En un gobierno injusto para con los omegas, Han Jisung es un omega soltero que terminará embarazado, luego de una noche de pasión con un alfa desconocido.
Devastado ante el resultado, decide contarle todo a su amigo y jefe, Lee Minho.
Y es que al se...
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—¿Por qué debo irme?—se quejó Taerae agarrado del marco de la puerta principal mientras era empujado por Minho.
—Por cosas de adultos—dijo a lo que el alfita le dió una mala mirada.
—Es por cachondo—se quejó antes de ser agarrado por el mayor para sacarlo del departamento y cerrar la puerta tras de él escuchando las quejas de Taerae.
Así está el asunto, su celo empezaría al anochecer y Jisung... el omega estaba más necesitado de lo usual.
En otras palabras el omega estaba en ese momento del embarazo en las que la excitación era demasiada para soportarlo con duchas frías. Y eso había conducido a que Minho estuviera con pre celos.
—Lino—el lloriqueo del omega hizo al alfa correr hacia la habitación. Abrió la puerta de forma violenta pero la cerró aún más rápido.
El omega estaba saciando sus deseos carnales al tocarse para encontrar la satisfacción.
Minho apoyó su frente en la puerta y soltó un sonoro jadeo.
—Soy un caballero, un alfa con modales que piensa con la cabeza y no con el pene—dijo cual mantra para calmar el extraño calor en la parte baja de su estómago—. Mi mamá crió un caballero—escuchó un gemido algo agudo que erizó su cuerpo—. Al diablo. ¡Ahí te voy Jisung!
Abrió la puerta y entró llevándose una sonrisita coqueta del omega. Quizás el omega se avergonzaría si fuera otra persona, pero era Minho. Su alfa.
Extendió sus bracitos hacia el alfa que se apoyó en el borde de la cama antes de quitarse el suéter y subirse al colchón para colarse entre las piernas del omega.
El más joven tira de Minho para unir sus labios en algo más libidinoso que todos los besos que habían tenido antes. Sus labios encajan perfectamente mientras sus lenguas danzan al ritmo del deseo latente. El alfa coloca su mano izquierda en la cama para usarla de apoyo y no aplastar con su peso al gestante.
—Te amo—susurró el omega antes de mostrar su cuello al mayor que empezó a dejar besos por todo éste junto a unas cuantas marcas de posesión. Luego dejó un notorio chupetón en la parte donde iría el lazo.
—Yo te amo más—dijo justo en el oído del omega que jadeó amando aquella voz algo ronca. En el aire era predominante las feromonas de ambos mezcladas. El aroma a moras y vino tinto del alfa junto a los albaricoques con la canela del omega—. Estás goteando lubricante, omega.
Y eso erizó al omega que gimoteó patéticamente mientras su entrada se contraía y botaba más lubricante.
Sus pequeñas manos se apoyaron en el pecho duro del mayor cuando uno de los largos dedos del alfa se introdujo en su interior. Luego uno más se unió al interior y empezó a moverlos de adentro hacia afuera en aquellas apretadas y húmedas paredes anales del omega.
