Entusiasmada

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Mientras nos bañábamos, Heinley arrepintió exactamente 39 veces, «No debería haber aceptado tomar un baño contigo».

Parecía que había sido una tortura psicológica para él...

Pero yo me sentí muy satisfecha. Satisfecha de sentir el calor de su cuerpo desnudo por primera vez en mucho tiempo.

Si bien Heinley actuaba como si fuera una tortura, su rostro sonrojado decía lo contrario. Parecía feliz y complacido.

En fin, después de que tomamos un baño caliente, bromeamos y nos reímos mientras nos miramos, acostados uno al lado del otro en la cama de mi habitación.

Tal vez porque tenía sueño... el simple hecho de hablar de tonterías mientras miraba sus ojos púrpura me hacía sentir como si estuviera en una nube. La risa fluía naturalmente de mí como si estuviera ebria.

En el proceso, el sueño me venció y mis ojos comenzaron a cerrarse.

«Su Majestad. Su Majestad. ¿Todavía está despierto?»

Oí a McKenna llamar desde el otro lado de la puerta.

Heinley frunció el ceño, pero se levantó en silencio de la cama y se dirigió a la puerta.

Heinley no tardó en abrir la puerta y le oí decir,

«¿Qué pasa?»

Envuelta en las sábanas, observé a Heinley de costado.

La expresión de Heinley se volvió rápidamente rígida, seguida pronto de una sonrisa fría. ¿Qué noticia ha traído el Marqués Karl?

No podía oír sus voces, así que era imposible saber a qué se debía.

Momentos después de que McKenna se fuera, Heinley volvió a la cama.

Pero en vez de acostarse a mi lado, sólo se sentó en una esquina de la cama con cara de preocupación.

«¿Qué sucedió?»

Cuando le pregunté con inquietud, Heinley bajó la mirada con impotencia.

«¿Heinley?»

«El Emperador Sovieshu quiere quedarse aquí durante 15 días para recuperarse.»

«¿Sovieshu? ¿Aquí?»

«Sí.»

La cara de Heinley se contrajo como masa de pan mal amasada.

Aunque mantuvo la boca cerrada, sus malas palabras resonaban como una alucinación auditiva en mi oído.

No quería verlo decaído, así que extendí mi mano y froté su cara para devolverle su brillo original, sólo entonces su expresión mejoró un poco.

Heinley apoyó su cara en mi palma y suspiró.

«No sé por qué tiene que venir aquí a recuperarse, su país es más grande y tiene muchas villas.»

Le di unas palmaditas en el hombro sin decir nada. ¿Qué se supone que debo decir en esta situación?

«Uff.»

Sin embargo, Heinley todavía suspiraba pesadamente...

Sovieshu envió recientemente a Evely para que nos tratara al Gran Duque Kapmen y a mí, a pesar de que no tenía la obligación de hacerlo. Ahora decía que quería quedarse aquí durante 15 días. Era más difícil negarse debido a la ayuda que recibimos hace poco. Pero incluso si no hubiera enviado a Evely, no habríamos podido decirle que no viniera.

Esa era la razón por la cual Heinley no dejaba de suspirar.

«¿Podría ser que el Emperador Sovieshu aún tiene sentimientos por ti? Estoy nervioso, Reina.»

La Emperatriz Dicorciada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora