-Yuki, ¿Podrías ir a comprar pan?- Pidió Hanma viendo como la pelinegra se asomaba a la cocina.
-Si, enseguida vuelvo- Yuki asintió mientras iba a calzarse y a por algo de dinero.
Salió de la casa notando como los rayos del sol calentaban el frío ambiente que recubría ese aburrido enero.
Por suerte terminaba pronto, dando paso a febrero, el mes de la primavera, el amor...Tenía pensado comprar pegatinas para la moto de Hanma y que él la decorara a su gusto, y Hanma probablemente no tendría mucha cosa preparada. Ya había conseguido hacer que Yuki le obedeciera, había cumplido con el plan que cuadró con Kisaki.
Caminaba por la larga acera de cemento contando las monedas que llevaba para asegurarse de que traía consigo el suficiente dinero para al menos una barra.
Entró a la tienda saludando al dependiente como normalmente hacía.
Le entregó las monedas y salió de la tiendita con una sonrisa cálida.
La gente en aquel barrio era bastante agradable.-¿Masaru Yuki?- Una voz masculina la nombraba.
-Sí, soy yo- Se giró algo incómoda.
-Somos unos amigos de Hanma, ven, queremos hablar contigo.- Un chico muy probablemente mayor de edad, con dos trenzas castañas y rubias, y su acompañante rubio con mechones azules y unas gafas redondas, eran las que llevaron a Yuki a un callejón.
-No, esto no es buena idea, ¿Y si llamo a Hanma, os facilito su número?- Yuki quería irse de ahí lo antes posible.
Justo su teléfono comenzó a sonar, mostrando en pantalla el nombre de Hanma.
-No tengas miedo, no somos malos, fíate de nosotros- Habló el peliazul arrebatándole el teléfono de las manos y tirándolo al suelo. Se rompió, pero todavía se escuchaba la dulce melodía que Yuki tenía puesto de tono de llamada, haciendo saber que Hanma quería saber porqué tardaba tanto en algo que hacía todos los días en menos de 10 minutos
Rindou, el peliazul, se acercó a Yuki, cada vez más.
De un rápido movimiento, Rindou la inmovilizó en el suelo mientras Yuki observaba como Ran, el de trenzas, extendía una especie de bastón que deslizó por su barbilla hasta su frente, y como si se tratara de un partido de golf, Ran golpeó con todas sus fuerzas el cráneo de Yuki.
El cráneo de la pelinegra crujió, dándole a Ran esa satisfacción que le daba ese sonido.
Dió otro golpe más fuerte que el anterior, y así, una otra vez.
La roja sangre de Yuki estaba salpicando los pies de Rindou, la cara de Ran, y todo el callejón.Los hermanos Haitani, al ver que Masaru ya había perdido la conciencia, por no decir, la vida, salieron corriendo.
Tras más de tres llamadas perdidas, Hanma se mostró en el callejón donde la habían visto por última vez.
Quedó paralizado ante la escena que se le presentaba. Yuki estaba muerta, en el suelo mientras que el charco de sangre que ella dejó, paró de agrandarse al ya no sangrar más.Hanma llamó a los médicos, tratando de recuperar un mínimo aliento de ella.
-¿Por qué me preocupo tanto? Otros han hecho el trabajo de Kisaki y mío, pero igual... ¿Duele?-
Pensaba Hanma mientras levantaban el cuerpo de Yuki, ya inerte y envuelto en aquellas bolsas que solo esperas ver en una serie de crímenes, de camino a la morgue.
Hanma le contó lo sucedido a Kisaki, quien no mostró ninguna piedad por la pelinegra. Es más, actuaba como si ya lo supiera todo, como si él la hubiera matado.
El plan de Kisaki tenía que seguir su curso, y no había espacio para estúpidos sentimientos por una persona que ya no va a volver.
Hanma no entraba a lo que había sido la habitación de Yuki, sacó toda su ropa y se la dió a su hermano.
Todos los miembros de la Tokyo Manji visitaban su tumba, menos Muto, él no había visto la tumba, pero Mitsuya y Hakkai a diario después de clase.
Ren había quedado destruido, mientras que sus padres actuaron también con indiferencia.
Es curioso que a uno mismo la muerte no le afecte tanto, mientras que a sus seres más cercanos les destruya la vida, el como tu ya estás en paz mientras que el resto están lidiando con una pena que los acompañará para el resto de sus vidas.
Pero Yuki ya estaba enterrada, con una expresión de tranquilidad en su rostro.
Yuki se había ido, junto con el pendiente que Hanma le regaló.Meses tras meses el cuerpo de Yuki se descomponía, mientras que en la superficie, muchas personas iban casi a diario a comentarla distintos sucesos. Claro que sin esperar ninguna respuesta a cambio.
Para Yuki, desde que murió, todo había estado en negro, tranquilo y frío. Ella sentía que por fin estaba descansando, aunque, en realidad no podía sentir nada.
Todo había cambiado, toda aquella oscuridad se desvanecía a medida que Yuki abría los ojos viendo un techo blanco, sintiendo la comodidad de aquellas sábanas que la habían estado cubriendo todo este tiempo.
Estaba cómoda tranquila, hoy era un gran día y tenía que enfrentarlo con toda su energía.
Se levantó al baño con bastante pereza, pero con cuidado de no despertar a su acompañante.
lavó su rostro y dientes y fue a preparar el desayuno, suspirando con alegría tras un sorbo a su café frío.
Recibió una llamada y salió corriendo para poder terminar de preparar los últimos retoques de su boda.
Al ponerse su vestido de novia, las lágrimas en sus amigos y hermano no faltaron, aunque ella no pudo contenerse tampoco, arriesgando a perder su maquillaje.
-Mitsuya, has hecho un gran trabajo- Habló con emoción.
-Eres tú, que luces muy bien las cosas- Ayudó a terminar de abrocharlo.
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𝐀𝐩𝐚𝐠𝐚 𝐭𝐮 𝐜𝐢𝐠𝐚𝐫𝐫𝐢𝐥𝐥𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐢 ||Hanma x OC
Fanfiction¡¡¡¡EDITANDO Y CORRIGIENDO!!!! Masaru Yuki, una joven de 15 años, se mete en peleas ilegales ya que necesita dinero para, prácticamente vivir, ya que sus padres parecen que se olvidan de ella. Su vida amorosa es un desastre, ya que el chico que la g...