Daniel por fin pudo llegar al orgasmo gracias a la ayuda de la boca experta que tenía entre las piernas. Agitado, se quedó de cara al techo y sus dedos se deslizaron en la cabeza de su acompañante cuando éste se reincorporó.
—Ahora sí... —Lo escuchó decir, como triunfante y satisfecho.
Él no comentó nada y el abogado se terminó de incorporar para dejarse caer al otro lado de la cama. Dani solo intentó concentrarse en su respiración, en no pensar y en mantener su cuerpo así de relajado por todo el tiempo que se pudiera.
» No me acuerdo de la última vez que me costó tanto complacerte...
—Te dije que tenía muchas cosas en la cabeza —le explicó y cerró los ojos. La cama se sacudió un poco, seguramente porque Taddeo andaba reacomodándose.
—Por eso te insistí en venir, para devolverte el favor de todas las veces en las que vos me desconectaste la cabeza a mí.
Daniel asintió con un sonido gutural, porque realmente no tenía ganas de seguir una conversación. No quería hablar, ni pensar, ni analizar nada. Todavía se sentía abombado y aturdido desde que había salido de aquella pequeña casa de General Rodríguez. Y ahora seguramente le estaba sumando algo más.
Lo bueno era que por lo menos ya no tenía la necesidad de correr, aunque todavía necesitaba distancia del mundo... y un poco de alcohol. Quizá mucho. Para su suerte, el silencio de la habitación duró un buen rato. Ya un poco más relajado, se sacó el condón, lo anudó y lo descartó en el baño, después volvió a la habitación con inercia, con la idea de recostarse un poco más, pero entonces vio a Taddeo que seguía desnudo y con el teléfono en la mano, como hablando con alguien por mensajes, y se frenó.
—¿Necesitás hablar? —consultó el abogado, con sus fríos ojos claros, pero con una sonrisita—. Puedo fingir que me importa, si querés.
A Dani se le escapó una sonrisa y le dio las gracias, pero le dijo que no hacía falta. En ese mismo instante decidió que no quería seguir ahí, así que se metió de nuevo al baño y fue directo a la ducha. Disfrutó mucho de ésta, tenía el sistema ese de masajes y por suerte lo pudo disfrutar para él solito.
Cuando salió, todavía secándose el pelo con la toalla, encontró al abogado aún en la cama, con la tele encendida en un apartado de noticias y el teléfono en mano, enviando un audio a alguien. Éste le dio una sonrisota y se lo comió con los ojos, admirándolo de arriba abajo.
—¿Hay recarga para una segunda vuelta?
—Eh... no. Pero te puedo dar una mano si querés.
—Entonces paso. —Sonrió, dejó el teléfono en la cama enredada y se levantó de un movimiento, mientras que él buscaba su ropa en el piso—. Debería aprovechar el tiempo y adelantar cosas del laburo. Si me esperás, te alcanzo a donde siempre.
Taddeo no esperó una respuesta y se fue al baño. Daniel se vistió de nuevo con su uniforme del trabajo entre que el otro se duchaba y se quedó un rato mirando la televisión, aunque no le estaba poniendo nada de atención, el entumecimiento de su cabeza no lo dejaba concentrarse.
Siempre se había entendido muy bien con el abogado. Le había pasado a buscar en su coche cuando él se había bajado del colectivo en el centro de Pilar desde General Rodríguez, porque él siempre se ofrecía a buscarlo a donde fuera y alcanzarlo hasta el tramo de la autopista en donde siempre le dejaba, para que le fuera más cómodo volverse a casa. Ya habían estado en ese hotel en varias ocasiones, era el que elegían siempre que estaban medio embolados o apurados y no tenían ganas de recorrer demasiado buscando otras opciones.
No se dijeron mucho en el viaje de vuelta, Taddeo andaba contestando mensajes mediante el sistema del auto y él no le ponía mucha atención pese a poder escuchar todo. Confiaban mucho el uno en el otro, no podía decir que eran amigos o algo parecido, pero los dos estaban muy bien con el arreglo que tenían de solo verse para sacarse las ganas. Dani sintió un retorcijón en el estómago.
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Perro amor
RomanceNinguno tuvo las cosas fáciles. Uno vivió circunstancias que lo marcaron tanto cuando era más joven, que lo llevaron a sumergirse en el hermetismo para protegerse. Fue el instinto de supervivencia de un perro apaleado por la vida. El otro tomó un ca...