El alfa de mis sueños

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Era un día más de clases en esa escuela mixta de un alumno omega muy particular. Había un joven de tan solo 17 años que estaba ya ansioso de salir de sus obligaciones como estudiante para hacer lo que más le gustaba. Los cálidos rayos de sol que se colaban en aquella aula denotaban que el clima estaba perfecto para salir, y él estaba cada vez más ansioso por salir a jugar futbol. Recién había empezado a debutar en su prometedora carrera como futbolista en la capital de su país. Muchos de sus amigos, inclusive familiares se hallaban impresionados de que, a pesar de su condición de casta, nunca se desanimó a seguir con sus sueños como jugador. Para su suerte, sus padres fueron un gran apoyo hacia él a pesar de tratarlo muy diferente a su hermano mayor ya que este era también un jugador, pero a diferencia de él, era un alfa.

-¡Diego! ¿Me estás escuchando?- le llamó su mejor amigo. Sin embargo, últimamente el joven se encontraba más distraído de lo normal.

-¿Eh? Sí Marcelo, te escucho- le respondió volteándolo a ver.

-Ash, te estoy contando algo super importante antes de que se nos acabe el receso y no sé en qué estás pensando- dijo irritado al notar la nula atención de su compañero.

-Perdón Marce, ya me aburrí de estar aquí encerrado- dijo disculpándose por no haberle puesto atención en la conversación.

-Sí ya sé que ya te estás aburriendo de mí, pero disimula un poco- le dijo rodando los ojos con indignación.

-Sabes que no es cierto, eres el único amigo que conozco desde niño- dijo para tranquilizarlo.

-Lo sé, una lástima cuando se enteraron nuestros padres que los dos somos omegas- dijo Flores recordando el amargo momento para ambas familias.

-Ya ni me lo recuerdes, los míos aún tenían la esperanza de que fueras un beta al menos- dijo el joven omega riendo al recordar la reacción de sus progenitores.

-Créeme que los entiendo un poco Di, eres el único con el que tengo tanto en común- dijo su amigo con un suspiro.

-Si tú lo dices- tras esta reacción, el otro le dio un ligero golpe en el hombro y ambos amigos rieron.

Diego y Marcelo se habían conocido desde que tenían memoria. Ambas familias tanto los Lainez Leyva como los Flores siempre han tenido varios amigos y conocidos con intereses y negocios similares. Crecieron con un estatus social un tanto diferente al resto de personas, pero eso no impidió que igualmente se relacionarán con personas de cualquier círculo social. Sobre todo, Diego ya que muy aparte de su vida de estudiante, él también tenía una muy temprana carrera como jugador de fútbol. Recién sus recientes esfuerzos habían rendido frutos y por fin era parte del equipo americanista desde hace poco. Toda su familia y amigos ya estaban orgullosos de él. Aunque su mejor amigo de la infancia cada vez se encontraba más celoso ya que cada vez pasaba menos tiempo con él, pero de todas maneras siempre lo apoya incondicionalmente en sus decisiones.

-¿Entonces hoy puedo pasar a tu casa para hacer la tarea que nos falta?- preguntó su amigo una vez que salieron del aula ya que las clases del día habían terminado.

-No, ya te había dicho que tengo entrenamiento- le dijo recordando ese detalle.

-¿Qué no era mañana?- pregunto confundido.

-Cambio de planes, fue a última hora- le aclaró sin más.

-Dios Di ¿por lo menos este fin vas a estar libre?- preguntó ya fastidiado por los planes de última hora que tenía su amigo últimamente en días recientes.

-Mm, no te puedo asegurar nada pero si acaso tengo la mañana ocupada ese día con el equipo ¿por qué no vienes a recogerme ya que acabe de entrenar?- el otro se quedó pensativo ya que le incomodaba ir a los entrenamientos de Diego, ya que se sentía fuera de lugar.

No eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora