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Pensó toda la noche en lo perdida y asustada que estaba.

Aterrada, con sus piernas y la mandíbula endurecida, los nervios hacían que se estremeciera bajo las sábanas, y desde su nuca hasta la cintura se encontraba empapada de sudor.

Enredada en sus pensamientos le temía a la soledad, no soportaría volver a vagar sola por la vida, le resultaba humillante y la envolvía en una profunda tristeza.. ella se quería quedar, le gustaba donde estaba y la gente con la que se rodeaba.

Observó el techo de su habitación toda la noche, como si allí fuera a encontrar respuestas, hasta que los rayos de sol comenzaron a invadir el cuarto a través de los huecos de la persiana rota.

Alice tomó una larga ducha fría, necesitaba apagar ese fuego interno.

Salió del baño con su bata azul y caminó ciegamente a la habitación de Connor, abrió la puerta y comprobó lo que más temía.

Él se había ido.

Desilusionada y con un nudo intenso en su garganta, se reposó contra el marco de la puerta observando lo vacía que estaba la habitación.

–Se marchó esta mañana–dijo Gustav–, tenía cosas que hacer antes de irse, quizás todavía no se haya ido de la ciudad..

Ella no volteó a verlo, sintió como una explosión interna la hiciera despertarse y corrió a cambiarse. Salió muy deprisa del departamento en búsqueda de aquellos ojos azules.

Pero.. ¿Dónde podría estar?

Caminó sin cesar, yendo en círculos, corriendo, frenando a respirar y llorar en momentos, no tenía la menor idea de donde podría estar..

Se sentó en la playa, dejando sus piernas desnudas rozar con la arena.

Se había dado por vencida, no tenía sentido seguir caminando por la ciudad sin ninguna clase de pista. Él no contestaba sus llamadas, ni mensajes, claramente no quería verla.

Volvió a paso pesado al departamento, exhausta y maldiciéndose por dentro, fue hasta la heladera, bebió unos sorbos de agua, y allí lo vio.. cruzando el pasillo hasta su cuarto.

Quedó paralizada, no lograba entender si era una ilusión, un fantasma o era él realmente.

Caminó rápidamente hasta llegar al pasillo y ver la puerta del cuarto semiabierta, con un destello de luz asomándose.

Estaban a tan solo centímetros de distancia, solo debía entrar..

Pero comenzó a acobardarse y todos su miedos volvieron a atormentarla.

El sentimiento de fracaso le recorría el cuerpo entero, le dolía.

Hasta que Connor abrió la puerta de par en par y quedaron enfrentados.

Nuestra querida Alice por poco se desmaya.

Su rostro era iluminado por los rayos de sol, sus labios rojizos se abrían de sorpresa y esos ojos grises encontraban la paz al fin.

De repente se sentía mejor, aunque en el fondo supiera que todo estaba mal, pero el hecho de estar cerca y por ese instante tenerse momentáneamente en sus vidas, los reconfortaba a ambos de una manera inexplicable.

Cegados por el deseo de entregarse el uno al otro, de amarse libremente, de explorarse y cortar con el espacio entre ambos, fue como sus corazones quedaron a la par. 

Alice, Alice, Alice - [HISTORIA CORTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora