IV

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Narra Gavi

El viajecito a Barcelona fue más aburrido de lo que yo pensaba. Mis amigos me escribían pasándome fotos en la feria y yo solo quería darme la media vuelta y volver allí. Con ellos. Volvérmela a encontrar a ella. Bailando.

Después de llevarla como si de una princesa se tratase hasta su caseta, me despedí de ella con gesto de la mano y entonces me di la media vuelta y me eché a andar sin pensar.

No quise girarme, porque sabía que si la miraba a esos ojos verdes, iba a mandar las revisiones médicas al carajo y me iba a poner a bailar sevillanas con ella toda la semana.

Al llegar a Barcelona, Iván me estaba esperando en el aeropuerto con una sonrisa de oreja a oreja.

Me monté con él en el coche y estuvo poniéndome al día sobre el equipo y preguntándome sobre que tal me encontraba de la rodilla.

Me dejó en casa para que pudiera dejar mis cosas y entonces me monté en mi coche y puse rumbo a la Ciudad Deportiva Joan Gamper.

Al entrar el staff médico me recibió y me saludaron todos. Xavi se acercó a mí para preguntarme como estaba y le dije que todo iba bien.

Al llegar a la sala estuvieron haciéndome reconocimientos y pruebas médicas.

– ¿Qué tal por la feria?– me preguntó uno de los médicos.

– Bien. Hay mucho movimiento. Al principio no quería ir, pero después cambié de opinión.

– ¿Y por qué cambiaste de opinión?– preguntó quitándome una venda de la rodilla.

– Conocí a una chica que-

Escuché a Xavi reírse y entonces lo miré fijamente.

– Se nos hace mayor. ¿Y cómo es la chica?

– Pues es de Sevilla capital, muy andaluza y con mucho genio.– dije.

– Las mujeres tienen un genio desconocido.–murmuró el médico.– ¿Y físicamente?

– Era morena, de ojos claros. Bailé sevillana con ella y la verdad es que me hipnotizó. Mi madre me dijo que el día que bailase sevillanas con una chica y sintiera ese "click" que me preparara.

El médico y Xavi me miraron riéndose. Era la primera vez que hablaba de una chica y la verdad es que estaba hablando demasiado.

Después del reconocimiento, salí de allí y entonces me monté en el coche y fui directo a mi casa. Después de darme una ducha me puse a mirar Instagram y entonces tuve la idea de buscar a Triana. Creo que fue una de las ideas más locas del mundo, pero tras mucho rato de búsqueda, la encontré. Su cuenta era privada, y me daba un poco de cosa intentar que me aceptase, así que llamé a Iván, que me lo cogió al segundo tono.

– Dime Pablo, ¿qué pasa?

– Necesito que me hagas un pequeño favor.

– Sí, dime, ¿qué necesitas?– preguntó.

– Quiero que me consigas un número de teléfono.

– ¿De quién?

– De una chica.–dije.

Hubo algo de silencio al otro lado. Sabía que a Iván se le estaba haciendo raro que le pidiera aquello, pero él nunca falla.

– ¿Qué pasa con esa chica?– preguntó tras unos instantes.

– Nada. Solo intenta ayudarme, por favor.

Él me dijo que intentaría traérmelo, pero que aún así no prometía nada.

Después de aquello me fui a la cocina a hacerme algo de comer y me eché a la siesta.

Ese era el problema de estar aquí ahora, que no podía jugar y encima me aburría. Me llegó un mensaje y suspiré cuando los vi a todos, junto o¡con Triana en la feria. Entonces recordé al chico de ayer tarde. Tenía pinta de que se conocían desde hace mucho y que había habido algo más que una bonita y simple amistad entre ellos.

La verdad es que ahora tenía curiosidad de saber quien era.

Le escribí a Alejandro diciéndole que era un capullo por darme envidia de no estar y me mandó un video de la feria llena.

La verdad es que sería una locura irme de nuevo, pero tampoco me parecía tanta locura.

Le escribí a mi madre y después conseguí un billete para Sevilla esa misma tarde.

Agarré un traje nuevo y tras meterlo con cuidado en mi coche, hice la maleta y me metí en el coche.

Al llegar al aeropuerto pasé por el famoso pasillo y entonces me monté en el avión.

Tras unas horas largas de avión aterricé en Sevilla y cuando llegué mi hermana me estaba esperando con el traje de flamenca.

Me reí y me metió una colleja.

– Espero que haya venido para algo coherente. La feria se acaba en tres días.

– Es el tiempo justo.– dije.

– ¿Y eso por qué?– murmuró mientras arrancaba.

– He conocido a alguien en la feria.

Mi hermana me miró fijamente y sonrió.

– Ahora lo entiendo.– dijo sonriendo.– Muy bien Romeo, abróchate el cinturón, que nos vamos.

Mientras llegábamos al ferial yo me fui vistiendo en los asientos de atrás.

Me bajé del coche y entonces mi hermana me dio un abrazo.

– Tened cuidado, papá y mamá se han traído tu coche. Si te vas antes, avísalos y yo me encargo de llevarlos a casa.

Asentí y entonces tras despedirme de ella fui andando hasta la caseta de mis amigos.

Nada más llegar me miraron sorprendidos de verme aquí.

A su lado estaban Triana y su amiga.

La amiga de Triana estaba hablando con Fermín, y me daba la sensación de que esos dos iban a acabar liados.

Triana me miró y entonces caminé hasta ella, rompiendo nuestra distancia.

– Estás aquí.– murmuró.

– Estoy aquí.– repetí.– ¿Me habías echado de menos?

Sonrió.

La miré sonriendo y me centré en ese vestido morado y de lunares naranjas. Llevaba una coleta repeinada, un tocado de flores naranjas y un mantón también naranja.

Con el barullo de gente pude acercarme aún más a ella y entonces sentí su cuerpo pegado al mío.

La sentí temblar un poco y entonces levantó su cabeza para mirarme. La miré desde abajo y entonces estiré mi mano delante suya.

Ella me miró fijamente.

– ¿Bailas?– pregunté.

Tras decir aquello me sonrió y supe que no necesitaba más respuestas.

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Que me mueeeeero

𝐋𝐚 𝐒𝐞𝐯𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐚 +18 || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora