Vacío.

22 1 2
                                    

{Ø}

No puedo llorar, bebé estoy sufriendo. Hay un mar de lagrimas de sangre que hierven dentro mío, un dolor implacable que me amartilla el cerebro desde adentro. Una voz susurrante a momentos, escandalosa, gritona y violenta en otros. Esa voz está tan enojada, herida. Llora mientras grita, me grita a mí: que haga algo, nos estamos muriendo.

La dejo gritar, a través de mí, que derrame todo su dolor, como dagas: que me cortan la garganta. Escupo sangre.
Cuando no puedo contenerme más: arranco carne, pelo y sangre, desde mi frente hasta mi cuello. Tengo las manos rojas, las uñas largas rebosantes de mi propia carne, latiente. El pelo arrancado de un tirón, se cae mientras gotea, pegajoso y carmín.

No puedo más, esas lágrimas que no salen, me ahogan desde adentro. Siento que no puedo respirar. Estoy tan sola.
Tan rota. Tan vulnerable. Tan pisada. Tan pateada. Tan violentada, de todas las maneras. Intento calmarme. Tomo un cuchillo, rajo la carne. No hay ningún lugar en mi cuerpo que no haya sido cortado antes.

Suave, devoro ese dolor. Es como un salvavidas, que me hace flotar en ese agua que no sale, y me estaba hundiendo.
No sirve, nada sirve, porque no respiro. Estoy ya tan muerta, no hay sentido en querer salvar algo que está podrido.
Porque siempre fui: la manzana podrida, en el cajón vacío, que también está roto, Tirados en una bodega, pudriéndose sin más.

Grito pero nadie me escucha. Me abandona la vida, una y otra vez, se lleva pedazos de mi alma con ella.
Quiero sufrir más, hasta que las lágrimas se vayan. Pero ya no tengo ojos, ya no tengo cuencas, ya no hay nada donde debería estar mi cara. Ya no hay nada que me permita sufrir como si estuviera viva. Porque ya no hay nada, solo queda el vacío y la soledad. El sufrimiento que tampoco lo es, porque no soy nada, y la nada no tiene ni comienzo ni fin.

Un dolor profundo me cala hasta la punta de los dedos, cuando el cuchillo, toca el hueso. Borbotea la sangre en la tina, el ruido me calma, me ahogo en ese dolor.
Hay una profunda tristeza que me invade, hasta el último pensamiento. De esos suicidas, que estoy consumando.
Suelto un grito grave, como el gruñido de un animal, que al no ser humano, no aprendió nunca lo que es llorar.

Se me quiebra la columna con ese alarido que pego. El cuchillo sobresale del otro lado de mi pierna, en la que fue clavado, sin piedad. Me deshago en una tira flácida, como una serpiente, me hundo hasta el fondo. Respiro, me ahogo en ese agua helada, que se tiñe tibia con mi propia sangre. Nunca, había sufrido tanto.

No tengo ojos, no tengo boca, no escucho, no veo. Pero siento. Dolor. El cuchillo se vuelve a hundir. Poseído: arranca, desgarra, corta, despedaza. Guiado por mi mano, me destroza. Me destrozo. Me rompo. Me hundo. Me ahogo. Me muero. Me mato. Todo termina. Y vuelve a empezar. Grito.



{Ø}




:)
Guren.

Enferma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora