Cada vez estaba más cerca la primavera, el frío del invierno iba disminuyendo poco a poco y el sol iba saliendo más cada día. Sin embargo, el clima no importaba en absoluto cuando se trataba de ir a entrenar todos los días. Cierto omega ya se hallaba sudado por todo el esfuerzo físico que se dejaba en la cancha. Pero esta vez no solo se hallaba en otro campo, también en otra ciudad que no tenía mucho de conocer.
Al principio le costó adaptarse no solo a un nuevo ritmo de vida, pero también a nuevas personas. Era un nuevo pero largo comienzo no solo en su vida, sino también en su carrera como jugador profesional. Este año ya iba a cumplir los veintitrés años de edad y eso lo dejaba un poco consternado por muchas cosas.
Los últimos meses del año pasado sin duda fueron los peores que había tenido. Ya no había llamadas, ni mensajes, ni contacto alguno de la persona con la que tanto compartió gran parte de su vida. Cuando se dio cuenta de que era definitivo, no dejaba de llorar día tras día, ya que él sabía que no podía hacer nada al respecto. Al final si cumplió su promesa de que no quererlo volver a ver en su vida, y a pesar de que no vivían juntos todo el tiempo, las pocas cosas que se quedaron en el departamento del otro, nunca le fueron devueltas.
Por ende, todo lo que se quedó del alfa ya nunca pudo regresárselo ya que no fue posible contactarlo. Lo había bloqueado de todos lados literalmente, ni siquiera se volvieron a ver la cara después del incidente. Solo recibió un par de llamadas de la familia del mexiquense, pero no le pudieron dar mucha información ya que tampoco sabían mucho del tema.
Por el otro lado, la familia del omega a pesar de que estaba muy confundida ya que ya se habían hecho la idea de que Diego se quedaría con ese alfa para siempre, no les molestó en absoluto que todo terminara. Ya se estaban haciendo la idea de que esta vez escogería algo mejor. El único que no se quedó del todo contento con la vaga explicación de su ruptura amorosa fue su hermano Mauro. Sin embargo, por más que insistió, el omega nunca le dijo toda la verdad del rompimiento ya que quería evitarse que el otro hiciera algo imprudente. Solo se limitó a decir que fue culpa de ambos y que no se metiera en sus cosas privadas.
Pero su suerte empezó a cambiar una vez inicio el año. Su amigo de toda la vida lo había ayudado a poder regresar a México a jugar. Marcelo Flores le buscó una oportunidad en el equipo regiomontano en que jugaba su pareja Sebastián Córdova. Al final, gracias a sus contactos el padre del omega pudo moverlo sin problema alguno. Todo se estaba acomodando por fin para tener una nueva vida, una en la que por primera vez iba a estar por su cuenta.
–¿Ya cansado mi Diego?– le preguntó una voz ya conocida. Era su mejor amigo que aprovechó que estaba de vacaciones para ir a visitarlo hasta aquella ciudad del norte.
–Ni madres– dijo levantándose de la banca mientras se mojaba la frente con la botella de agua de la que bebía.
–¿Cómo estás Di? ¿Qué me cuentas?– preguntó el omega de cabello largo.
–Bien Marce, pensé que ibas a llegar directo a mi depa– le comentó sorprendido de que fuera a verlo a final de su entrenamiento.
–Bueno, aproveché que llegué temprano y fui a ver a Sebas, pero le dije que iba a venir a saludarte– le dijo señalando al beta que estaba platicando con sus otros jugadores del equipo.
–Ah ya veo, déjame ir a cambiar y nos vamos juntos– le dijo Diego antes de irse a los cambiadores de las instalaciones.
No pasó mucho tiempo para que terminara de acomodar su ropa, una vez que salió, aprovechó para despedirse de algunos de sus compañeros que se topaba por el pasillo. Ya afuera, se encaminó hacia su amigo.
–Oye Di– le llamo mientras caminaban juntos a la salida.
–¿Mm?– emitió a modo de respuesta.
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No eres mío
RomanceDiego era un joven omega que siempre soñó con su alfa ideal. Sin embargo, cuando creyó que por fin lo había encontrado, se dio cuenta de que el amor no siempre era perfecto como en los cuentos de hadas. AU Omegaverse. Aquí los dos son futbolistas (...