VI

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Después de aquella noche, nos vimos el resto de las que quedaban de feria.

Hasta que acabó. Y él tuvo que marcharse.

Barcelona estaba lejos de aquí, a muchos kilómetros. Y como predecía, la bomba estalló.

Nunca nos escribimos, ni hablamos, ni nos llamamos.

En parte me dio pena, porque la verdad es que necesitaba saber de él. Como estaba, que tal le iba...

Había empezado a tragarme todos sus partidos, solo para al menos verle la cara, saber que no fue un sueño y que sí bailó conmigo en la feria, y me acompañó a mi casa casi todas las noches.

Llevaba un tiempo algo nostálgica y mis amigos ya estaban empezando a cansarse de verme como un perrito triste.

– Al carajo, vístete.– murmuró Aitana apagando la televisión de su salón.

– ¿Qué?

– Vamos a salir de fiesta. Estoy empezando a odiar tu cara de perrito.– dijo mientras me agarraba de la mano y me llevaba escaleras arriba.

Llegamos a su habitación y tras probarme unos cuantos de vestidos me decanté por uno rojo ajustado y corto. Aitana llevaba uno de color negro, ajustado y corto también.

Tras adecentar nuestros pelos y la cara, salimos y nos montamos en el taxi.

Al llegar al centro de Sevilla, nos bajamos y fuimos hasta la discoteca KOKO.

Entramos y la música inundó mis oídos. Aitana se abrió paso alrededor de la gente para llevarme directamente a la barra.

Se acercó al camarero y pidió dos Puertos de Indias con Fanta de Limón.

Después nos metimos en el medio de la pista y empezamos a bailar.

Después de varias copas, le dije a Aitana que iba al baño y me escabullí para salir del mogollón.

Estaba acabando de salir del bullicio cuando me choqué con alguien.

Me fijé y entonces vi que era Alejandro, el amigo de Gavi.

– Vaya, lo siento.– murmuré.

Él me miró durante unos segundos y entonces abrió los ojos.

– ¿Triana? Bua, no me lo puedo creer. ¡Cuanto tiempo!– dijo mientras me abrazaba.– ¿Qué tal?

Asentí sonriendo y le miré

– Bien, aquí con Aitana ¿y tú?

– Lo mismo, oye, ¿qué haces aquí sola?

– No no, Aitana está allí, yo iba al baño.

– Vale, vente con nosotros, ve al baño y yo voy a buscar a Aitana.

Asentí y entonces salí pitando.

Cogí aire y entonces entré al baño y me miré al espejo. Me peiné un poco el pelo y me abaniqué con las manos.

"Respira Triana, él no está, vive en Barcelona"

Cuando salí del baño vi a Alejandro esperándome donde antes, pero con Aitana.

– Venid.– murmuró indicándonos el camino.

Fuimos hasta el fondo de la discoteca y llegamos a la zona vip.

Al llegar distinguí a Mario y a otro par de chicos.

Entonces uno de ellos se giró y nuestras miradas se encontraron.

Sentí como las dos copas que llevaba encima, empezaban a subir por mi garganta.

Aitana me sacó del trance y entonces entramos con Alejandro.

𝐋𝐚 𝐒𝐞𝐯𝐢𝐥𝐥𝐚𝐧𝐚 +18 || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora