De nuevo, tuvo que bajar de casa por las escaleras, pues el ascensor seguía fallando y dejando de funcionar cuando quería, dándole un pequeño golpe de frustración cuando vio que no servía de nada llamarlo.
Salió a la calle frotándose las mejillas, pues, más allá de la medicación, era lo único que le ofrecía un poco de alivio, siempre y cuando no apretara estás demasiado. Y, aún con la cabeza baja, comenzó a caminar hacia el colegio.
Si fuera por ella, no saldría de casa hasta que toda aquella extraña situación se acabara, pero solo quedaban unos días para las vacaciones, así que, quisiera o no, se obligó a seguir moviéndose.
No se percató de que, en su camino a la escuela, varios chicos se la quedaron mirando, así como algunas chicas susurraban cosas mientras dirigían miradas en su dirección.
Después de todo, los pequeños cambios físicos en ella estaban siendo notables para todos, por lo que les era casi imposible no hablar sobre el tema.
-¿Emily?- preguntó una voz a su espalda, haciendo que Jane detuviera sus pasos y se diera la vuelta, asustada.
¿Acaso había salido alguna noticia al respecto? ¡¿Habían encontrado su cuerpo?!
Pero, al volverse, solo se encontró ante los ojos de Matthew, que la observaba con desconcierto.
-¿Qué... ocurre?- murmuró Jane, pues no entendía por qué él la estaba mirando así.
En realidad, ya era bastante raro que siquiera le prestara atención de algún tipo.
Pero, sin hablar, Matthew solo se acercó más a ella, observándola con atención.
-¿Por qué te pareces tanto a Emily?- le soltó cuando él estuvo lo bastante cerca.
Palabras que le congelaron la sangre a Jane.
-¿Perdón?- murmuró, con la voz entrecortada, apenas consiguiendo que le saliera del cuerpo.
-Ese color de pelo... Es como el de Emily- le dijo este.
Y, con cuidado, Jane de atrevió a bajar la vista.
Cómo no se encontraba del todo bien, no le apeteció atarse el pelo de nuevo, así que salió con él a la calle totalmente suelto.
Pero, ante las palabras de Matthew, se observó con atención su cabello. Y, para su propio asombro, se percató de que tenía razón.
Su siempre cabello castaño estaba ahora mucho más oscuro de lo normal, como si se lo hubiera teñido. Pero... ¡eso no había ocurrido! ¡Ella en ningún momento hizo nada para cambiar su apariencia! ¡Y mucho menos para parecerse a Emily!
¿Por qué desearía verse como la chica a la que había asesinado?
Sintiéndose angustiada, como si alguien hubiera arrojado piedras al interior de su estómago, notando como su corazón tronaba en el interior de su pecho, miró a su alrededor, percatándose de que más de una persona los estaba mirando, haciéndola sentir aún más angustiada.
A pesar de que no había desayunado, sentía náuseas y sentía que el suelo no era muy estable bajo sus pies, sintiendo que todos los ojos que estaban a su alrededor estaban enfocados en ellos. Y, sobretodo, en ella y sus cambios físicos.
Al verla tambalearse, Matthew la tomó de un brazo, olvidando su asombro, preocupándose un poco por la chica.
-¿Te encuentras bien?- le preguntó, sonando con un deje de preocupación real en su voz.
-Yo.. yo...- fue todo lo que Jane se vio capaz de decir.
Su rostro de volvió pálido, como si estuviera a punto de desmayarse. Así que Matthew la ayudó, apoyándola en él, para llevarla hasta el colegio, buscando a un profesor tan pronto como cruzaron el umbral de la entrada.
-No se encuentra muy bien. Creo que debería ir a la enfermería- informó a la profesora de educación física que encontró en la entrada, viendo como esta se acercaba al verlos llegar tan juntos.
La mujer, que se había preparado para regañarlos, observó la cara mortalmente pálida de la chica y lo olvidó todo, solo centrándose en su bienestar.
-¿Te ha ocurrido algo? ¿Has podido tomar alguna cosa que estuviera en mal estado?- preguntó la mujer.
Pero Jane solo negó con la cabeza mientras se dejaba conducir por ella.
Ni siquiera miró hacia atrás, donde Matthew quedó de pie, un poco preocupado.
En otros tiempos, habría soñado una y mil veces haber podido caminar junto a él, sentir sus brazos rodeándola y llegar juntos al instituto.
Pero ahora que ese sueño se cumplió, no tenía el más mínimo sentido. No después de lo que ella había hecho.
Sabía bien que, tras lo que hizo, no se merecía ni podía estar cerca de Matthew. Y, cada vez que lo miraba, se preguntaba si en verdad este merecía que hubiera perdido los estribos con su amiga como lo había hecho.
No era un pecado enamorarse de alguien, pero sí lo era matar a alguien por ello.
Así que siguió caminado apoyada en la profesora, sin ni siquiera echar el más mínimo vistazo a su espalda.
La mención de que este la confundió con Emily cuando llegó hasta ella parecía haberse borrado de su mente. Lo único que quería hacer es ese momento era descansar un poco y, distraídamente, se llevó una mano a la mejilla, queriendo masajear esta para poder mitigar el dolor en la medida de lo posible.
-¿Quieres que llamemos a tu familia para que vengan a buscarte?- le preguntó la profesora, mientras la arrastraba por los pasillos lo más rápido que podía.
Al parecer, quería evitar que se le desmayara en cualquier lugar y en cualquier momento.
Pero Jane se limitó a negar con la cabeza.
Llamar a su madre solo la preocuparía y ella solo necesitaba descansar.
Si pudiera descansar un poco, su cabeza se despejaría, podría pensar mejor y el dolor podría aliviarse un poco.
Sí, necesitaba que el dolor se mitigara.
Eso era todo lo que necesitaba.
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Dientes
HorrorUna vida puede cambiar muy rápido. Y de las formas más inusuales La vida de Jane empezó a cambiar por un simple dolor de dientes Pero, cuando los cambios empiezan, ¿quién los puede parar o controlar? Una joven que no le gustaría estar viviendo lo qu...