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Jun Chunhee enderezó el saco de avena que estaba cortando. — Pero, ¿qué ven mis ojos ¡Kim Namjoon! ¿Cuándo has vuelto a la ciudad?

Sonriendo, Namjoon entró en la penumbra fresca de Livery Kaady y dejó que el hombre alto y huesudo estrechara su mano. — Temprano en la mañana de ayer, Chunhee. Me voy a quedar en el hotel. ¿Cómo están las cosas por aquí en el establo?

Chunhee se encogió de hombros, sonriendo de nuevo. — No me puedo quejar. Algunas personas de por aquí han comprado uno de esos carros sin caballos nuevos, pero demonios, hacen mucho ruido y echan mucho humo, no les quedará mucho. Entonces toda esa gente estará en mi puerta para comprar un verdadero transporte. —Se sentó en un fardo de heno vacante y le indicó a Namjoon que tomase otro.— Dime, ¿dónde has estado estos últimos dos o tres años? Estábamos dispuestos a darte por muerto.

Namjoon se sentó y miró a los confines fríos y oscuros de la cuadra, inhalando los ricos olores familiares de caballo y paja. — He ido a varios sitios, pero estuve en Dawson durante la mayor parte del tiempo.

— Fuiste hasta allí por la fiebre del oro, ¿verdad?

— Ya estaba allí cuando empezó. Tenía un comercio de intercambios. Compraba y vendía equipos mineros. Nunca he visto a tantos hombres cavar tierra en mi vida. Te sorprenderías de lo que la gente es capaz de hacer con tal de hacerse rica.

Chunhee miró anhelante. — Yo mismo tuve la tentación de darme una oportunidad yendo allí, pero luego pensé, ¿qué pasaría con mis niños y mis niñas si me fuera? No podría dejarles con cualquiera, y tú no estabas aquí para cuidarles. —Un extraño no se daría cuenta de que se estaba refiriendo a sus caballos y no a sus hijos.

El bonachón de Chunhee, pensó Namjoon. Todavía enfundado en su mono de trabajo holgado y su sombrero de paja maltrecho. — Eso está bien. Es bueno ver que algunas cosas no cambian. De todos modos, estaba tratando decidir si quería pasar otro invierno allí cuando me encontré con una copia del Oregonian. Leí acerca de mi hermano y el viejo.

Chunhee se inquietó un poco. — Ya, lo siento mucho. Ha sido una sorpresa para el pueblo. —Namjoon pensó que estaba siendo especialmente discreto, dado que el Banco Columbia cerró sus puertas frente a sus narices un día que se retrasó en el pago de un préstamo, después de haber acumulado un largo historial como un serio pagador que pagaba todo a tiempo. Namjoon no sabía a ciencia cierta lo que había sucedido, pero sospechaba que Kim Musong le habría ofrecido algún tipo de soborno que él no habría aceptado. Soltero a mediados de sus cincuenta años, Chunhee estaba atado a ese establo, y habría hecho cualquier cosa para no perder su dinero en el banco. El viejo lo sabía, muy probablemente.

— Sabes que siempre estuvimos en desacuerdo, los tres de nosotros. Especialmente justo antes de irme. —Namjoon se levantó y se acercó a la caseta donde se encontraba una yegua alazán roja de carácter dulce. Arrimando su cabeza, el animal golpeó su nariz contra el pecho de Namjoon y olfateó los bolsillos de su camisa. Él se echó a reír, y luego, mirando a la yegua, agregó:— Lo juro, Penélope, seguirías a cualquiera a casa con tal de conseguir una manzana. No tengo nada para ti.

Chunhee rió. — Pero ella reconoce a un tipo suave nada más verle.

La sonrisa de Namjoon se desvaneció. — Al igual que algunas personas que conozco.

El anciano sacó una paja del montículo de heno sobre el que estaba sentado y se la metió en la comisura de la boca. — Sigue viviendo allí arriba, por si te lo estabas preguntando. —Todo el pueblo sabía que Jackson y Namjoon estuvieron comprometidos, pero sólo Chunhee realmente sabía lo mucho que el rubio había significado para él.

— Pensé que así sería.

— Pero tal vez no por mucho tiempo. Se dice que hay varios años de impuestos que no han sido pagados por esa propiedad. El tasador del condado va a subir a ver si todo es cierto.

Kim Jimin- MiniMoni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora