«Entonces Heinley...»
«Dime, Reina.»
«Me gustaría trabajar.»
«... ¿Lo que quieres hacer es trabajar?»
«Sí, no me presionaré demasiado.»
La expresión de Heinley se volvió confusa. Una expresión teñida de tristeza y dolor.
«¿Heinley?»
Acaricié las comisuras de sus ojos con mi mano, él presionó mi mano en su mejilla, entrecerró los ojos y murmuró,
«Estaría muy feliz si McKenna dice que quiere trabajar más en vez de holgazanear. No sé por qué me duele tanto oírlo de Reina.»
Eso es un poco gracioso... pero al menos Heinley me entendió.
Pareció darse cuenta de que forzarme a descansar no me ayudaría a recuperar.
Al día siguiente, Heinley llamó al médico del palacio y a McKenna. Los cuatro pasamos dos horas determinando la cantidad de trabajo que podía hacer sin demasiado esfuerzo.
Esa tarde, pude participar en una reunión después de mucho tiempo.
Fue sin duda una medicina eficaz. Al contrario de dar un paseo o sentarme en una silla sin razón.
Mientras los asistentes expresaban sus opiniones, discutían con las venas de sus cuellos marcadas y movían papeles afanosamente de un lado a otro, yo tachaba en un papel los puntos del orden del día que habían sido tratados y anotaba las conclusiones.
Pero, de repente, el canciller encargado de dirigir la reunión frunció el ceño cuando estaba a punto de decir el último punto del orden del día.
«¿Qué ocurre?»
Ante la pregunta de Heinley, el canciller levantó las cejas y rápidamente me miró.
'¿Por qué me mira a mí?'
«¿Canciller?»Heinley lo volvió a llamar, como si la actitud del canciller le pareciera cuestionable.
«Oh, lo siento.»
El canciller se disculpó después de toser un par de veces.
«Hemos recibido una petición del pueblo minero de Yorne. Cada año se produce una inundación en esta época...»
'¿Una inundación? ¿Por qué el canciller se detuvo?'
El canciller volvió a mirarme.'¿Por qué a mí? ¿Acaso pretende culparme de la inundación?'
Mientras lo miraba más desconcertada, Heinley tosió brevemente y golpeó los reposabrazos del trono.El canciller se sobresaltó y se apresuró a continuar,
«Han oído que Su Majestad es una gran maga de hielo, así que han pedido que Su Majestad los ayude con su magia.»
¿Una Gran... Maga de Hielo? ¿Yo?
Oí unos sonidos reprimidos salir de la boca de Heinley a mi lado. Cuando volteé la cabeza, lo vi mordiéndose los labios.
¿Le hizo tanta gracia escuchar que soy una gran maga? Imagino que es porque sabe que mi control del maná no es tan bueno. Aun así, ¿no se está riendo demasiado?
Lo fulminé con la mirada, pero Heinley no parecía capaz de mirarme a la cara mientras intentaba reprimir su risa.
Así que suspiré y volví a centrar mi atención en el canciller.
Bueno, ¿qué puedo hacer? El hecho de que se me considere una gran maga es el resultado de no haber aclarado del todo ese asunto.
Ahora que Heinley no parece ser capaz de hablar, dejaré que luche contra su risa mientras averiguo sobre la situación.
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La Emperatriz Dicorciada 2
Fiksi PenggemarEstas es la segunda parte de la emperatriz divorciada