doce

267 41 48
                                    

   Habíamos vuelto a Capital hacía una semana y desde entonces, el contacto con Fran era mucho más intenso y más frecuente que antes. Sabía que tarde o temprano iba a suceder, lo que no esperaba era que fuera tan pronto. Era extraño cómo un mínimo cambio en un vínculo podía desembocar en querer escalar al máximo nivel de intimidad en poco tiempo, y de repente, me encontraba en una situación donde me abrumaba la idea de haber pasado treinta años sin imaginarme acostándome con él a empezar a desearlo.

   Pero ahí estaba, sentado en su cama viéndolo elegir su ropa con el pelo mojado y una toalla envuelta en la cadera, con dificultades para controlar el curso de mis pensamientos.

―¿Vos vas a ir así, bebé? ―Me preguntó.

―Pensaba convencerte de no ir.

―No, dale ―respondió ―nos vamos a convertir en esas parejas de más de cincuenta años que nunca salen a ningún lado y se quedan viendo películas toda la noche.

   Lo decía como si fuera algo malo, a mí me parecía el mejor plan. Como no le contesté ni me moví, él se dió vuelta para mirarme y yo lo agarré de los brazos para acercarlo, con tanta fuerza que lo tiré encima mío. Fran se rió y me besó, quizás sí podía convencerlo de no salir. Bajé mis labios hasta su cuello y me quedé en esa zona durante unos segundos.

―Tebi, es muy difícil tener autocontrol si hacés eso ―me dijo.

   Sin mover mi boca, lo agarré de la cadera, dí media vuelta para dejar su espalda contra el colchón y seguí besándolo. No creía que pudiera llegar mucho más lejos, principalmente porque me daba miedo decepcionarlo, sabía que Fran era muy bueno y yo me convertía en un cúmulo de nervios e inseguridades cada vez que pensaba en ese momento, pero sí podía empezar por algo.

―¿Me dejás probar una cosa?

―Todo lo que quieras.

   Fui bajando mis besos hasta que llegué a su cadera, le saqué la toalla y me arrodillé en el piso. No estaba muy seguro de cómo podría resultar y era probable que no le gustara, sin embargo apagué mi mente y lo hice.

   Luego miré por la ventana, afuera la noche de luna llena era oscura; no había estrellas, se habían hecho líquidas y Fran me las había regalado todas.

―No te das una idea de lo mucho que soñaba con eso ―me dijo una vez que me acomodé en su pecho, mientras me acariciaba ―salir con vos es estar con mariposas en el estómago todo el tiempo, y mirá que yo tuve novios antes, pero eso que dicen todos sobre cómo te hace sentir el primer amor me está pasando recién ahora. Sos una montaña rusa que sólo sube.

―Dios, sos muy tierno ―susurré ―quiero quedarme en este instante para siempre.

―Yo en el instante anterior, quedás lindo arrodillado, no sabía que eras tan creyente ―bromeó.

―Es que hay cosas por las que vale la pena vivir de rodillas.

   Soltó un gritito de emoción y me abrazó más fuerte. Después se levantó y volvió a revisar su armario.

―Cambiate, Teb, no me olvidé que íbamos a salir.
  
   Suspiré y me levanté, me había quedado claro que era imposible hacerlo cambiar de opinión y en menos de una hora estábamos en un boliche con varios tragos encima. Era la primera vez que nos besábamos en público y también la primera vez que sentía algo lindo más allá de la saliva de una persona. Pensé que no era tan terrible ir a bailar si todas nuestras salidas iban a ser así.

―Voy al baño, ya vuelvo ―gritó Fran por encima de la música.

―¿Puedo ir con vos?

―¿Qué me querés hacer? ―Sonrió y yo supe que el calor que me quemaba la cara no era producto del alcohol. No me había dado cuenta que el hecho de querer acompañarlo podía interpretarse de otra manera.

   Me agarró la mano y se abrió paso entre la gente hasta que llegamos a los baños. En la puerta lo ví abrazar a alguien y hasta que no se separó de él no me dí cuenta que era Mateo.

―¿Tu ex no vino? ―Indagó Francisco.

―No sé, no lo veo desde que se peleó con ustedes ―respondió ―pero mañana nos vamos a juntar, ¿le digo algo?

―Mandale un beso ―intervine y pude jurar que nunca en la vida Fran me había mirado tan mal ―o mejor no.

―No lo hagas sentir mal a tu novio ―me dijo Mateo, con un tono divertido ―sino va a volver conmigo y me va a seguir diciendo "Tebi" cuando nos acostamos.

―¡Ay, no le cuentes eso! ―Exclamó Fran ―me da vergüenza.

   Me arrastró dentro del baño para evitar que su amigo me siguiera contando cosas y me quedé esperándolo en un rincón. Cuando terminó, volvió a agarrarme la mano y me llevó a la pista. Nos quedamos algunas horas más en las que no dejé de tomar y al salir, volví a arrepentirme de haber mezclado tantos tragos.

―Si querés vomitar avisame, amor ―me dijo Fran antes de que subiéramos a un taxi.

―¿De verdad le decías mi nombre? ―Le pregunté, y por la manera en la que desvió la mirada hacia la ventanilla, entendí que sabía a qué me refería.

―A veces se me escapaba ―respondió y yo me reí ―. No te pongas contento, quiero que estés celoso de que estuve con otro.

―Estuviste con otro pensando en mí.

―Yo ni siquiera tengo ese consuelo ―se quejó ―y le mandas un beso, ¿no querías decirle que se lo dé en la boca de tu parte?

   Internamente le pedí perdón al taxista y besé a Francisco. Nunca tenía la intención de ponerlo celoso, pero reconocía que era muy dulce cuando lo estaba. Por eso, ni bien entramos al departamento, lo llevé a su cama y me subí arriba suyo. Necesitaba estar con él esa noche y pensaba que él quería lo mismo, no obstante, me apartó y se puso de costado para que no pudiera volver a la posición anterior.

―Creí que vos también querías esto ―le dije y bajé la vista, me sentía bastante humillado.

―Me muero de ganas, amor, pero estás borracho y no voy a dejar que hagas nada en este estado.

―Ya lo había pensado ―le dije ―o sea, no pensé hacerlo hoy, sino que quería estar borracho cuando lo hiciéramos, estoy menos nervioso así.

―Es normal que estés un poquito nervioso y lo vamos a transitar de otra manera ―me peinó con su mano y se acercó a mí para abrazarme ―no es justo para ninguno de los dos que nuestra primera vez juntos sea así.

―No sé si voy a poder de otra forma, al menos por ahora.

―Tenemos toda la vida, no tiene que ser ya.

―Fran, una vez me dijiste que todo se trataba de sexo.

―Todo lo que no tiene que ver con vos, realmente prefiero esperar y no que sientas que tenés que estar en pedo para acostarte conmigo, es muy horrible eso ―dijo ―aparte lo de hoy me gustó mucho, estoy más que bien si seguimos así.

―Pero...

―Amor ―me interrumpió ―lo hablamos mañana, ahora tratá de descansar.

   Se acomodó mejor a mi lado y luego de unos minutos se durmió con su brazo alrededor de mi cadera. Mi cabeza daba tantas vueltas que tuve que lidiar con el insomnio, con las náuseas y con el miedo de tener que enfrentarme a esa situación sobrio. Hubiera sido mucho más fácil así, porque si era un desastre tenía el escudo del alcohol para excusarme, de otra manera, si llegara a salir mal la culpa sería sólo mía y de mis pocas habilidades. Sabía que Fran me quería, pero no sabía si iba a poder soportar a alguien tan inexperto después de haberme dicho que no estaría con una persona que lo hiciera mal.

_________________________________________

obvio no termina acá, pero siento que nunca agradezco lo suficiente que lean lo que escribo, así que eso, gracias por leer esta, no me olvides y/o cowboy like me 💌 volver a escribir después de años es volver con mil inseguridades y siempre me dejan comentarios súper lindos que me dan ganas de seguir acá<3

220; esteban x francisco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora