XII: Tiempo de Calidad

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Pasé todo el día preparando los trajes que usaríamos todos en el evento de mañana. Incluso empecé a preparar algunos diseños para mis hermanos.

El día de mañana será un día bastante extraño para mí, ya que jamás en mi vida había celebrado el día de la familia. De hecho, en la isla no celebramos muchas festividades; solo el cumpleaños de Maléfica, o como a ella le gusta que lo llamemos, "el día de la Emperatriz del Mal". A veces tiene un ego mayor al de mi madre.

—¡Mal! ¿Podrías dejar de moverte? —regañé a mi mejor amiga.

—Lo siento. Pero esta falda aprieta.

—Pues, mete la panza. Necesito terminar tu vestido rápido, para mañana.

—Tu traje, el de Jay, Carlos, mi vestido; además de tus hermanos. ¿No es mucho trabajo para ti?

—Para enseñarme a coser, mi madre me encerró en su armario junto con todos sus vestidos rotos y solo una aguja e hilo. Me dijo que no saldría de ahí, hasta que arreglara todos y cada uno de los vestidos. No desayuné, almorcé ni cené en todo ese día; solo me limité a terminar los vestidos antes del amanecer —suspiré, recordando ese evento traumático—. Esto es más fácil... además, ese día fue que descubrí que la moda era mi pasión.

Mal solo se limitó a ver mi reflejo en el espejo, dándome una mirada compasiva muy extraña en ella. Empezó a caminar, haciendo que tuviera que detener en seco mi trabajo, para no dañar la tela, tomó los diseños de mi carpeta personal y los tiró sobre su cama.

—¡Oye! Casi haces que arruine la falda —le reclamé, pero pareció ignorarme.

—"Para ayudar a un amigo en apuros, una rima voy a improvisar. Trae estos trajes al mundo real".

Toda la habitación de llenó de una mezcla de humo verde y destellos mágicos. Al abrir mis ojos, los maniquíes que solo tenían pequeños trozos de tela de las bases de cada diseño, se transformaron en trajes y vestidos completos y terminados, con cada detalle que había plasmado en los dibujos.

—Mal...

—He estado practicando el uso de mi magia. No solo los hechizos de mi madre, también he empezado a improvisar los míos propios. Así que, ¿por qué no usarlos para ayudar a mi amigo?

No me atreví a decir nada, solo la abracé como muestra de mi gratitud y afecto. Aunque Mal no está acostumbrada a las muestras de afecto, rápidamente rodeó mi espalda, correspondiendo el abrazo. Con una sonrisa, observo los trajes y vestidos hechos con magia.

—Solo esperemos que no se conviertan en harapos a la media noche —bromeé, y ambos soltamos una risa sincera.

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"Hermanito!!! Estoy en la cancha de tiro. En una hora termino mi practica y luego podemos salir juntos".

Es lo que decía el mensaje que Roxy me envió hace un rato, así que justo ahora estaba en camino a la cancha para ir a buscarla. Cuando llegué, la encontré conversando con un chico que, sinceramente, no parecía un adolescente. Era muy alto y musculoso, tenía pecas en su rostro y hombros, los cuales acompañaban a su cabello rojo cobrizo y liso. Tenía una belleza casi indescriptible; un rostro de niño inocente y tierno, pero el físico de un bárbaro irlandés.

Cuando mi hermana notó mi presencia y se acercó a mí a paso rápido. La saludé con la mano desde a entrada y con una sonrisa tierna. El chico por un breve instante conectó su mirada con la mía y me regaló una tierna sonrisa, y les juro que sentí mis piernas debilitarse.

"Soy papa casada, soy papa casada, soy papa casada..." empecé a repetir en mi mente, mientras mis ojos se negaban a separarse de esa vista ejemplar. Desperté de mi ensueño, cuando un zape fue propuesto en mi cabeza por parte de mi hermana.

Ambos lados del espejo: Descendientes (Yaoi/Boy Love) [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora