Todo el edificio se llenó rápidamente de actividad.
La policía, que acudió a la llamada histérica de una joven, a la que apenas se le entendía, se encontró el cuerpo de una madre en el suelo, con los ojos abiertos, mirando a la nada, con el cuello en una extraña posición, mientras la adolescente temblaba a un lado, sin dejar de llorar, incapaz de escuchar las palabras de los agentes.
Los vecinos, que notaron que algo pasaba y se acercaron a mirar, fueron los que informaron de quiénes eran las dos personas y el problema constante que tenían con el ascensor, por lo que era bastante común que los vecinos subieran y bajaran por las escaleras.
-Fue algo rápido- comentó la persona que se encargó de examinar el cuerpo en el lugar.-El cuello no soportó el golpe.
Y, escuchando las declaraciones de los vecinos, viendo a la joven que no dejaba de llorar y el cuerpo, no tardaron mucho en pensar que aquello se trataba solo de un fatal accidente.
Emily no la empujó con la bastante fuerza como para dejarle marcas en el cuerpo. Después de todo, hacia falta muy poco esfuerzo para provocar ese accidente, así que, incluso aunque buscaran, no podrían encontrar nada extraño.Además, los vecinos estaban dejando claro que madre e hija siempre se llevaron bien, viviendo ambas solas desde la marcha del padre, mientras Jane fue una chica obediente que sacaba buenas calificaciones.
No había nada que indicara que ella pudiera atacar a su madre o que tuviera motivos para hacerlo.
-¿Tienes el teléfono de tu padre? Tenemos que llamarlo- le preguntó uno de los oficiales, hablándole en el tono de voz más suave que pudo utilizar, viendo como ella seguía llorando.
Y Jane, sin detener sus lágrimas, sacó su móvil y mostró el número, sin intención de marcarlo.
Su madre estuvo llamándolo durante días para pedirle un poco de dinero, así que era muy probable que no cogiera el teléfono si veía un número conocido.
Ni siquiera los agentes sabían que no estaban hablando directamente con Jane. Era ella la que lloraba, pero la persona que enseñó su teléfono no era otra más que Emily.
Sin mucho más que hacer, los agentes la sacaron de allí, llevándola con ellos a la comisaría, ya que no había nadie en esos momentos que pudiera encargarse de la joven, así que tendría que esperar allí hasta la llegada de su tutor.
Y, por supuesto, también aprovecharon el cambio de ambiente para tratar de hacerle hablar, queriendo saber bien qué era lo que ocurrió en las escaleras.
-Solo... Estábamos bajando. Íbamos a cenar juntas. Era mi cumpleaños- fue lo único que lograron sacarle, mientras ella seguía llorando.
Y cuando los agentes se enteraron que era el cumpleaños de la joven, todo adquirió un tono mucho más trágico.
Madre e hija solo iban a celebrar un cumpleaños, finalizando el día de una buena forma, divirtiéndose un poco. Y, sin embargo, tras un pequeño accidente, el significado de aquel día había cambiado sin remedio.
Una de las agentes femeninas se acercó a ella con pañuelos, tratando de tranquilizarla. Pero fue inútil.
Claro que estaba triste por la muerte de su madre. Pero lo que más la destrozaba era saber que habían sido sus manos. Sus propias manos la empujaron al vacío, incluso aunque ella no había querido moverse. Su madre murió pensando que fue su propia hija la que la empujó, causando su muerte.
"No es la primera vez que tus manos matan alguien. ¿Por qué una tiene más importancia para tí que la otra?", pensó Emily, sonando bastante molesta en su mente.
A Jane le hubiera gustado poder tener algo que responderle, pero la pena y la culpa apenas le permitían pensar.
Claro que lo que le hizo a Emily la afectó. Pero, ¿por qué atacar a su madre como castigo? ¿No era suficiente que poco a poco le hubiera estado robando el cuerpo, quitándole cada vez más control? ¿Era la única manera que esta había encontrado para poder irse lejos, como quería?
Varios agentes se acercaron a ella con vasos de agua y dulces, queriendo que comiera y bebiera algo mientras esperaba. Pero Jane apenas pegó ojo.
Sabía que su padre tardaría horas en llegar. Y eso siempre y cuando hubiera salido en camino tan pronto como recibiera la llamada. Pero no podía, ni quería, poder descansar o tener ningún tipo de alivio. Sentía que no se lo merecía.
"Vas a tener que beber agua si no quieres acabar deshidratada, así que al menos acepta un vaso", le sugirió Emily.
Pero como Jane se negó a aceptarlo, fue esta la que tomó un vaso y la obligó a beber, mientras la impotente Jane solo pudo tragar para evitar ahogarse.
Por supuesto, las lágrimas no dejaron de caer en todo el proceso.
"Tranquila. Dentro de poco, ya no tendrás que preocuparte por nada", afirmó Emily, como si esas palabras pudieran darle algún tipo de alivio.
Pero todo lo que le provocó fue un nuevo escalofrío por la columna.
No había nada tranquilizador en las palabras de la chica, sabiendo lo que estuvo haciendo en casa ocasión lo que tuvo lugar, pues Emily pareció haber planeado el final de su madre.
Pero no supo adivinar cuál sería su próximo movimiento.
En contra de su voluntad, Emily también tomó una barrita de chocolate que los agentes le ofrecían y la obligó a comer, haciéndola mover su mandíbula en contra de su voluntad, mientras Jane solo podía notar con horror que nada en su cuerpo parecía obedecerla ya.
¿Emily ya se había hecho con el control total de su cuerpo? ¿Tan fácil había sido para ella? ¿Por qué ni siquiera notó que las cosas llegaron a ese punto?
"¿Por qué? ¿Te parece injusto lo que te está pasando? ¿Qué alguien te quite tu vida es algo que no merecías?", le preguntó Emily.
Después de todo, lo que fuera que pudiera pensar, ella también lo escucharía, sin que hubiera nada que se lo impidiera.
Entendía lo que esta quería decirle.
Después de todo, Jane le arrebató su vida de una manera injusta, así que entendía porqué reaccionaba así, pero...
"No pienses demasiado y dedícate a llorar. Es mejor que las menos personas posibles te vean bien la cara o empezarán a haber preguntas", comentó Emily.
Y, de ese modo, Jane permaneció durante horas sentada en una silla, sin dejar de llorar, mientras el otro ser que parecía vivir en ella lo observaba todo, procurando escuchar las conversaciones de los agentes, queriendo asegurarse de que ninguno de los presentes tuviera sospecha alguna de la joven sentada en aquella silla solitaria junto a la pared.
ESTÁS LEYENDO
Dientes
HorrorUna vida puede cambiar muy rápido. Y de las formas más inusuales La vida de Jane empezó a cambiar por un simple dolor de dientes Pero, cuando los cambios empiezan, ¿quién los puede parar o controlar? Una joven que no le gustaría estar viviendo lo qu...