recuerdo uno. deseo fugaz.

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En algún momento de la noche...

Las estrellas aquella noche no se escondían y miles de puntitos blancos decoraban aquel lienzo negro. Los ojos de Juanjo eran incapaces de quitar la mirada, simplemente estaba maravillado por las vistas. Una suave melodía, procedente del interior, acompañaba al zaragozano. En su mano derecha mantenía una cerveza y la otra buscaba un cigarrillo. 

Realmente le gustaban las fiestas, todo lo relacionado con su caótico ambiente; música, baile, alcohol... Era una buena combinación. Pero en esos momentos sentía algo distinto y en cambio, su mente le obligó a salir, a disfrutar de algo más tranquilo, relajado. Mientras tanteaba entre sus bolsillos en busca de su mechero, un ruido provocó que casi el objeto se resbalará de sus manos. 

Sin embargo, no dirigió su mirada a la puerta. Podía haber sido tan solo el aire y que el mismo fuera el causante del portazo. Encendió el cigarrillo y pudo dar una calada. 

La primera era, sin duda, la mejor. Saborear el sabor concentrado de todas esas sustancias, sentir que el humo llegaba hasta el fondo de tus pulmones y que, tras expulsarlo, llegará una ola de calma y alegría. Porque así lo sentía él, como esa calada no había ninguna. 

Cuando separó el cigarrillo de sus labios, por el rabillo del ojo percibió una silueta, demasiado cerca para su gusto. Una chica que se mantenía quieta, con ambas manos sobre la barandilla. Su rostro era ocultado por su pelo, marrón y algo ondulado. Giró con cuidado su cabeza para intentar comprobar quién era y si necesitaba ayuda. 

Sus nudillos, de un color blanquecino, le daban la intuición de que no la gustaba estar en ese lugar, quizá tan cerca del abismo. En parte, Juanjo comprendía su temor; cómo suponía que miraba al vacío, como no escuchaba su respiración o ese agarre tan fuerte que persistía contra algo que la diese estabilidad, como si en cualquier momento se fuera a caer. 

Decidió intervenir, sin ninguna intención de dejar que la chica sufriera más. Entonces, su mirada giro hacía él y sus ojos azules impactaron de lleno con los marrones suyos. De inmediato reconoció a la chica, aquella con la que ese mismo día estaba junto a Martin, tras recibir su camiseta azul. 

Siempre recordará como sus mejillas se sonrojaron o como su rostro se contrajo en sorpresa, al parecer reconociendo al chico que tenía en frente. 

Y por un momento, a su corazón se le olvidó como funcionar. 

La noche finalizó con una amena charla, tan solo ellos dos. Dos jóvenes desconocidos con un mismo destino; la academia de operación triunfo.

Pero por unos instantes, el chico, con una sonrisa imborrable, solo tenía un pensamiento en mente.





...realmente quería que su encuentro durará para siempre.

remedio. juanjo OT23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora