuestros cuerpos en cuanto comenzara la acción.
Cuando llegó la hora señalada, empezaron a escucharse gritos de personas a nuestra izquierda. La multitud corría hacia las vallas, creyendo que podrían entrar con facilidad. Entre la multitud, pude vislumbrar las caras de algunos famosos, aunque no recordaba sus nombres. Necesitaba mantenerme enfocada en lo que estábamos a punto de hacer.
En cuestión de segundos, John nos avisó por el walkie-talkie. A partir de ese momento, teníamos 30 minutos para alcanzar nuestro objetivo. La entrada resultó más sencilla de lo esperado porque, como Isabel había predicho, los policías estaban distraídos por la multitud que se aproximaba. Tampoco fuimos detectados por las cámaras ni los radares debido al fallo eléctrico que paralizó su funcionamiento. Una vez dentro, Isabel y Thomas se situaron al frente, ya que eran los únicos armados entre nosotros. La tarea de llegar a los archivos fue bastante sencilla, ya que no se habían cambiado de lugar desde la última visita de Thomas. Empacamos toda la información en una bolsa, aunque aún desconocíamos la razón de los lanzamientos de las cápsulas de gas.
Todo iba bien hasta que comenzamos a escuchar disparos y John nos dio las malas noticias por el walkie-talkie.
"Los policías han comenzado a disparar. Si llegan refuerzos, lo cual es probable, solo tendré unos 15 minutos antes de que me descubran. Lo siento, chicos, más vale que os deis prisa."
Permanecí paralizada hasta que Thomas comenzó a dar órdenes que debíamos seguir sin cuestionar.
"Antes habíamos acordado ir todos juntos a por la cápsula, pero ahora tenemos poco tiempo. He decidido esto: Isabel y tú os iréis al coche sin rechistar. Además, si todos quedamos atrapados o muertos, más personas morirán. Lo más importante es que el mundo se entere de lo que está haciendo el gobierno."
Isabel se mostró decidida al afirmar "Yo me quedaré contigo."
"No puedes, no soportaría que mueran mis tres personas más importantes. Y tú, Claire, no digas nada. Te toca cuidar de Isabel." Respondió Thomas.
"No, espera un segundo. ¿Cómo que tres personas más importantes?"
"Está bien. Tú, Isabel y el bebé que espera. Lo siento por no habéroslo contado antes, pero Isabel quería seguir adelante con el plan a pesar de los riesgos. Ahora, iros."
¿Por qué no había dicho nada antes? Quizás si nos hubiera comunicado acerca del bebé, habríamos tomado decisiones diferentes.
"Dame dos minutos."
Tomé la mano de Hugo y traté de que no pareciera una despedida.
"Al final, ha ocurrido algo malo." Le dije.
"Sí, aunque no será el fin. Nos volveremos a ver en diez minutos, ¿de acuerdo?"
Asentí, aunque sentía un extraño dolor en ese momento, como si me arrancaran algo de adentro. No quería dejarlo ir, pero entendía que esta operación no se trataba solo de nosotros, sino de las personas que estaban en sus hogares sin conocer lo que se avecinaba. No tenía más tiempo para reflexionar. Me separé de Hugo y corrí junto a Isabel hacia el coche.
Los siguientes diez minutos fueron los más estresantes de mi vida. Mi corazón latía desbocado, y sentía que un ataque de pánico estaba a punto de desencadenarse. Para distraerme y aliviar la tensión, le pregunté a Isabel acerca de su embarazo.
"¿Cuánto tiempo llevas sabiendo que estás embarazada?" Pregunté.
"Hace una semana, pero se lo conté a Thomas anoche. No quería que cancelara la operación. Además, no es justo salvar una vida y sacrificar miles."
"¿Y has pensado en nombres?" Traté de desviar la conversación hacia algo más liviano.
"Sí, si es un niño, Peter o Pablo. Si es una niña, Sarah o Gabriella."
"Son nombres bonitos."
Cuando faltaban tres minutos para el regreso de Thomas y Hugo, Isabel y yo nos manteníamos en silencio, sumidas en la ansiedad. Esperábamos escuchar sus voces o gritos. No teníamos ni teléfonos ni walkie-talkies, ya que ellos se habían llevado el único dispositivo. Isabel tendió su mano hacia la mía, y la sostuve con fuerza. Juntas intentamos aplacar la preocupación.
Cuando faltaba un minuto, Isabel comenzó a hacerse preguntas y estaba al borde de las lágrimas. La abracé, y aunque intenté mantenerme fuerte, era solo una fachada. La preocupación por lo que pudiera haberles ocurrido era inmensa.
Cuando el cronómetro marcó diez segundos...
9...
8...
7...
6...
5...
No podía ser, deberían haber salido ya. John estaba a punto de volver a encender la luz y la electricidad.
4...
3...
2...
1...
¡BOOM!
Una explosión gigante hizo que el techo estallara en pedazos. No podíamos creer lo que acababa de ocurrir. A pesar de que habíamos esperado otros diez minutos, Thomas y Hugo no aparecían, y temimos lo peor. Finalmente, partimos del lugar cuando John nos recogió y se encargó de conducir.
Mis peores pesadillas se habían convertido en realidad.
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¿Puedo confiar en ti?
Mystery / ThrillerUna paparazzi neoyorquina sueña con ser periodista internacional y su vida cambiará cuando ocurra un extraordinario suceso. Un pueblo se ha despertado con toda su población exterminada después de un terremoto demasiado débil como para ser el causant...