[✓] ❛️️️️❛BODYGUARD❞ - Ao3 Traducción [TERMINADA]

CAPÍTULO 32.

CAPÍTULO 32.

Después de una semana, lograron dejar la nueva casa de Hermione en condiciones utilizables.  Contenía todo lo que necesitaba y la distribución de las habitaciones era similar a la anterior.  La única diferencia era el entorno.  Decidieron que sería mejor que viviera cerca de uno de los guardias.  Por si acaso.  Le tocó a Zabini.  Esto no le gustaba a Draco, ya que quería tener a Hermione lo más cerca posible de él, pero ella decidió que no le gustaba la arquitectura moderna de la finca donde vivía Malfoy.  Ella se sintió mal allí, aunque para su sorpresa no rechazó de inmediato esa opción.  Ella lo comprobó primero y cuando llegó a la conclusión de que no era su estilo, se rindió.

Con una sonrisa, hizo entrar al capitán de la guardia a su casa.  Estaba satisfecha con el trabajo realizado y apenas pudo contener un salto de emoción.  Por supuesto, el salón volvió a estar lleno de estanterías repletas de libros.  En un rincón había un sofá grande y cómodo y una mesita con montones de documentos y libros esparcidos por todas partes.

—El sofá parece bastante... cómodo—, terminó, dándole una larga mirada.

—Es muy cómodo—, respondió coquetamente, llevándolo a la cocina. —¿Tienes un día libre?

—Sí.  Cambié de lugar con Nott.  Tiene estrictamente prohibido entrar a tu casa— respondió él, presionando sus labios contra los de ella.

—¿Hasta nuevo aviso? —se rió, tomando la bola de fuego de la barra.

—Sólo hasta mañana—, respondió él, quitándole la botella y vertiendo la bebida de color ámbar en vasos.

—Bueno, eso es bueno—, murmuró y tomó un sorbo.

Draco se acomodó despiadadamente en el sofá y gimió de placer.  Hermione tenía razón, el sofá era muy cómodo.

Estaba disfrutando el sabor de la deliciosa Bola de Fuego cuando sus ojos captaron los títulos de libros dispersos.  Él frunció el ceño con enojo y la miró con reproche.  Sin darse cuenta de nada, Hermione se acercó a él, sin saber que en unos momentos estaría escupiendo veneno.

— ¿Qué es esto?  —preguntó exasperado.

Ella siguió su mano y su rostro se ensombreció.  Sin embargo, trató de salvar las apariencias y no dejarse provocar.  Era un tema delicado para ambos.

—Libros—, respondió ella evasivamente.

—No le debes nada—, siseó furiosamente.

—No lo soy—, confirmó.

— Entonces, ¿por qué diablos tienes tantos libros sobre cómo lanzar Imperius y sus efectos? — tronó, pero su comportamiento sólo la enfureció.