Autodestrucción.

3 0 0
                                    




Una vez más siento el impulso, una vez más, siento el deseo.
Como agua hirviendo, que corre por mis venas: quemando hasta el último pedazo de mi carne. Barriendo mi sangre, hirviendo mis entrañas, hasta la agonía insoportable y más dolorosa.

El deseo de morir.
De autodestruirme.
Es como la mugre de mis uñas.
Un húmedo deseo, sucio, penoso, indecoroso e infiel:
Porque nunca antes, me había engañado tanto a mí misma, queriendo algo. Haciéndome creer que lo necesito.
No necesito morir.
Solo, necesito dejar de sufrir.

Es una traición a mí misma.
Es un acto de lealtad, al que me está clavando por la espalda.
Por qué no dejo de pensar en ellos.
Por qué no puedo pensar en mí ni por un segundo.
Si todo lo que pueden ver mis ojos, son mis manos ensangrentadas, en la soledad de este baño oscuro.

Una y otra vez me condeno a lo mismo.
A pesar de mis violentos ataques de valentía, para llegar al cambio, nunca lo logro.
Es una caída que te devuelve a la superficie para tirarte otra vez.
Siento tantas náuseas que vomito mis tripas.
Puedo ver la sangre embarrando la sangre que ya estaba pegada en el suelo.
Siento todavía más asco.

Y no sé si yo tenga salvación.
La verdad es que me lo pregunté tantas veces.
Después de la crisis, echada en el baño sobre mi propia peste, me lo pregunté realmente.
Y honestamente no encontré nada, nada en mi mente que tanto me miente. Para mantenerme viva, un día más.
Y que me miente. Para sacar a flote el deseo.
El deseo de quedar inerte. En este mugriento piso.




Guren.










Enferma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora