ocho

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   Ese jueves me fui de la cafetería dos horas más tarde de mi horario de salida. Me tocaba limpiar y ordenar las mesas, y ese día la gente estaba más sucia que lo habitual. Mi humor no era el mejor, pero Nacho me había ido a ver un rato antes de cerrar y se había ofrecido a llevarme al departamento.

―No te invito a pasar porque no sé si está Fran ―le expliqué después de darle un beso.

―¿Qué le pasa? Estuvo raro estas semanas.

―Sí, no sé ―respondí ―no lo veo hace dos días y apenas me habla.

―Debe ser que no soporta no ser el centro de atención, no le des bola.

   Me besó una última vez y bajé. Honestamente no creía que fuera eso lo que le pasaba, Fran solía ser el centro de atención porque resaltaba entre todos los demás, no porque buscara serlo, que atrajera la atención de las personas cuando entraba en algún lugar era algo natural y estaba seguro que su enojo no venía desde ese lugar.

   Entré al departamento en el momento en el que él se colgaba su mochila al hombro. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa, agarré sus llaves y las guardé en el bolsillo de mi campera junto con las mías. Ya estaba harto de su jueguito de escaparse cada vez que me veía. Me dolía y no aguantaba que la distancia entre nosotros pesara más viviendo juntos que cuando estábamos separados por kilómetros.

―Sentate, vamos a hablar ―le dije.

―Tengo que ir a cursar.

   Arrastré una de las sillas y la coloqué adelante suyo.

―Sentate.

―¿Me estás reteniendo en contra de mi voluntad? ―Preguntó, yo cerré los ojos y me pasé una mano por la cara, no lo podía creer.

―Sí, si querés podés llamar a la policía y decirles que es un secuestro, pero en el tiempo en el que tarden en venir a rescatarte vamos a aclarar las cosas.

   Francisco suspiró y dejó la mochila en el piso antes de ubicarse en la silla y cruzarse de brazos. Yo aproveché el vacío que había quedado y me apoyé en la mesa, no quería estar a su misma altura, de alguna forma necesitaba saber que dominaba la situación.

―¿De qué querés hablar, Esteban?

―Del clima ―ironicé ―¿de qué va a ser, Fran? Quiero saber qué te pasa y por qué siento que nuestra amistad está en peligro. ¿Es Nacho el problema, te molesta que salga con un amigo tuyo?

―No.

   Se me secó la garganta; si esa alternativa estaba descartada tenía que preguntarle por la otra y me daba un poco de miedo.

―¿Es por mí, entonces? ―Dirigió su vista de Artemisa a mis ojos y esperó que le dijera algo más, todo estaba dispuesto para que la conversación se tornara lo más difícil e incómoda posible―. Hablame, por favor.

―No creo que quieras que hable.

―Decime lo que me tengas que decir, te juro que prefiero cualquier cosa a pasar un día más con el sentimiento de que te voy a perder.

   El silencio se extendió entre los dos durante unos minutos, esa vez no insistí porque sabía que Fran necesitaba buscar las palabras para expresarse. Sacó un cigarrillo de la mochila, se lo puso en la boca y tiró la caja sobre la mesa. Yo metí la mano en el bolsillo de mi pantalón, saqué mi encendedor y me acerqué a prenderlo, no iba a dejar que se moviera y se escabullera una vez más.

―No recuerdo una etapa de mi vida en la que no haya estado enamorado de vos, y tampoco una en la que haya sido infeliz ―dijo finalmente ―crecí sabiendo muy bien cuál era mi identidad y cuál era la tuya, y lo había aceptado. Vos te ibas a enamorar de una mujer y yo tenía que buscarte en otros hombres. Las veces que lo veo a mi ex es porque puedo cerrar los ojos e imaginar que sos vos, lo mismo me pasa con Mateo, hay una serie de características que tienen algunos chicos que me recuerdan a vos. Estaba bien con eso, vivía feliz así ―exhaló el humo y me miró―. Después te mudaste acá y fue un poco más difícil tenerte tan cerca; llegar y verte durmiendo o ver cuando salías de bañarte medio desnudo era una mezcla de fascinación y tortura, entonces empecé a ver más a Sebas o a Mateo y lo sobrellevaba así. Pero una noche, de la nada me decís que besaste a un hombre y lo empezas a ver casi todos los días, lo traes acá y los encuentro sacándose la ropa, ¿sabés lo que sentí cuando los ví así? Quise prender fuego todos mis recuerdos y no haberte conocido nunca. Esa noche me fui porque no aguantaba las lágrimas ni la idea de ustedes dos juntos, y ni siquiera sé si se acostaron o no, tampoco quiero saberlo, pensarlo como una hipótesis ya me rompe el corazón. Puede que suene egoísta esto, pero prefería que salieras con mujeres porque podía ser feliz, ahora que salís con un hombre y no soy yo, se me cae el mundo encima cada vez que te veo. Sos la única persona por la que daría todo lo que tengo, Tebi, y a esta altura no puedo hacer más que quedarme atado a vos y esperar a que me saques la felicidad de a poco. Así que perdoname si te parece que no soy un buen amigo porque no quiero aconsejarte sobre cómo tener relaciones con otro, es desesperante el lugar en el que me dejaste.

220; esteban x francisco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora