El ruido de las voces en clase era irritante. Un murmullo constante de sonidos que se negaban a callarse, alternando los nervios de Jane, que se encontraba tumbada sobre su pupitre, tratando de contener sus deseos de silenciarlos a todos.
¿Por qué tenían que ser tan molestos? ¿Por qué no podían guardar silencio? ¡¿Por qué tenían que alterar sus nervios de esa forma?!
-¡Guardad silencio!- exclamó la voz de la profesora, que gritó por la puerta.-¡¿Acaso no sabéis guardar un mínimo de respeto?!
Y las chicas que habían estado reunidas en pequeños grupos cerraron sus bocas, dirigieron una mirada a Jane, que aún se mantenía tumbada encima de su pupitre, y luego miraron a la mesa vacía de la primera fila, junto a la ventana, donde descansaban flores, dibujos, algunas fotografías y varios mensajes de "Vuelve pronto" o "Regresa a salvo".
-Lo sentimos, Jane- le dijo la chica que se sentaba tras ella, mientras esta volvía a su sitio.-No queríamos molestarte.
Con lo que ella se incorporó, tratando de poner la sonrisa más dulce que pudo antes de volverse hacia ella.
-No te preocupes. Entiendo que es el tema más interesante que hay por aquí últimamente- le respondió.
Pero la profesora dió un golpe en su mesa con una carpeta, captando la atención de todos los presentes.
-Vuestra compañera Emily ya lleva una semana desaparecida y la habéis convertido en un chisme del que hablar. ¿Creéis que eso está bien? ¿Os gustaría que los demás hicieran lo mismo si os pasara algo a vosotras?- siguió quejandose la mujer.
Estaba en sus 30, pero, debido a su mal carácter, su cara se arrugaba fácilmente, lo que a menudo la hacia verse más mayor de lo que era.
Y, en esos momentos, su expresión la hacia verse mucho peor de lo que debería.
Ante la mención de la desaparición, Jane no pudo evitar volver la cabeza hacia el pupitre vacío, con una mala expresión en el rostro.
Después de todo, ella había sido la mejor amiga de Emily desde que estaba en la primaria.
Se hicieron amigas poco después de conocerse, llamándose hermanas cuando descubrieron que ambas cumplían años el mismo día y, desde entonces, fueron inseparables. Incluso aunque Emily siempre fue el centro de atención allí a dónde iba y le era bastante sencillo hacer amigos.
Era una chica hermosa, las más hermosas del instituto según la opinión de la mayoría.
Con un espeso y oscuro cabello brillante, ojos marrones y una sonrisa luminosa, incluso sus pestañas eran más largas de lo normal, pareciendo que aleteaban cada vez que abría y cerraba los ojos.
Muchas compañeras le preguntaron si hacía algo en particular para que se vieran así, pero ella siempre dijo que era algo heredado de su padre, lo cual Jane sabía que era verdad.
Al haber visto tantas veces antes al señor Pattson, sabía que gran parte de la belleza de Emily derivaba de él.
Pero, por si su exterior fuera poco, encima era sumamente inteligente. Hasta el punto en el que era una de lass alumnas más inteligentes del instituto. Participaba en varios concursos nacionales en los que él centro participaba y era rara la ocasión en la que ella no acabará en primer lugar.
Siempre hacía ver sencillo lo que a otros les constaban horas de estudio y esfuerzo, haciendo que muchos dijeron que había sido excesivamente bendecida y que no había nada que hacer para tratar de luchar contra ella, solo sacando una hermosa sonrisa de Emily cuando escuchaba eso.
En comparación, Jane, que siempre estaba con ella, parecía más si sombra que otra cosa.
Ambas median más o menos lo mismo y tenían un cuerpo similar. De espaldas, si no fuera por su cabello, las personas no podrían distinguirlas. Pero el rostro de Emily era algo que no se podía imitar. Y, aunque Jane participaba en algunos de los mismos concursos, desde luego, no llegaba a los niveles de su amiga.
Muchos de los chicos, que estudiaban en el edificio de al lado, pues el instituto estaba dividido entre hombres y mujeres, solo pudiendo reunirse todos en la zona de recreo común, solían tratar de escaparse para poder verla. Sobretodo en días señalados como San Valentín, donde se aventuraban a recibir un castigo con tal de poder darles sus flores o bombones a Emily, lo cuál ella se tomaba con humor, incluso aunque tuviera que rechazar a los chicos en cuestión.
En general, parecía un ángel demasiado bueno para que estuviera entre ellos.
Y, ahora, había desaparecido.
En una mañana del fin de semana, mientras se preparaba para el concurso de debate, le dijo a sus padres que saldría a pasear y ya nunca más volvió.
Por supuesto, sus padres comenzaron a buscarla, preguntándole a todo el mundo si la habían visto, avisando cuanto antes a las autoridades.
Pero, a pesar del tiempo que había pasado, nadie vio nada ni se tenía ninguna pista de su paradero.
Jane, sintiendo un pinchazo en la mandíbula, se llevó una mano a la cara mientras contemplaba la mesa de Emily, no pudiendo evitar entristecerse por lo ocurrido.
Aunque ella pareciera su sombra a ojos de la mayoría, nunca había deseado que le pasara nada malo.
Pero ahora, esa situación parecía incapaz de cambiar.
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Dientes
HorrorUna vida puede cambiar muy rápido. Y de las formas más inusuales La vida de Jane empezó a cambiar por un simple dolor de dientes Pero, cuando los cambios empiezan, ¿quién los puede parar o controlar? Una joven que no le gustaría estar viviendo lo qu...