Extra Gemelas Scott

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No sabía cómo había recordado la dirección de su nuevo hogar en Nueva York entre la neblina de alcohol que nublaba su mente.

No podía coordinar sus movimientos y se encontraba dando tumbos por el departamento de su hermano con la luz apagada.

Aitana se tropezó con una pequeña mesa de la sala y un jarrón cayó estrepitosamente en el suelo, el sonido de la cerámica al reventarse fue escandaloso y la chica siseó una maldición mientras se agachaba para recoger los pedazos.

—Hasta cuándo me vas a tener preocupándome por tí— Aitana escucho el murmullo pero no hizo ni caso y se concentró en su tarea.

Por muy borracha que estuviera Aitana reconocería la voz de su gemela así estuviese en el mismísimo infierno.

—No te pido que estes al pendiente de mi— gruñó poniéndose de pie con unos cuantos trozos del jarrón en la mano, la mayoría aún estaba en el suelo.

Un quejido hizo que Aitana se diera la vuelta enfrentándose al fin a su hermana, pero no fue ella quien captó su atención, si no el niño que llevaba en sus brazos. El pequeño ya casi cumplía un año pero aquella mala costumbre de chuparse el dedo no se le había quitado.

El niño miraba a Aitana con aburrimiento, aunque la verdad sospechaba que este lo que tenía era sueño, eran altas horas de la madrugada y ahí estaban los tres parados en medio de la sala perdiendo horas preciadas de sueño, la chica le vino un recuerdo repentino pero aún no podía descifrarlo del todo.

Habían pasado ocho meses desde que vivían en el pequeño departamento, no era que los Scott estuvieran falta de dinero, su hermana les había dejado una cantidad considerable para vivir unos pocos años bien. Era el echo que en este año habían tenido tantos cambios que ninguno de los niños Scott se sentía preparado para uno nuevo.

Desde enterarse que su padre era un mounstro, el regreso de su madre, su nuevo hermano, el cambio de casa, el intento de suicidio de su hermana mayor y la desaparición de esta ya era mucho para todos y ninguno de ellos se encontraba listo para un nuevo cambio.

Aitana fue a deshacerse de los pedazos rotos del jarrón en la cocina, no recordaba donde estaba el cesto de la basura así que dejó los fragmentos sobre el lavado, Alana la siguió y cuando volvió a confrontarla, la chica solo se pudo quedar viendo al niño nuevamente, recordando, ahora si, la cuestión con el.

—¿Que hace Nathan aquí, no debería estar con su madre?— preguntó con el ceño fruncido, el niño se acurrucó mas en el pecho de su hermana.

—Mamá tuvo una emergencia y me dejó a cargo de Nathan— se escudo la rubia con rapidez.

Aitana bufó molesta, conocía a la perfección a su hermana y podía darse cuenta que estaba mintiendo.

—Se ha marchado otra vez ¿no es así?— cuestionó con una sonrisa llena de sarcasmo.

—Volvera— prometió Alana, como la niña ingenua que era, siempre esperanzada cuando se trataba de esa mujer.

—Claro, como las tres veces anteriores— se mofo pero al instante se arrepintió cuando vió los ojos de su gemela cristalizarse.

Pero Alana no soltó aquellas lágrimas que retenía, era muy orgullosa como para hacerle ver a Aitana que sus palabras le lastimaban, en cambio, levantó su mentón para no dejarse amedrentar.

—Mamá no está atravesando por un buen momento— le hizo saber y Aitana por un momento la quiso abofetearpara que entrara en razón —Ha estado pasando por mucho, Aitana, no tenemos que presionarla.

—¿O qué?— la retó —¿Volverá a irse? Porque no entiendes de una vez que nunca volvió del todo. Nos abandonó Alana y lo ha estádo haciendo constantemente desde que apareció como si nada en la puerta de nuestra casa.

La Sombra De Mi Corazón. [Completa]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora