La Serpiente y el Ángel.

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Intento levantar mi mirada, hacia su rostro.
Asustado, estoy asustado: al escuchar su voz. Ruge entre nubes tormentosas.
Él grita tu nombre, grita el mío, con desprecio.
Me duelen sus palabras, y siento un fuerte desprecio, no quiero escucharlo de él.
Un mar rojo azota mis ojos, siento un nudo en la garganta. Todo es rojo. Siento ira.

Su mano en enorme y me siento diminuto:
Al defenderme, solo me lastimo más.
Él me azota sin piedad, sabiéndolo.
La violencia no cesa, una tormenta roja zurca el cielo.
Los truenos; cortan el humo carmesí. Su luz proyecta una sombra: la de él, pequeña y asustada.
Por primera vez puedo verlo como realmente es.
Por última vez, puedo ver sus ojos, llenos de odio y desprecio.

Puedo sentir sus manos que tiemblan golpear mi carne. Y desmenuzar mis alas, como si yo fuera un animal.
Puedo sentir sus lagrimas cayendo sobre mí, luego de arrojarme sin piedad al vacío.
La triste lágrima roja que cae junto conmigo, rebalsa el vaso. El vaso en el que me ahogo. Para morir.

Al fondo del vacío.
Caí sobre un mar de espinas.
Sobre las rosas color sangre, que rodeaban tu cuerpo dormido.
Tu olor me hipnotiza, y cómo la primera vez: siento frío, miedo, y mucho calor.
Ahora, debajo de ese miedo, siento tu respiración lenta, y caliente.
A tu lado me tumbo adolorido.
Solo me permito sentir tu calor, durante horas. Solo a tí y a mí.

Llueve una tormenta roja, los truenos parten la tierra, pero nosotros solo dormimos. Uno sobre el otro, tu cuerpo de serpiente me envuelve, buscandome. Dándome el calor que perdí, dándome el calor y el amor, que me hacen tanta falta.
Me mancho de tu sangre, tú te manchas con mis lagrimas. Nos enbadurnamos del otro. Y con los ojos cerrados, te beso.

Llega la hora y el dolor es más fuerte.
Al fin tus ojos se abren. Rojos, hermosos, y cristalinos. Me buscan.
En ellos veo mi reflejo: veo las grietas de mi alma.
En las grietas de tu rostro, veo la luz: que me hipnotiza, cada vez que sonríes.
Y sonríes para consolarme, o para hipnotizarme.
Pero no me importa ya nada de eso, y me dejo.
Porque siento tantas cosas.
Y estoy tan roto.
Los dos estamos muriendo. Tú te estás muriendo, y eso me mata.

Yo muero, y entre tus brazos: solo quiero dormir, rodeado de tu calor. De tí.
Ahogo tu llanto en mi pecho que sangra.
Y me entiendes. Como yo te entiendo.
Nos damos un último beso, tomamos aire. Un último suspiro.
Sobre el jardín de rosas teñidas de rojo, de nosotros, dormimos. Por última vez.




Enferma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora