Mi sol, mi cielo.

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Este one shot estará ambientado en el capítulo 61.


Salí de la habitación, para ir al baño. Caminaba lentamente, porque todavía me tiraba y dolía la herida. Notaba cierta mejoría, pero todavía me seguía doliendo. 

No dejaba de pensar, en lo que me había dicho la doctora Borrell. Jaime se quedaba. Una parte de mi lo sabía, pero la otra parte se negaba ha aceptarlo. 

Cuando volvía del baño caminando despacio, vi llegar a Marta.

— Deberías de estar descansando. — dijo mientras tomaba mi mano ayudándome a ir de nuevo a la habitación.—

— Estoy cansada de estar todo el día acostada... — entramos, para después sentarme en la cama.—

— ¿Cómo tienes la herida? — preguntó Marta mientras se sentaba a mi lado.—

— ¿Cuál de ellas? — vi como su rostro se volvía sombrío con mi pregunta. — Perdóname, Marta. — suspiré. Tomé su mano para entrelazarla con la mía. — Sé que tu marido se queda.—

— A penas me he enterado esta mañana. Me hubiera gustado que te hubieses enterado por mi. Fue mi padre... — suspiró. — Mi padre hace y deshace a su antojo todo lo que le rodea. Y yo no puedo hacer mucho más... — negué con la cabeza.—

— Haces mucho más de lo que tu piensas, Marta. Las mujeres no tenemos ni voz ni voto. Y creo que pasarán muchísimos años para ver un cambio. Y aún así, estoy segura que contará tener los mismos derechos ante la ley que un hombre. — di un suave beso en la palma de su mano. — Eres todo para mi, Marta. Todo.—

Sus manos fueron a mi rostro para después darnos un suave beso.

— Tú también eres mi todo, Fina. Eres mi sol, mi cielo... Todo. — susurró para después unir nuestros labios de nuevo.—

Según el diccionario, la definición de todo indica la totalidad de los miembros del conjunto denotado por el sintagma nominal al que modifica. Pero lo que sentimos Marta y yo, era mucho más que eso. Era mucho más que la totalidad.

Instantes después, llamaron a la puerta. 

Nos separamos, y Marta fue abrir. 

— Buenos días, disculpen la interrupción, pero es hora de la cura Fina. — dijo sonriendo cálidamente la doctora Borrell.—

— Doctora, yo puedo curarme sin problema. — dije mientras me acomodaba despacio en la cama.—

— Es peligroso, Fina... Los puntos se pueden saltar si no se tiene sumo cuidado.

— No se preocupe. Yo la curo. — miramos ambas a Marta. — Tengo ciertos conocimientos en la materia, y así podemos terminar algunas cosas del trabajo.—

— Que así sea, entonces. — dijo mientras ponía los accesorios de curas en la cama. — Cualquier cosa, me llaman.—

— Gracias, doctora. — dijo Marta sonriéndole levemente.—

Segundos después, Marta y yo volvimos a quedarnos solas. 

— ¿Cosas de trabajo, doña Marta...? — ella sonrió mientras preparaba las cosas para la cura.—

— Fue lo primero que se me ocurrió para estar a solas... — sonreí de vuelta.—

Me desabotoné los botones del camisón mientras se acercaba con una guata, con un poco de mercurio en ella.

Se sentó en la cama, mientras miraba la herida.

— Veo que está sanando bien... 

— Si usted lo dice doctora. — sonreí mientras ella negaba con la cabeza sonriendo también. Segundos después, se acercó a curarme cuidadosamente.—

Fruncí el ceño cuando la guata se acercaba más a mis puntos. Todavía escocía y dolía.

Minutos después, vi que se quitaba los guantes sonriéndome.

— Listo. No lo hecho tan mal, ¿no? — negué acariciando su rostro.—

— Lo has hecho perfecto.

— Pero me falta lo más importante... 

Segundos después, sentí sus cálidos labios cerca de la herida. 

Cerré los ojos sintiendo como repartía besos en esa zona lentamente. Una de sus manos acariciaba mi abdomen, que se contraía con la maravillosa sensación de sus besos en esa parte de mi cuerpo.

Poco después, levantó su rostro viéndome intensamente. 

Tomé su rostro con mis manos, acercando mis labios a los suyos, en un apasionado beso. Una de mis manos dejó su rostro para acariciar su espalda, y pegarla más a mi. Nuestros labios se movían lentamente, para intensificar el beso uniendo nuestras lenguas. 

Nos separamos para tomar aire, pegando nuestras frentes.

— No sabes lo mucho que extraño tenerse así, Marta. — dije con la respiración agitada. — Extraño cada parte de ti...—

— Y yo, mi amor. — vi como miraba la puerta.—

— El pestillo está echado. Nadie nos va a molestar, todo el mundo está trabajando. — nos miramos intensamente. — Quédate conmigo... — susurré.—

— Es peligroso, Fina... Además, todavía estás convaleciente. — acarició mi rostro. — No quiero que te salten los puntos...—

Me jalé despacio a un lado dejándole sitio en la pequeña cama.

— Por favor... Recuéstate conmigo un rato... Solo un rato. — besó la palma de mi mano, mientras se recostaba a mi lado hundiendo su rostro en mi cuello.—


..........


Espero que les haya gustado... 

Nos leemos pronto :)










MAFIN (ONE SHOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora