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–Te amo Alice, te amo de verdad.– ella se quedó muda, había perdido la cordura, y se había dejado llevar por el deseo como nunca antes.

–No..–ella tomó asiento entre las sábanas arrugadas y miró esos ojos azules que parecían al borde del colapso–, no podemos.– sus palabras retumbaron como ecos en Connor, una y otra vez, recordándole cuan doloroso era tener que dejarla ir.

–Dime que es una broma..–ladeó su cabeza, y sus ojos se cristalizaron, su cabello todo despeinado caía ahora sin brillo sobre su frente, su mirada se perdió en algún punto de la habitación– Dime ¿qué es lo que acaba de pasar?¿Que fue para ti?– el volvió a mirarla, pero Alice agachó su cabeza y de inmediato se mojaron sus mejillas.

–Debes ir a Nueva York.

–¿Qué?–Connor se sobresaltó y se acercó a ella– ven conmigo.

–No.. –ella negó con la cabeza, le dolía tener que acabar esto, pero era lo mejor–Vete, y haz lo que debas, yo no puedo..

–No puedo irme, ¿Y dejarte aquí? ¡No quiero estar sin ti! Pensé que lo había dejado claro.. –su voz se suavizó y calló de rodillas al frente de Alice– ¿O acaso tu no fuiste clara?– la tomó de la barbilla y lo obligó a verlo–, no me hagas esto, no me dejes otra vez, te lo suplico..

–No quiero esto para ti Connor, no te lo mereces. –sus ojos grises no tenían el valor de mirarlo, sabía el sufrimiento que le estaba causando, porque ella misma lo estaba sintiendo..

–Alice, tú no puedes decidir qué es lo que merezco– dijo ocultando su enojo–, por favor, te amo.. –ella volvió a sus ojos como la lluvia siempre vuelve al mar–sé que eres justo lo que quiero y no hay nadie en este planeta que me haría más feliz que tú, nadie.. –casi por un segundo ella pensó en caer a sus brazos, pero Connor no sabía, no tenía idea, del dolor que ella era capaz de causar.

–Lo siento.–ella se apartó y envuelta en sábanas caminó hacia la puerta– No puedo hacerlo, no puedo hacerte esto.– Connor quedó inmóvil, no se esperaba para nada esto, había estado toda la noche sin dormir, pensando en lo magnífico que sería tenerla desnuda en su cama todas las noches y amarla todos los días, lo que resultaba ser muy fácil para él, tenía su corazón en la mano, listo para entregarlo..

–Alice no, por favor.. –su voz cada vez desaparecía más, apenas le quedaban fuerzas para hablar, caminó lentamente hacia ella, pero era inútil, lo veía en sus ojos grises, ella no se quedaría– No lo hagas.– suplicó por última vez, pero ella ni siquiera titubeó, y dando media vuelta encaró la salida– Si te vas.. esto se acaba, de verdad, no te dejaré entrar a mi vida de nuevo.. –la puerta se abrió y ella desapareció en las penumbras de la mañana nublada, sus pies descalzos retumbaron en todo el departamento y su sollozo se hizo presente en cada rincón.

Alice, Alice, Alice.. pobre Alice.

Alice, Alice, Alice - [HISTORIA CORTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora