Absolutos somos, solo tú y yo: Parte 9

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Estaba abrazando a Marta por su espalda, mientras abría lentamente los ojos sonriendo. Repartí suaves besos por su rostro mientras ella sonreía despertándose.

Ella se giró hacia mi, dándome un suave beso. 

— Este ha sido el mejor amanecer de toda mi vida. — dijo acariciando mi mejilla. Ambas estábamos acostadas una en frente de la otra.—

— Y la noche de anoche fue, la mejor de toda la mía. — acarició mi mejilla mientras nos dábamos un beso. — Quiero decirte algo...— 

— Dime... — dijo sin dejar de acariciarme.—

— Tienes absolutamente todo mi amor, Marta. — dije acariciando su abdomen. — En estos momentos, lo que te puedo ofrecer son mis ganas de seguir adelante, de ser alguien de bien, para ti, para Alba...—

— Es más que suficiente, Fina. Pero escúchame... Tú vales lo que eres, nada más. Yo creo ciegamente en ti. Y no hay nada Fina, ni nadie, que pueda decir o hacer algo para cambiar lo que tenemos. Tienes mi palabra. — unimos nuestros labios en un tierno beso.—

Horas más tarde, había ido a la casa de Carmen y Tasio, para entregarle la moto. No he parado de sonreír, desde que había dejado a Marta cerca de la casa de los de la Reina.

— ¿No me vas a decir, quien es la afortunada? — dijo Carmen mientras me tendía una taza de café.—

— Quiero guardármelo para mi, de momento. — bebí un sorbo de café.—

— ¿Al menos me puedes decir si la conozco? — sonreí.—

— Te prometo que te contaré. Pero no hoy... — ella asintió sonriendo.—


Estaba en mi habitación, secándome el pelo sin dejar de sonreír. Lo que había vivido con Fina este fin de semana, ha sido lo más maravilloso que me ha pasado, junto con Alba. He sentido entre sus labios, sus besos, sus caricias, lo que nunca sentí con Jaime. Llegué a pensar que tenía un problema al no poder sentir nada cuando estaba con el. Pero solo bastó una mirada de deseo, anhelo y amor de Fina, para demostrarme que estaba equivocada.

De pronto, escuché varios gritos en el pasillo. Salí enseguida, viendo como Andrés y Jesús casi llegaban a los golpes.

— ¿Se puede saber qué está pasando aquí? — dije mientras me ponía en medio de los dos.—

— No es asunto tuyo, Marta. — dijo Jesús. — Vete.—

— Me da igual que no sea asunto mío. No voy a dejar que se traten como dos enemigos. — al decir esto, apareció mi padre.—

— Jesús, será mejor que te retires. — el lo miró sorprendido. — Hablaré contigo después. Cuando estés más calmado.—

— Está bien. No creo que pueda seguir al lado de un miserable como el. — esta vez, la que lo miré sorprendida fui yo.—

Sé que Andrés y Jesús, siempre han tenido una relación un tanto complicada, y con cierta distancia. Pero esto sobrepasaba todo. Algo muy grave debe de estar pasando para que se comporten de esta manera.

— Necesito que alguien me explique lo que está pasando. — exigí mirando a mi padre y a Andrés.—

Segundos después, sentí la mano de Andrés en mi hombro.

— Marta... — susurró.—

— No vas a decir nada. — miramos los dos a padre. — Marta, déjame solo con tu hermano.—

— No. Estoy cansada de tanto secreto y de tantas mentiras que llevan ocurriendo desde hace muchísimo tiempo. Así que, por favor Andrés... — lo miré. — Que está pasando.—

— Begoña y yo... Nos amamos. — inspiré profundamente escuchando sus palabras.—

— Andrés, me prometiste que ibas arreglar las cosas con María. — dijo mi padre acercándose más a nosotros.—

— No. — el negó. — Yo le prometí que iba hablar las cosas con ella. No que iba a seguir con mi matrimonio de esta manera.—

— No lo acepto. No acepto que vayas a echar tu vida, a la basura. Así que en este momento, te vas con María y se acabó todo. Ni una palabra más.

— No me puede obligar, padre. Ya no más. — dijo Andrés encarándolo.—

— Padre... No creo que lo mejor para arreglar esta situación, sea discutiendo. — dije levantando la mano.—

— ¿No te das cuenta que no está pensando con la cabeza? — dijo mirándome a mi.—

— Con la cabeza, no padre. El está pensando con el corazón. — sentí la mirada de ambos en mi. — Andrés no está enamorado de María. O por lo menos no lo está para seguir con su matrimonio.—

— Marta, el amor se construye. — dijo padre mirándome. — No siempre tiene que ser una ráfaga que te nubla la razón y te quita las fuerzas.—

— ¿Por qué no? — añadí lentamente.—

— Porque ese amor es pasajero, hija. El verdadero amor... — lo interrumpí.—

— No. Eso que ha dicho es parte del amor. El que usted sintió por madre. O me va a decir que usted decidió casarse con ella solo porque era atractiva, y una mujer elegante, nada más?

— No hija, no. 

— Ese es el amor que un padre quiere para sus hijos. — me acerqué a el. — Un amor que las haga sentirse vivas. Un amor que las haga vibrar. Un amor que las haga levantarse por las mañanas con una sonrisa en los labios, e irse a dormir entre los brazos de alguien que significa todo para ella. Ese, es el verdadero amor. —

Andrés sonrió emocionado mirándome, mientras que padre me miraba sorprendido. Segundos después, me di la vuelta para irme, pero padre y Andrés me siguieron.

— ¡Marta! ¿Te estás viendo con un hombre? — me di la vuelta mirándolo. — ¿Un amor que te haga vibrar? ¿Qué te haga levantarte todas las mañanas con una sonrisa? Tú has estado viéndote con alguien.

— Padre, lo que pasa es que no estoy enamorado de María. — dijo Andrés interrumpiendo la conversación. — Mi matrimonio, nunca debió de llevarse a cabo.—

— ¡Por dios, Andrés! ¡Eso se lo cree un muchacho de veinte años, no un hombre como tú! Que decepción. — nos miró a ambos esta vez. — Yo no eduqué a mis hijos para que actuaran así, para que me hicieran esto. Yo no eduqué a mis hijos para que actuaran pensando en si mismos y egoístamente.—

— ¿Egoístamente? — dije frunciendo el ceño. — Padre, estamos decidiendo sobre nuestra vida, estamos decidiendo sobre nuestro futuro, por supuesto que hay que ser egoísta.—

Nos miraba negando lentamente, dejándonos solos a Andrés y a mi segundos después.


..........


Nos leemos pronto ;)








MAFIN (ONE SHOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora